El wasabi.. ahhhhh! uno de los inventos de esos increíbles japoneses, que según ellos, resalta el sabor de las comidas de sabor débil (como el sahimi - pescado crudo-), pero que en la realidad, es más apropiado para formar parte de los instrumentos de tortura para la iniciación de cualquier fraternidad universitaria, sectaria, religiosa, pagana, guerrera o política.
Una sola cucharadita de wasabi en la boca le despertará el fuego de 10 mil dragones chinos furibundos o la sensación de hacer gárgaras con ácido nítrico. Si tiene la suerte de permitir que el wasabi llegue a sus fosas nasales, sentirá que le han frotado el cerebro (por dentro) con Cofal Fuerte o Zepol.... o mejor aún, con Dermolán para uso veterinario.
Si ha logrado comer suficiente wasabi, a las horas, cuando se vea obligado a responder a la naturaleza en una sesión de meditación trascendental, ahí, en la solemnidad del recinto y soledad del momento, sentirá un picor difícil de describir, ya que por instantes pensará que es frío para luego convertirse en una fracción de segundo, en un pavoroso latigazo en el mismo nudo de mortadela, que le hará recordar la escena de la flagelación de nuestro Señor Jesucristo en la película "La Pasión".
He aquí la referencia académica del wasabi:
Wasabi, el picante oriental | EROSKI CONSUMER