Voy a plantearles un tema que me inquieta desde hace un tiempo, que resumí en el artículo que les presento y someto a su discusión.
Los peligros de una democracia mal dirigida
En los últimos tiempos se ha puesto de moda en el mundo realizar consultas al pueblo sobre decisiones a los que la clase política no parece poder llegar a acuerdo, con la esperanza que el soberano decida de una vez por todas la cuestión planteada.
Todo bien en teoría, pero debe entenderse que para tomar una buena decisión, se requiere tener establecido un modelo que permita dilucidar la mejor alternativa.
Esto requiere al menos:
- conocimiento del problema: incluye la definición del mismo, la delimitación del espacio en los que aplica tanto el análisis del mismo como las alternativas de solución. Incluye tambien la determinación de las causas del mismo, para plantear de forma correcta las medidas que permitan no solo la solución sino evitar su resurgimiento en el futuro.
- planteo de alternativas de solución: debe incluir no solo el diseño de las mismas sino los costes, los compromisos que conllevan, el tiempo de implementación y las consecuencias que tiene su aplicación en corto, mediano y largo plazo,
- evaluación de las alternativas y calificacion de las mismas: esto debe ser donde se conozca qué es lo mejor que conviene al pais en general.
Y bueno, aquí viene la cuestión de fondo: en una consulta popular, se cumplen de verdad todas estas condiciones en cada votante?
Tengo duda que sea así, sino que mas bien la manipulación de la opinión mediante los medios de comunicación, desde los tradicionales hasta las redes sociales, conlleva a que el que tenga la mejor estrategia para vender su idea tenga la ventaja de llevar la corriente de votos hacia donde desea, sin importar si es bueno o malo, sino lo que a esta persona particular o grupo específico conviene. Y eso es peligroso. El ejemplo mas claro lo tenemos con las elecciones de líderes populistas como gobernantes de sus atribulados países o los referendums como los que decidieron el Brexit en el Reino Unido.
Entonces llega uno a cuestionar la democracia tal cual está concebida actualmente, puesto que resulta evidente que el poder del voto a quien no sabe usarlo es un arma terrible y suicida para los países que adoptaron el modelo democrática, incluyendo el nuestro.
Pareciera sensato en tal caso, que el poder no sea dado solo por cumplir la mayoría de edad, sino luego de haber aprobado una serie de evaluaciones a cada individuo, a ver si tiene la madurez y razón que le permita disponer de un modelo similar de toma de decisiones como el que se planteó como muestra, y poder así darle, con confianza, dicho poder.
Alguno dirá que soy antidemocrático solo por hablar de esto, pero no. Le recordaría a esa persona que la democracia exige trabajo y seriedad para vivir en ella y ejercerla, y no solamente decir que porque voto soy democrático. Jefferson decía que el precio de la libertad es la vigilancia eterna, y eso al menos exige compromiso al ejercer de manera sana la democracia y preservar así la libertad. Así que si no se desea perder ese derecho, hay que ejercerlo entonces con lo debido y no por ejercerlo irresponsablemente.
Porque cuando uno ve que hay ciudadanos que apoyan instaurar regímenes autoritarios, o de cambiar la Constitución con quien sabe cuáles objetivos donde se pueden poner en peligro las libertades y garantías duramente ganadas por nuestros antepasados, es donde uno se siente incómodo y le surge la necesidad de advertir a los compatriotas que necesitamos serenidad, mesura y buen juicio para elegir gobernantes o participar en referendums. Después de todo, los tiranos, cuando se van, dejan un revoltijo que se tarda mucho en corregir, hayan sido de derecha o de izquierda.
Los peligros de una democracia mal dirigida
En los últimos tiempos se ha puesto de moda en el mundo realizar consultas al pueblo sobre decisiones a los que la clase política no parece poder llegar a acuerdo, con la esperanza que el soberano decida de una vez por todas la cuestión planteada.
Todo bien en teoría, pero debe entenderse que para tomar una buena decisión, se requiere tener establecido un modelo que permita dilucidar la mejor alternativa.
Esto requiere al menos:
- conocimiento del problema: incluye la definición del mismo, la delimitación del espacio en los que aplica tanto el análisis del mismo como las alternativas de solución. Incluye tambien la determinación de las causas del mismo, para plantear de forma correcta las medidas que permitan no solo la solución sino evitar su resurgimiento en el futuro.
- planteo de alternativas de solución: debe incluir no solo el diseño de las mismas sino los costes, los compromisos que conllevan, el tiempo de implementación y las consecuencias que tiene su aplicación en corto, mediano y largo plazo,
- evaluación de las alternativas y calificacion de las mismas: esto debe ser donde se conozca qué es lo mejor que conviene al pais en general.
Y bueno, aquí viene la cuestión de fondo: en una consulta popular, se cumplen de verdad todas estas condiciones en cada votante?
Tengo duda que sea así, sino que mas bien la manipulación de la opinión mediante los medios de comunicación, desde los tradicionales hasta las redes sociales, conlleva a que el que tenga la mejor estrategia para vender su idea tenga la ventaja de llevar la corriente de votos hacia donde desea, sin importar si es bueno o malo, sino lo que a esta persona particular o grupo específico conviene. Y eso es peligroso. El ejemplo mas claro lo tenemos con las elecciones de líderes populistas como gobernantes de sus atribulados países o los referendums como los que decidieron el Brexit en el Reino Unido.
Entonces llega uno a cuestionar la democracia tal cual está concebida actualmente, puesto que resulta evidente que el poder del voto a quien no sabe usarlo es un arma terrible y suicida para los países que adoptaron el modelo democrática, incluyendo el nuestro.
Pareciera sensato en tal caso, que el poder no sea dado solo por cumplir la mayoría de edad, sino luego de haber aprobado una serie de evaluaciones a cada individuo, a ver si tiene la madurez y razón que le permita disponer de un modelo similar de toma de decisiones como el que se planteó como muestra, y poder así darle, con confianza, dicho poder.
Alguno dirá que soy antidemocrático solo por hablar de esto, pero no. Le recordaría a esa persona que la democracia exige trabajo y seriedad para vivir en ella y ejercerla, y no solamente decir que porque voto soy democrático. Jefferson decía que el precio de la libertad es la vigilancia eterna, y eso al menos exige compromiso al ejercer de manera sana la democracia y preservar así la libertad. Así que si no se desea perder ese derecho, hay que ejercerlo entonces con lo debido y no por ejercerlo irresponsablemente.
Porque cuando uno ve que hay ciudadanos que apoyan instaurar regímenes autoritarios, o de cambiar la Constitución con quien sabe cuáles objetivos donde se pueden poner en peligro las libertades y garantías duramente ganadas por nuestros antepasados, es donde uno se siente incómodo y le surge la necesidad de advertir a los compatriotas que necesitamos serenidad, mesura y buen juicio para elegir gobernantes o participar en referendums. Después de todo, los tiranos, cuando se van, dejan un revoltijo que se tarda mucho en corregir, hayan sido de derecha o de izquierda.