NachoSantos
ANÓNIMO
Luego de mucho discutir con mi novio por sus celos y desconfianza, conocí a Leo. Era alto, guapo, interesante... lo conocí en un momento personal difícil. Estaba estancada en mi vida profesional. Mi vida personal era monótona, ya varios años con mi novio pero sin intenciones de algo más serio, me sentía solitaria y fracasada. Con él compartía esa frustración, o al menos eso me hizo pensar.
Se me acercaba para hablar de trabajo, pero aprovechaba para verme con deseo. Nunca lo tomé en serio, hasta que mi situación personal se volvió insostenible, mi novio cada vez más celoso, descubrió mis conversaciones con él, lo supo todo. Hasta ese entonces no habíamos hablado de coger, únicamente le había confesado que me parecía guapo y que tenía problemas con mi novio.
Tiempo después me confesó que yo le gustaba y me invitó a salir. Nuestras conversaciones fueron subiendo de tono cada vez más, empezó a preguntarme mis gustos sexuales y a descubrir que detrás de mi cara de niña inocente se esconde una máquina de deseo sexual.
Mis deseos por él ya no se podían esconder más, era yo quien quería hablar de sexo con él siempre. Empezó a pedirme fotos desnuda, no acostumbraba a tomármelas de hecho ni siquiera a mi novio se las compartía. El logró convencerme enviándome una de su pene, era más grande y grueso que el de mi novio. No pude más con el deseo, le envié un vídeo de mis pechos y como bajaba por todo mi cuerpo hasta mostrarle como masturbaba mi húmeda vagina y mi dilatado clitoris.
Volvimos a salir 3 días después del vídeo, me invitó a su apartamento junto con unos compañeros de trabajo. La tensión sexual que había era palpable... sin embargo ningún compañero sospechaba. La noche transcurrió normal, yo estaba un poco enferma, además habían muchos testigos. El tampoco hacía aproximaciones, hasta que pedí mi uber. Me acompañó afuera de su casa donde luego de bajar las escaleras nos hicimos a un lado y empezó a besarme apasionadamente, me sentía deseada y húmeda pero muy culpable... él empezó a tocarme mis grandes pechos y metía su mano en mi blusa para sentir mis duros pezones, yo a pesar de todo lo que sentía no podía más y le agarré su delicioso pene sobre el pantalón pero quería más y ahí mismo la saqué y se la mamé. Era grande, carnosa, jugosa... de pronto llegó el uber, no logré hacerlo venirse aunque pude sentir algunas gotas de líquido preseminal en mi boca. Nos acomodamos la ropa y me fui.
Pero es imposible olvidar como se erizó mi piel cuando sentí su lengua besándome el cuello mientras me tocaba las tetas, o como me agarraba el culo mientras nos besábamos. Recuerdo con deseo como metía su mano debajo de mi minifalda y sentía mi vulva húmeda... recuerdo verlo olerse los dedos. Me puso a mil, recuerdo haber estado de rodillas comiendo su miembro.
El lunes siguiente, vi que no estaba en la oficina. Le escribí para saludarlo, me contó que estaba enfermo posiblemente yo le había pasado la gripe que tenía el viernes anterior. Me sentí algo culpable y me ofrecí a llevarle medicamentos, obvio era mi coartada para encontrarlo solo en su apartamento. Me vestí provocativa desde que salí en la mañana. Un vestido provocativo pero decente, no quise ponerme brassiere, solo un hilo de encaje rojo, estos dejan sentir mejor las caricias además me encanta que me besen la vagina Sobre la ropa interior.
Al llegar me recibió normal, no se veía enfermo al menos no de gripe. Me recibió en bóxer, sin camisa, el tamaño de su pene me hizo obviar sus kilos de más. Tan solo al abrir me beso en la boca, tocó mis pechos y los sintió libres, justo ahí empezó a ponerse duro su miembro, me abrió el vestido y dejo mis pechos al aire. Me besaba el cuello, me tocaba los pechos y buscaba acariciarme el clitoris Casi como le habia pedido que hiciera desde el uber.
Yo ya estaba a su disposición únicamente en hilo y tacones. Me puso de espaldas, me besaba el cuello y tocaba mi clitoris sobre el hilo. Yo estaba empapada, y el estaba por explotar, esta vez aproveché y saqué su pene lentamente, lo saboreé todo ahí de rodillas, lo masturbaba mientras se la mamaba, pero en realidad yo quería que me la metiera. Le pedí que se acostara en la cama, corrí hacia un lado mi hilo y me penetró lentamente, disfrute cada centímetro de ese pene delicioso. Lo cabalgué rápido y despacio, estábamos a mil, el no aguantó más y se vino con fuerza dentro de mí.
Yo no estaba satisfecha y él estaba apenado por no haber durado mucho. Me dijo que eso no iba a quedar así... yo seguía a mil. Luego de algunos minutos me empezó a besar los pechos nuevamente, siguió bajando por mi abdomen y empezó a besar mi clitoris sobre el hilo. Podía sentir su lengua a través del encaje.
Esta vez me pidió ir arriba, me quitó el hilo y empezó a penetrarme agresivamente, primero sobre mí y luego de 4. Me tocaba el culo como si me lo quisiera arrancar, con sus dedos acariciaba mi ano y no pude más... me vine como nunca antes, fue un organismo que empezó sutil y me hizo vibrar todo el cuerpo... mi vagina se contraía y se dilataba botando jugos en cantidades que no había expedido jamás. Su pene más duro que nunca ni dejaba de bombearme. El cada tanto bajaba a besar mi vulva y mi ano. El término luego de unos minutos.
Nos vestimos, nos besamos y salí de ahí. Fue un hasta luego.
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Se me acercaba para hablar de trabajo, pero aprovechaba para verme con deseo. Nunca lo tomé en serio, hasta que mi situación personal se volvió insostenible, mi novio cada vez más celoso, descubrió mis conversaciones con él, lo supo todo. Hasta ese entonces no habíamos hablado de coger, únicamente le había confesado que me parecía guapo y que tenía problemas con mi novio.
Tiempo después me confesó que yo le gustaba y me invitó a salir. Nuestras conversaciones fueron subiendo de tono cada vez más, empezó a preguntarme mis gustos sexuales y a descubrir que detrás de mi cara de niña inocente se esconde una máquina de deseo sexual.
Mis deseos por él ya no se podían esconder más, era yo quien quería hablar de sexo con él siempre. Empezó a pedirme fotos desnuda, no acostumbraba a tomármelas de hecho ni siquiera a mi novio se las compartía. El logró convencerme enviándome una de su pene, era más grande y grueso que el de mi novio. No pude más con el deseo, le envié un vídeo de mis pechos y como bajaba por todo mi cuerpo hasta mostrarle como masturbaba mi húmeda vagina y mi dilatado clitoris.
Volvimos a salir 3 días después del vídeo, me invitó a su apartamento junto con unos compañeros de trabajo. La tensión sexual que había era palpable... sin embargo ningún compañero sospechaba. La noche transcurrió normal, yo estaba un poco enferma, además habían muchos testigos. El tampoco hacía aproximaciones, hasta que pedí mi uber. Me acompañó afuera de su casa donde luego de bajar las escaleras nos hicimos a un lado y empezó a besarme apasionadamente, me sentía deseada y húmeda pero muy culpable... él empezó a tocarme mis grandes pechos y metía su mano en mi blusa para sentir mis duros pezones, yo a pesar de todo lo que sentía no podía más y le agarré su delicioso pene sobre el pantalón pero quería más y ahí mismo la saqué y se la mamé. Era grande, carnosa, jugosa... de pronto llegó el uber, no logré hacerlo venirse aunque pude sentir algunas gotas de líquido preseminal en mi boca. Nos acomodamos la ropa y me fui.
Pero es imposible olvidar como se erizó mi piel cuando sentí su lengua besándome el cuello mientras me tocaba las tetas, o como me agarraba el culo mientras nos besábamos. Recuerdo con deseo como metía su mano debajo de mi minifalda y sentía mi vulva húmeda... recuerdo verlo olerse los dedos. Me puso a mil, recuerdo haber estado de rodillas comiendo su miembro.
El lunes siguiente, vi que no estaba en la oficina. Le escribí para saludarlo, me contó que estaba enfermo posiblemente yo le había pasado la gripe que tenía el viernes anterior. Me sentí algo culpable y me ofrecí a llevarle medicamentos, obvio era mi coartada para encontrarlo solo en su apartamento. Me vestí provocativa desde que salí en la mañana. Un vestido provocativo pero decente, no quise ponerme brassiere, solo un hilo de encaje rojo, estos dejan sentir mejor las caricias además me encanta que me besen la vagina Sobre la ropa interior.
Al llegar me recibió normal, no se veía enfermo al menos no de gripe. Me recibió en bóxer, sin camisa, el tamaño de su pene me hizo obviar sus kilos de más. Tan solo al abrir me beso en la boca, tocó mis pechos y los sintió libres, justo ahí empezó a ponerse duro su miembro, me abrió el vestido y dejo mis pechos al aire. Me besaba el cuello, me tocaba los pechos y buscaba acariciarme el clitoris Casi como le habia pedido que hiciera desde el uber.
Yo ya estaba a su disposición únicamente en hilo y tacones. Me puso de espaldas, me besaba el cuello y tocaba mi clitoris sobre el hilo. Yo estaba empapada, y el estaba por explotar, esta vez aproveché y saqué su pene lentamente, lo saboreé todo ahí de rodillas, lo masturbaba mientras se la mamaba, pero en realidad yo quería que me la metiera. Le pedí que se acostara en la cama, corrí hacia un lado mi hilo y me penetró lentamente, disfrute cada centímetro de ese pene delicioso. Lo cabalgué rápido y despacio, estábamos a mil, el no aguantó más y se vino con fuerza dentro de mí.
Yo no estaba satisfecha y él estaba apenado por no haber durado mucho. Me dijo que eso no iba a quedar así... yo seguía a mil. Luego de algunos minutos me empezó a besar los pechos nuevamente, siguió bajando por mi abdomen y empezó a besar mi clitoris sobre el hilo. Podía sentir su lengua a través del encaje.
Esta vez me pidió ir arriba, me quitó el hilo y empezó a penetrarme agresivamente, primero sobre mí y luego de 4. Me tocaba el culo como si me lo quisiera arrancar, con sus dedos acariciaba mi ano y no pude más... me vine como nunca antes, fue un organismo que empezó sutil y me hizo vibrar todo el cuerpo... mi vagina se contraía y se dilataba botando jugos en cantidades que no había expedido jamás. Su pene más duro que nunca ni dejaba de bombearme. El cada tanto bajaba a besar mi vulva y mi ano. El término luego de unos minutos.
Nos vestimos, nos besamos y salí de ahí. Fue un hasta luego.
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