En su lecho de muerte, el gran poeta uruguayo Mario Benedetti, le dictó a su secreario personal, Ariel Silva, las últimas líneas, que se convertirían en su último poema:
Mi vida ha sido como una farsa
Mi arte ha consistido
En que esta no se notara demasiado
He sido como un levitador en la vejez
El brillo marrón de los azulejos
Jamás se separó de mi piel
Mi vida ha sido como una farsa
Mi arte ha consistido
En que esta no se notara demasiado
He sido como un levitador en la vejez
El brillo marrón de los azulejos
Jamás se separó de mi piel