C
Chuletón
Invitado
Los boxeadores son poetas de la destrucción: así como se abren su camino a golpes, de esa misma forma en su gran mayoría fenecen, dentro y fuera del cuadrilátero
El universo de los púgiles es una réplica de los grandes gladiadores de la historia: hombres formados para el combate, pero hombres que igualmente son determinados y aniquilados por las circunstancias del combate.
El filipino Many Pacquiao y el niño de oro, de la Hoya, parecieran estar entre las grandes excepciones porque muchos de los demás maravillosos del pugilismo mundial son los inmensos destructivos y auto destructivos, llámense Kid Pambelé, Mano de Piedra, Carlos Monzón, entre muchos otros y ahora el boxeador venezolano Edwin Valero; son hombres que arrojan a sus mujeres desde un quinto piso en una abandono etílico o bien las acuchillan de manera inclemente en una habitación de hotel, en medio de su alucinada drogadicción; pareciera que el mundo de los golpes necesita de un “doping” inminente para balancear el intercambio de los golpes.
No vayamos tan lejos, en fechas recientes a nivel local, los escándalos aparentemente infundados de un Carl Davies, un grandote de cuerpo y peso, pero mediocre boxeador de los pesos pesados, un nacional que no ha sabido formular su carrera pero sí vivir en medio del escándalo mediático con mediocres situaciones y tiempo en prisión por escándalos sexuales.
Y qué me dicen del maravilloso Nicaraguense, campeón del mundo y alcalde de Managua Alexis Arguello que acabó con su vida, como el mismo Valero. Qué maldición más inmensa y sobrenatural pervade el boxeo! Drogadictos y ex drogadictos, hombres para quienes su sombra es mucho más grande que su esfuerzo por existir y acaban siendo liquidados por su propia notoriedad.
Hombres que hacen dietas tremendas, se entrenan como gladiadores, se mentalizan y preparan para el combate pero luego del combate, caray, no saben qué hacer con su vida. Quién los educa después del combate? Quién les enseña a controlarse y manejar esa abismal capacidad destructiva que poseen para que no se vuelque sobre sí mismos? Pareciera que nadie.
El cuadrilátero en su matemática formación pareciera ser un universo controlado pero nada es menos cierto que eso pues quienes ingresan al mismo y tienen éxito, luego enfrentan tremendas tragedias personales que los llevan a trágicos momentos autodestructivos.
Uno recuerda a un Mohamed Alí –Casius Clay- con su discurso poético sobre la forma de golpear y salir del área de ataque del contrincante y sin embargo está enfermo de Parkinson y Alí realmente fue uno de los grandes y desgastó y liquidó a más de uno, pero su poética del boxeo solo le sirvió para asegurar admiradores, castigando su integridad, qué gran boxeador, pero qué mal final de vida como ser humano! Es ese el precio que hay que pagar?
No lo sé. Yo pregunto en este mundo del recalentamiento global y cuando un volcán de Islandia se apropia de los cielos de Europa con una simple nube de humo, con bolsas inmensas para los peleadores, vale la pena el boxeo? Pareciera que sí por las apuestas y el protocolo que sigue prevaleciendo, pero nos estamos desgastando y el mundo se está acabando: los gladiadores se siguen sacrificando y el circo romano tiene hoy un rango diferente donde los gladiadores son los boxeadores que aplican su derecho a la autodestrucción, en medio del asombro de sus admiradores…
El universo de los púgiles es una réplica de los grandes gladiadores de la historia: hombres formados para el combate, pero hombres que igualmente son determinados y aniquilados por las circunstancias del combate.
El filipino Many Pacquiao y el niño de oro, de la Hoya, parecieran estar entre las grandes excepciones porque muchos de los demás maravillosos del pugilismo mundial son los inmensos destructivos y auto destructivos, llámense Kid Pambelé, Mano de Piedra, Carlos Monzón, entre muchos otros y ahora el boxeador venezolano Edwin Valero; son hombres que arrojan a sus mujeres desde un quinto piso en una abandono etílico o bien las acuchillan de manera inclemente en una habitación de hotel, en medio de su alucinada drogadicción; pareciera que el mundo de los golpes necesita de un “doping” inminente para balancear el intercambio de los golpes.
No vayamos tan lejos, en fechas recientes a nivel local, los escándalos aparentemente infundados de un Carl Davies, un grandote de cuerpo y peso, pero mediocre boxeador de los pesos pesados, un nacional que no ha sabido formular su carrera pero sí vivir en medio del escándalo mediático con mediocres situaciones y tiempo en prisión por escándalos sexuales.
Y qué me dicen del maravilloso Nicaraguense, campeón del mundo y alcalde de Managua Alexis Arguello que acabó con su vida, como el mismo Valero. Qué maldición más inmensa y sobrenatural pervade el boxeo! Drogadictos y ex drogadictos, hombres para quienes su sombra es mucho más grande que su esfuerzo por existir y acaban siendo liquidados por su propia notoriedad.
Hombres que hacen dietas tremendas, se entrenan como gladiadores, se mentalizan y preparan para el combate pero luego del combate, caray, no saben qué hacer con su vida. Quién los educa después del combate? Quién les enseña a controlarse y manejar esa abismal capacidad destructiva que poseen para que no se vuelque sobre sí mismos? Pareciera que nadie.
El cuadrilátero en su matemática formación pareciera ser un universo controlado pero nada es menos cierto que eso pues quienes ingresan al mismo y tienen éxito, luego enfrentan tremendas tragedias personales que los llevan a trágicos momentos autodestructivos.
Uno recuerda a un Mohamed Alí –Casius Clay- con su discurso poético sobre la forma de golpear y salir del área de ataque del contrincante y sin embargo está enfermo de Parkinson y Alí realmente fue uno de los grandes y desgastó y liquidó a más de uno, pero su poética del boxeo solo le sirvió para asegurar admiradores, castigando su integridad, qué gran boxeador, pero qué mal final de vida como ser humano! Es ese el precio que hay que pagar?
No lo sé. Yo pregunto en este mundo del recalentamiento global y cuando un volcán de Islandia se apropia de los cielos de Europa con una simple nube de humo, con bolsas inmensas para los peleadores, vale la pena el boxeo? Pareciera que sí por las apuestas y el protocolo que sigue prevaleciendo, pero nos estamos desgastando y el mundo se está acabando: los gladiadores se siguen sacrificando y el circo romano tiene hoy un rango diferente donde los gladiadores son los boxeadores que aplican su derecho a la autodestrucción, en medio del asombro de sus admiradores…