Por supuesto. El problema es que el consumo de drogas es un crimen donde la víctima y el victimario se coluden. No ahy mucho incentivo apra el consumidor en delatar al proveedor de la droga. Por eso es tan difícil atrapar a los criminales.
Y el sistema jurídico de una democracia no da para tanto. La alternativa sería contiuar limitando y destruyendo las garantías individuales que amparan al ciudadano, y la presunción de inocencia, dándole más poder al Estado para actuar en forma más arbitraria. Lo que pone entonces al frente la encrucijada de si deberían limitarse más las libertades individuales y las garantías procesales para perseguir a los narcos.
En la Obra Teatral "Un hombre para la eternidad", que relata el juicio y posterior ejecución de Tomás Moro por negarse a aceptar el divorcio de Enrique VIII, Moro dialoga con su abogado acusador, el cual le dice, de ser por él, destruiría toda lay y obstáculo para encarcelar al Diablo. "Ah Bien" dice Moro, "Y después que hayas destruído toda ley y el Diablo se vuelva para enfrentarte, en qué te refugiarás? Cómo será posible que puedas mantenerte erguido ante los vientos que soplarán sin oposición ni obstáculo alguno?"
Al destruir el sistema de garantías judiciales, no lograremos erradica el narcotráfico, pero perderemos nuestra libertad y seremos más propensos a estar a merced del poder estatal.
Y la efectividad de la policía en la lucha cotra el narco no se mide por personas encarceladas o cargamentos decomisados. Se mide por la dificultad o menor disponibilidad de la droga en los centros de consumo. Y toda la evidencia apunta a que la deroga no ha dejado de ser menos disponible ni más cara en mercados de consumo tradicionales. Los decomisos pueden ser una forma de acallar al público: los narcos juegan con las probabilidades (de por sí un cargamento que logra llegar a sus destino puede pagar miles de decomisos) y los policías y políticos reciben publicidad de que son duros contra las drogas.