CONTRADICCIONES EN LA DOCTRINA DE LA IGLESIA ROMANA I:
Por qué es sancionado Adán debido al hecho de que al comer del árbol del bien y del mal el hombre adquiría el dominio de la procreación y, con ello, aparecía el peligro de la superpoblación, esto no se concilia con el mandato divino de “procread y multiplicaos”
Según Saúl de Tarso la salvación viene por la gracia sóla no por las obras postulaba la idea de predestinación. Pero la idea de la predestinación el gratuito e inapelable decreto divino anula en rigor la libertad humana y la moral de la retribución según los méritos. Si me salva la gracia de nada me sirven mis obras y mi destino en el Cielo no me garantiza ninguna ventaja frente al que comete delitos o actúa el mal.
La idea de la indeterminación a priori del destino final del individuo y de la adquisición de la gracia salvífica mediante obras meritorias del hombre libre para elegir entre el acto bueno y el acto malo, arruina desde los cimientos la noción constitutiva de la redención por los solos méritos de Cristo que se inmoló para rescatarnos de la muerte. Resulta así también comprometida la concepción de la omnipotencia y de la bondad infinita de un Dios de amor.
Si Dios determinaba y por consiguiente conocía, la salvación o condenación de los individuos humanos por él creados y mantenidos en la existencia, entonces los individuos quedaban radicalmente a su merced, carecerían de actividad propia y libre. La idea de mérito se esfumaba.
Si Dios no determinaba y hacía depender la salvación o condenación del hombre por los propios méritos de éste, entonces se hundía la omnipotencia absoluta del Creador. Si Dios, sabiéndolo de antemano, creaba un ser que él sabía que se condenaría; es decir, configuraba un Dios perverso que sería siempre autor de toda condenación del malo.
Esta dificultad del mal en la cuestión de la justificación de Dios condujo a un progresivo debilitamiento de la cuestión del mal en sí. Las metafísicas de inspiración cristiana, condicionadas por el postulado de la creación desde la nada, operan con un concepto del mal degradado, al negarse a considerar el mal como algo real y propio y definirlo como mera privación del bien. Estas interpretaciones trivializan el mal en cuanto potencia en sus manifestaciones históricas.
El antropomorfismo impulsó la creciente atribución a Dios y al mundo celestial de pautas humanas de comportamiento: oraciones, súplicas, tributos, promesas, halagos y sobornos, porque en definitiva se asimilaba la conducta de Dios a la de los grandes potentados de la Tierra.
Por qué es sancionado Adán debido al hecho de que al comer del árbol del bien y del mal el hombre adquiría el dominio de la procreación y, con ello, aparecía el peligro de la superpoblación, esto no se concilia con el mandato divino de “procread y multiplicaos”
Según Saúl de Tarso la salvación viene por la gracia sóla no por las obras postulaba la idea de predestinación. Pero la idea de la predestinación el gratuito e inapelable decreto divino anula en rigor la libertad humana y la moral de la retribución según los méritos. Si me salva la gracia de nada me sirven mis obras y mi destino en el Cielo no me garantiza ninguna ventaja frente al que comete delitos o actúa el mal.
La idea de la indeterminación a priori del destino final del individuo y de la adquisición de la gracia salvífica mediante obras meritorias del hombre libre para elegir entre el acto bueno y el acto malo, arruina desde los cimientos la noción constitutiva de la redención por los solos méritos de Cristo que se inmoló para rescatarnos de la muerte. Resulta así también comprometida la concepción de la omnipotencia y de la bondad infinita de un Dios de amor.
Si Dios determinaba y por consiguiente conocía, la salvación o condenación de los individuos humanos por él creados y mantenidos en la existencia, entonces los individuos quedaban radicalmente a su merced, carecerían de actividad propia y libre. La idea de mérito se esfumaba.
Si Dios no determinaba y hacía depender la salvación o condenación del hombre por los propios méritos de éste, entonces se hundía la omnipotencia absoluta del Creador. Si Dios, sabiéndolo de antemano, creaba un ser que él sabía que se condenaría; es decir, configuraba un Dios perverso que sería siempre autor de toda condenación del malo.
Esta dificultad del mal en la cuestión de la justificación de Dios condujo a un progresivo debilitamiento de la cuestión del mal en sí. Las metafísicas de inspiración cristiana, condicionadas por el postulado de la creación desde la nada, operan con un concepto del mal degradado, al negarse a considerar el mal como algo real y propio y definirlo como mera privación del bien. Estas interpretaciones trivializan el mal en cuanto potencia en sus manifestaciones históricas.
El antropomorfismo impulsó la creciente atribución a Dios y al mundo celestial de pautas humanas de comportamiento: oraciones, súplicas, tributos, promesas, halagos y sobornos, porque en definitiva se asimilaba la conducta de Dios a la de los grandes potentados de la Tierra.