Ayer salió este artículo en la Extra del economista Helio Fallas
DiarioExtra.com
¿Fracasó el esquema de las bandas cambiarias?
Helio Fallas(*)
Al inicio de la implementación de las bandas cambiarias, octubre 2006, aún no se había percibido por la mayoría de los ciudadanos cuáles serían los efectos de la aplicación de ese esquema de política monetaria sobre la estructura económica y social del país.
Con el transcurso del tiempo, particularmente desde setiembre 2009 al presente, el país aparece viviendo, con temor e incertidumbre, cambios bruscos en el tipo de cambio que están modificando las estructuras productivas y sociales del país.
Los efectos en los diversos actores económicos y en las personas como resultado de la aplicación de las bandas cambiarias en Costa Rica podríamos intentar resumirlos de la siguiente forma.
Una primera tendencia a resaltar sería la “disminución del tipo de cambio del dólar norteamericano (apreciación del colón), medida por la tasa de variación del dólar a abril 2010 respecto agosto 2009. Esto estaría teniendo efectos diferenciados sobre diversos actores económicos y personas. Los importadores ahora tienen precios más reducidos en la importación de bienes y servicios, sin que se trasladen al consumidor, necesariamente. Los exportadores tienen un menor incentivo, lo que propicia menos exportaciones y, eventualmente, más desempleo abierto y subempleo. Ya algunas empresas estarían por cerrar. Por su parte, los pequeños y medianos inversionistas y pensionados con ahorros en dólares ven reducir sus ingresos y buscar re-direccionar sus recursos. Finalmente, las inversiones que poseen los bancos y financieras en dólares pierden valor.
Inestabilidad e incertidumbre. Un segunda tendencia sería la “no intervención del Banco Central de Costa Rica (BCCR) en el mercado cambiario” como resultado de la ampliación del piso y el techo de las bandas. El indicador de esa tendencia serían los “recursos del BCCR en compra y venta de dólares”. Los efectos de esta tendencia serían la introducción de una mayor inestabilidad e incertidumbre en la economía y la paralización de las inversiones productivas resultado de esa incertidumbre. Por otra parte, hay que señalar que en el mercado cambiario predominan pocos participantes. Una forma de medir ese mercado de competencia monopolística sería por el indicador “% participación en mercado cambiario”. La información para Costa Rica evidencia que el mercado cambiario no es competitivo. Por ejemplo, en doce oportunidades (días) entre setiembre 2009 y marzo 2010, un solo agente en el mercado de MONEX aportó más de un 20% del total negociado en un día y el 31 de marzo hasta un 57%. Además, la pérdida del valor del dólar -desde que se ampliaron las bandas en setiembre del 2009- se explica casi en un 50% por esos 12 días. Quizá más importante es que casi un 30% se explica por la variaciones en el tipo de cambio del mes de marzo.
Ello estaría haciendo posible que pocos participantes del mercado reciban ingresos extraordinarios por sus actuaciones en el mercado, lo que genera desconfianza.
Finalmente, habría una tercera tendencia que podemos denominar como “des-dolarización de la economía”. En este caso, una forma de medirla es por la cuantificación de la participación en transacciones BNV (Bolsa Nacional de Valores), según moneda. Ello estaría influyendo en que se presente un traslado hacia inversiones en colones y que se presente en un futuro, más o menos cercano, un riesgo de una devaluación severa. Recordar el caso de Argentina donde se mantuvo un tipo de cambio fijo por años con el aval del FMI.
En otro orden de ideas, se resalta que con el nuevo esquema cambiario, en el marco de la migración al sistema de metas de inflación, el BCCR obligó a todo ciudadano y empresario a convertirse en un “adivinador” y, eventualmente, en un “especulador” en potencia, en vista de la imposibilidad de prever el tipo de cambio. Esto significa que el ambiente económico se volvió más inestable e inseguro. Por supuesto que el papel de especular lo pueden cumplir solo muy pocos agentes económicos participantes del mercado cambiario.
Otro tema a destacar es que si bien uno de los objetivos en el esquema de metas de inflación es que el BCCR pueda administrar mejor su política monetaria, mediante el uso de una política de interés apropiada, y de esa forma el país tenga una tasa de inflación baja, economistas de peso de la academia reclaman que los bancos centrales también deben velar por el crecimiento y el empleo (Espinoza, Bernanke y Stiglitz, entre otros).
Lavado y “capitales golondrina.” En cuanto al tema del narcotráfico, si bien es imposible llevar estadísticas sobre el lavado de dinero, las capturas de droga y de dinero en grandes cantidades hacen pensar que se estarían lavando fortunas en actividades lícitas pero con financiamiento de la comercialización de las drogas.
Asimismo, la semana pasada el Periódico La República alertó sobre posibles movimientos internacionales de capitales, sin que el BCCR lo haya desmentido. Estos movimientos hacen que el tipo de cambio varíe fuertemente, pero no por aspectos estructurales o razones de las “fuerzas” de un mercado competitivo, sino por “capitales golondrinas”.
En conclusión, en mi criterio, hace falta preguntarse con seriedad y responsabilidad: ¿es necesario seguir con el actual proceso de migración hacia un esquema de metas de inflación, o es necesario nuevamente replantearnos otras alternativas cambiarias que propicien un clima económico más estable para el crecimiento y el desarrollo social? El mercado de divisas, por su relevancia, es más que solo asuntos monetarios, y dejarlo solo a la manipulación de las “fuerzas del mercado” es atentar contra la estabilidad económica, social y política del país.
*Economista