2. Dentro de cuatro años casi ningún costarricense se acordará del aumento que hicieron los diputados a su favor. No olvidemos que en Costa Rica los votos no son por conciencia, sino por arrastre electoral. Bastará echar a andar la máquinita de PLN y los costarricenses irán a votar obedientemente aunque no sepan ni quienes encabezan las papeletas de diputados y regidores.
3. Los actos de moralidad no convencen al costarricense medio. En el fondo, la mayoría de los costarricenses no se opone a la corrupción. Podrán hablar contra la corrupción ante otros, pero en su coranzocito admiran a los corruptos y desearían formar parte de eso.
Por su parte, el costarricense pobre y pedigüeño, el del "clientelismo", entiende que sin corrupción el no logrará su aspiración de tener una casa, de lograr una ayuda gubernamental, de conseguir un bono de alimentación. El espera llegar a donde el diputado o político de turno para que le "ayude" por medio de "patas" y que el consiga algo, aunque no lo merezca. Lo peor que puede pasarle (según él) es que eliminen esa corrupción.
Es lastimoso, pero así se cimentó nuestra querida y deseada "Democracia Electoral"
WOW compa... sabias, aunque tristes palabras, pero desgraciadamente ciertas...!