JorgeF
ANÓNIMO
Me parece que esto proviene del Talmud, es una descripción del cielo y el infierno:
Imagínense que existen dos cuartos, uno representa el cielo y el otro el infierno. Ambos son similares: en los dos, hay una mesa servida lista para comer con alimentos deliciosos. Los comensales están sentados alrededor de la mesa. Cada uno tiene comida en el plato que está frente de él.
También, cada uno tiene un juego de cubiertos para comer. Pero estos cubiertos son peculiares, en el sentido que los mangos son muy largos. Son tan largos que no es posible manipular la comida que está en el plato en frente del comensal, pero sí para manipular la comida del plato que está al otro lado de la mesa.
Ahora viene la diferencia: en el cielo, cada comensal usa sus cubiertos para manipular y dar comida de la persona que está al frente suyo en el otro extremo de la mesa. Y esa persona hace lo mismo con la otra. Como resultado, todos los comensales logran terminar su cena y quedan satisfechos.
En el infierno, cada persona está concentrada en comer de su propio plato: está envuelta en sí misma y no se fija ni se interesa en los demás. Como resultado, trata de alimentarse por sí misma, pero sin poder hacerlo. Ninguna de ellas se alimenta, por lo que sufren hambre y/o la comida se echa a perder.
Interesante ejemplo.
Imagínense que existen dos cuartos, uno representa el cielo y el otro el infierno. Ambos son similares: en los dos, hay una mesa servida lista para comer con alimentos deliciosos. Los comensales están sentados alrededor de la mesa. Cada uno tiene comida en el plato que está frente de él.
También, cada uno tiene un juego de cubiertos para comer. Pero estos cubiertos son peculiares, en el sentido que los mangos son muy largos. Son tan largos que no es posible manipular la comida que está en el plato en frente del comensal, pero sí para manipular la comida del plato que está al otro lado de la mesa.
Ahora viene la diferencia: en el cielo, cada comensal usa sus cubiertos para manipular y dar comida de la persona que está al frente suyo en el otro extremo de la mesa. Y esa persona hace lo mismo con la otra. Como resultado, todos los comensales logran terminar su cena y quedan satisfechos.
En el infierno, cada persona está concentrada en comer de su propio plato: está envuelta en sí misma y no se fija ni se interesa en los demás. Como resultado, trata de alimentarse por sí misma, pero sin poder hacerlo. Ninguna de ellas se alimenta, por lo que sufren hambre y/o la comida se echa a perder.
Interesante ejemplo.