Maes, que delicia de historias. Anoche me rindieron para dos sobos, jajaja
Lo más cercano a esto que yo he vivido fue con mi ex ahí en San Pedro. Había una pequeña construcción, y a la par estaba una cabañita de esas que forman como bodega momentánea para guardar el material. Junto a la cabañita pasaba el río, entonces era pura tierra y pasto mal cortado. Recuerdo que fue el sábado anterior al Sábado Santo del año pasado, y eso estaba completamente desolado. Mi ex y yo no lo planeamos, sólo íbamos caminando por ahí, notamos que la cabañita cubría súper bien la visibilidad, nos fuimos poco a poco calentando mientras comentábamos ideas de "qué pasaría si", y en cuestión de unos minutos estábamos acostados en el suelo con los pantalones abajo, yo sin camisa y encima de ella. Como dijo Alberth más atrás: sentir esa brisa de frío helado nocturno que revienta contra tu trasero, se filtra hasta tus bolas y se escurre entre tu pecho, wow, no tiene precio. Uno tiembla como nunca, pero pocas cosas he sentido que sean mejores a ese placer de estar al aire libre. Y además, el que para todo esto el pene de uno esté súper lubricado y por ende sienta el frío aun más intenso, no tiene precio.
Aunque ha sido de mis mejores experiencias, lastimosamente duró si acaso unos veinte minutos. Jaja, nos tocó salir en carrera cuando nos prendieron una luz...
Lo más cercano a esto que yo he vivido fue con mi ex ahí en San Pedro. Había una pequeña construcción, y a la par estaba una cabañita de esas que forman como bodega momentánea para guardar el material. Junto a la cabañita pasaba el río, entonces era pura tierra y pasto mal cortado. Recuerdo que fue el sábado anterior al Sábado Santo del año pasado, y eso estaba completamente desolado. Mi ex y yo no lo planeamos, sólo íbamos caminando por ahí, notamos que la cabañita cubría súper bien la visibilidad, nos fuimos poco a poco calentando mientras comentábamos ideas de "qué pasaría si", y en cuestión de unos minutos estábamos acostados en el suelo con los pantalones abajo, yo sin camisa y encima de ella. Como dijo Alberth más atrás: sentir esa brisa de frío helado nocturno que revienta contra tu trasero, se filtra hasta tus bolas y se escurre entre tu pecho, wow, no tiene precio. Uno tiembla como nunca, pero pocas cosas he sentido que sean mejores a ese placer de estar al aire libre. Y además, el que para todo esto el pene de uno esté súper lubricado y por ende sienta el frío aun más intenso, no tiene precio.
Aunque ha sido de mis mejores experiencias, lastimosamente duró si acaso unos veinte minutos. Jaja, nos tocó salir en carrera cuando nos prendieron una luz...