Se levantó temprano, se puso los pantalones, se vistió lentamente, hizo café, agarró sus palos de golf, se fué silenciosamente al garaje, puso los palos en el coche, y procedió a sacar el coche del garaje bajo una lluvia torrencial.
Estaba toda la calle inundada y el viento gélido soplaba a 100 km/h.
Volvió a meter el coche en el garaje, puso la radio y se enteró de que el mal tiempo iba a durar todo el día. Que decepción!
Entró de nuevo en casa, se desvistió silenciosamente y se deslizo dentro de la cama.
Despacito se acurrucó contra la espalda de su mujer, le puso la mano en la nalga y le susuró al oído: Cariño, el tiempo afuera está horrible.
Ella le contestó medio dormida:
Ya lo sé. ¿Puedes creer que el tonto de mi marido se fue a jugar a golf?
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