Bueno, como lo prometí, va la historia de la computadora y el gato:
Llama una señora que la computadora no le encendía si el gato no estaba detrás de la computadora.
A la computadora poco a poco le fuimos sacando componentes para ver si era algo eléctrico o algún componente que estaba defectuoso. Pero no importa qué sacábamos, la computadora no encendía si no estaba el gato detrás.
Toda la llamada de diagnóstico se pasó "Bueno, señora, busque el gato y póngalo detrás de la computadora".
Le fuimos sacando TODO a la computadora, ustedes digan memorias, discos duros, tarjeta gráfica, hasta que solamente dejamos prácticamente un cascarón con una memoria, tarjeta madre y fuente de poder. Es decir, lo más básico para descartar un problema eléctrico. Y no importa qué hacíamos, cambiar la regleta, conectarla en otro enchufe, mover la computadora a otro cuarto, ésta no encendía si no estaba el gato detrás.
Finalmente, los técnicos se dieron por vencidos, y mandaron la computadora a taller. No seguí el caso, así que no sé si le hicieron un exorcismo shinto o si le dieron una computadora nueva a la señora. El caso es que, nada hacía encender esa computadora si el gato no estaba detrás.
Ah, sí. El viernes pasado fui a hacer algo que podría ser entretenido en materia jurídica. Apenas escanee los documentos, los subo.