Se que para algunos suena como si fueran sacados de otra pagina pero no. Son las vivencias o infidelidades de mi esposo y yo muy reales... Saber que todo comenzó con un juego de *darnos un pade LIBRE* les recomiendo la pelicula...
Ya somos personas maduras que tenemos muy claro la diferencia entre placer sexual, y amor...
Soy casada, tengo 29 años, dos hijos y una vida que cabe en lo normal. Asisto a una Iglesia donde me gusta estudiar para aprender y enseñar más sobre la Biblia. Mi vida siempre fue tranquila, desde pequeña sentía debilidad por el sexo, aprendí a masturbarme desde los cinco años y me gustaba la pornografía, sin embargo, traté de ignorar eso para dedicarme a la Iglesia y hoy en día a mi familia. Un día en la clase de estudio bíblico nos dejaron una tarea grupal, en la cual estaba una pareja con la que simpatizaba mucho, el muchacho me gustaba por su atractivo pero nada que no pudiera ignorar. Así que estuvimos en contacto por la tarea, pero sin darme cuenta de cómo pasó, el muchacho y yo nos empezamos a hablar por mensajes todos los días. Cada día era una conversación más cautivadora, yo me empecé a sentir "importante", porque alguien me dedicaba tiempo. Este hombre empezó a meterse en mi mente al punto que quería algo más que un mensaje de el. No se que sentía el, pero yo moría por un beso de sus labios. Casualmente el vive un poco cerca de mi casa, así que un día que el se encontraba solo decidí ir a visitarlo. Mientras caminaba hacia ese lugar literalmente temblaba, estaba por explorar un terreno que nunca antes había conocido. Llegué a la puerta y el me abrió con una sonrisa, podía ver en sus ojos la picardía de esos pensamientos atrevidos que tenía conmigo y eso me hacía respirar un poco rápido. Entré, hablamos un poco y como lo supuse me dijo que yo le gustaba mucho (verdad o mentira, yo quise creerle), me sentí tan nerviosa que decidí marcharme, pero antes de irme nos dimos un beso, de esos besos que puedes respirar su aliento, tocar la piel una con otra, sentía como mis pechos se hacían pequeños apretados en su pecho y su pene crecía invitando a más acción. Con una respiración muy agitada me fui de ahí. Una parte de mi se sentía mal por lo que hice, pero otra no dejaba de pensar en ese beso, la intensidad de las emociones y esa adrenalina única e incomparable. Ese hombre se volvió la persona que me quitaba el sueño, el que estaba presente en todas mis fantasías, yo sólo pensaba en lo irresistible que era y el éxtasis que podía sentir cuando estaba con el. Nos pusimos de acuerdo para vernos de nuevo, así que volví a esa casa pero con la mentalidad de dejar que pasara todo lo que el quisiera hacer conmigo. Así que llegué y me dejé llevar por el momento. Cuando el tocó mis labios, mi piel, mi cuerpo...Yo sólo sentía como se estremecía cada parte de mi. Fuimos a la cama (me sentía mal porque en esa cama el le hacía el amor a su esposa, pero me excitaba saber que en ese momento el era mío), así que llegamos a esa cama queriendo devorarnos, podía sentir su corazón acelerado, su respiración tan agitada que me excitaba aún más, el sentía lo mismo que yo en ese momento, podía sentirlo.
Yo estaba acostada boca arriba, el pasaba su lengua por todo mi cuerpo, mientras el chupaba mis pezones tocaba mi vagina con sus dedos, yo no quería que terminara. Luego bajó y me besó el clítoris de una forma mágica. Pude sentir mucho placer, y sólo pensaba que valía la pena ese encuentro secreto. Yo acariciaba su cuerpo, ese delicioso y rico cuerpo que no me pertenecía pero atrevidamente lo quería para mi. Lo besé y le chupé el pene grande y perfectamente erecto, lo besé y chupé mientras veía su cara como mostraba placer de tenerme ahí. Luego me agarró y se acostó sobre mí, me veía a los ojos con esa mirada seductora y me hablaba al oído, eso me excitaba mucho. Me penetraba de una manera suave, delicada y dulce, pero podía sentir su hombría, su fuerza como me agarraba y me domaba a sus placeres perversos(que debo decir que me encantaba). Yo no podía creerlo, algo en mi cambió desde ese día, me sentía libre, deseada, correspondida de una forma que con mi esposo no me sentía en mucho tiempo. Este hombre se había convertido en ese que me llenaba de placer, satisfacía cada petición y sólo se dedicaba a ver mis placeres sexuales plenos. Ese encuentro fue algo increíble. Exploré nuevos terrenos y me gustaron, así que ese hombre se convirtió en mi amante. Pasaron casi dos años y en ese tiempo nos veíamos cada vez que había una oportunidad para hacerlo. Cada encuentro era más placentero, la adrenalina era más fuerte, yo no quería dejar a mi amante a un lado, se había vuelto una parte de mi. Tener ese pene, esas manos, esos labios suaves y deliciosos en mi poder era lo mejor que me podía pasar en el día. Esa aventura sexual que estaba viviendo me hizo recordar aquella debilidad que había tratado de ocultar. Me masturbaba pensando en mi amante y en todo lo que ese hombre lograba hacerme sentir. Cuando el me hacía el amor lograba que yo me pusiera ardiente, le hacía el amor a mi esposo pensando en el, mis fantasías estaban casi cumplidas. La relación entre mi amante y yo se había vuelto mi droga, una necesidad. Yo quería creer que estaba viviendo algo único, sexualmente lo fue, pero para mi hizo falta algo más. Por esa razón estoy luchando cada día contra esa droga, lo sigo deseando, más que antes, pero nada puede ser para siempre.