Justine
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Yo y mi guapo trasero
Diay, si todos están diciendo que son guapos y guapas, entonces yo también.
Soy guapa. Soy tan guapa que hoy iba en el bus y cuando quedó un asiento libre y seco donde iba a colocar mi guapo trasero porque el asiento de al lado estaba mojado (era agua de lluvia, por aquello de los mal entendidos).
Me dirigía hacia ese afortunado asiento, luciendo toda mi guapura, cuando un señor se vino detrás y me pidió espacio para sentarse en el otro asiento, el que estaba hecho un charco (con agua de lluvia, claro).
Cuando él se sentó, me miró con una sonrisa e insinuando "ya me mojé las nalgas por usté, ¿qué espera pa' sentarse a la par mía, guapa?" y justo en ese momento, cuando cruzamos miradas, le dije: "no se preocupe señor, quédese con el asiento que no está mojado" e inmediatamente caminé hacia el fondo del bus para buscar un espacio, donde yo y mi guapo trasero pudiésemos estar en paz, muy lejos de señores que son capaces de mojarse las nalgas para tener a una mujer guapa a la par.
Sé lo que están pensando: esperé a que aquel señor humedeciera sus nalgas (con agua de lluvia, insisto) para luego decirle que podía quedarse con el asiento que yo y mi guapo trasero no queríamos ocupar. Es perverso y vengativo, pero las mujeres guapas somos así, qué se le hace...
Toda la gente que iba en el bus se quedó extrañada. Pero no sé si fue por mi gran derroche amabilidad hacia aquel señor o por mí y mi guapo trasero. Será un misterio que jamás lograré resolver.
Diay, si todos están diciendo que son guapos y guapas, entonces yo también.
Soy guapa. Soy tan guapa que hoy iba en el bus y cuando quedó un asiento libre y seco donde iba a colocar mi guapo trasero porque el asiento de al lado estaba mojado (era agua de lluvia, por aquello de los mal entendidos).
Me dirigía hacia ese afortunado asiento, luciendo toda mi guapura, cuando un señor se vino detrás y me pidió espacio para sentarse en el otro asiento, el que estaba hecho un charco (con agua de lluvia, claro).
Cuando él se sentó, me miró con una sonrisa e insinuando "ya me mojé las nalgas por usté, ¿qué espera pa' sentarse a la par mía, guapa?" y justo en ese momento, cuando cruzamos miradas, le dije: "no se preocupe señor, quédese con el asiento que no está mojado" e inmediatamente caminé hacia el fondo del bus para buscar un espacio, donde yo y mi guapo trasero pudiésemos estar en paz, muy lejos de señores que son capaces de mojarse las nalgas para tener a una mujer guapa a la par.
Sé lo que están pensando: esperé a que aquel señor humedeciera sus nalgas (con agua de lluvia, insisto) para luego decirle que podía quedarse con el asiento que yo y mi guapo trasero no queríamos ocupar. Es perverso y vengativo, pero las mujeres guapas somos así, qué se le hace...
Toda la gente que iba en el bus se quedó extrañada. Pero no sé si fue por mi gran derroche amabilidad hacia aquel señor o por mí y mi guapo trasero. Será un misterio que jamás lograré resolver.
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