En Costa Rica, el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) ha soltado el paraguas de las noticias, señalando un posible adelanto en la temporada lluviosa de 2024. Mientras algunos sacan sus impermeables, otros fruncen el ceño, preguntándose qué sorpresas nos traerá el clima este año.
En un giro climático que parece sacado de una telenovela meteorológica, el Pacífico Central y Sur podrían iniciar su temporada de aguaceros antes de lo previsto, específicamente entre el 22 y el 28 de abril para el Pacífico Central, y entre el 16 y el 19 de abril para el Pacífico Sur. En cambio, el resto del país mantendrá la tradición, iniciando su temporada lluviosa en las fechas habituales.
El IMN, en un tono que casi roza la poesía climática, proyecta un incremento en las precipitaciones que varía según la región: un 15% más en el Pacífico Central y Sur durante abril, mayo y junio, mientras que el Valle Central recibirá un 10% adicional de lluvias. En contraste, la Zona Norte y el Caribe verán una reducción del 15% en sus aguaceros, como si la naturaleza decidiera equilibrar su libro de cuentas.
Mientras tanto, los habitantes ajustan sus ritmos a este nuevo compás pluvial, algunos con la esperanza de cosechas prósperas, otros preparándose para los desafíos que trae el exceso de agua. En este escenario, las conversaciones giran en torno a cómo esta variabilidad climática afectará la vida diaria, la economía, e incluso, las tardes de café que ahora podrían acompañarse con el sonido de la lluvia.
Este adelanto de la temporada de lluvias invita a la reflexión sobre cómo, en un mundo donde el clima es cada vez más una caja de sorpresas, la adaptabilidad y la preparación son más que virtudes, son necesidades. Así, mientras algunos miran al cielo preguntándose cuándo caerá la próxima gota, Costa Rica se adapta, aprende y, como siempre, encuentra la manera de bailar bajo la lluvia.
En un giro climático que parece sacado de una telenovela meteorológica, el Pacífico Central y Sur podrían iniciar su temporada de aguaceros antes de lo previsto, específicamente entre el 22 y el 28 de abril para el Pacífico Central, y entre el 16 y el 19 de abril para el Pacífico Sur. En cambio, el resto del país mantendrá la tradición, iniciando su temporada lluviosa en las fechas habituales.
El IMN, en un tono que casi roza la poesía climática, proyecta un incremento en las precipitaciones que varía según la región: un 15% más en el Pacífico Central y Sur durante abril, mayo y junio, mientras que el Valle Central recibirá un 10% adicional de lluvias. En contraste, la Zona Norte y el Caribe verán una reducción del 15% en sus aguaceros, como si la naturaleza decidiera equilibrar su libro de cuentas.
Mientras tanto, los habitantes ajustan sus ritmos a este nuevo compás pluvial, algunos con la esperanza de cosechas prósperas, otros preparándose para los desafíos que trae el exceso de agua. En este escenario, las conversaciones giran en torno a cómo esta variabilidad climática afectará la vida diaria, la economía, e incluso, las tardes de café que ahora podrían acompañarse con el sonido de la lluvia.
Este adelanto de la temporada de lluvias invita a la reflexión sobre cómo, en un mundo donde el clima es cada vez más una caja de sorpresas, la adaptabilidad y la preparación son más que virtudes, son necesidades. Así, mientras algunos miran al cielo preguntándose cuándo caerá la próxima gota, Costa Rica se adapta, aprende y, como siempre, encuentra la manera de bailar bajo la lluvia.
