Una tía mía tuvo uno de esos. A ella no le salió nada bien, podría ser un asunto de (mala) suerte, pero el carro este pasaba la mitad de tiempo en el taller. Si no era una cosa era otra, las luces frontales básicamente se turnaban cuál funcionaba, casi siempre tenía una quemada. Una vez fue a abrir la puerta y se quedó con la manija en la mano. Los compensadores no servían para nada, pero claro, había que ver a esa gorda subiéndose en ese pobre carro, ahí usted entendía muchas cosas.
A el carro en vez de decirle Festiva le decíamos "Me estrila", eso hasta que lo puso en venta, en ese momento pasó a ser "El Invendible", casi un año para venderlo. Ciertamente no envidio a ese desdichado prójimo que compró ese carro pensando que había hecho una buena compra.
Por eso es que existe el infierno, para que personas como la cabrona de mi tía ardan por mala gente.