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Tencha: la historia de un chante famoso

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Invitado
La Nación publicó un reportaje en Proa que no cae en el sensacionalismo del periodismo basura de Represhit. La historia del famoso e histórico donde "Tencha" de Cartago.

Hasta sale el retrato familiar de la roquita tía Tencha, cuyo marido malvendió el negocio por poca plata y la señora murió en la pobreza.



Los cuentos de la Tía Tencha - PROA - La Nación

El prostíbulo más famoso de Cartago lleva más de medio siglo con las puertas abiertas. Sus historias pululan en la cultura popular del tico.
Había una vez un recinto solitario, de piso de tierra y paredes de madera. Se ubicaba un kilómetro al norte del Salón París, en Cartago, en un territorio cubierto de potreros, al lado de una calle de piedra, larga y polvorienta.
Pasaban por allí solo unos trillos para andar a pie. Cuando el sol comenzaba a ocultarse y la neblina se apropiaba del paraje, el escondrijo cobraba vida en el silencio nocturno.
Lo que allá acaecía no era ningún secreto. El local se ganó fama como el primer prostíbulo de la vieja metrópoli. Era barato y su ubicación insospechada lo hacía apropiado para quienes lo visitaban en secreto.
Cada noche, el pequeño bar se convertía en la más concurrida estación de El Carmen de Cartago, que para entonces aún no llevaba el sustantivo de barrio. Aquella era la única edificación a la redonda.
En la entrada, de pie y con una mano extendida, Hortensia de Jesús Porras Mora –mujer de armas tomar y bien plantada– le cobraba ¢1,50 a todo aquel caballero que quisiera entrar.
Sin paga no había servicio, mas para aquellos que desembolsaban la cuota, había cinco o seis mujeres que atendían a la clientela. Había que esperar a que alguno de los cuartos se desocupara, por lo que era común ver a varios varones haciendo fila.
“¡El que sigue!”, gritaba Tencha, la dueña y administradora, cuando se abría la puerta de alguna de las recámaras. Ella –comerciante de origen campesino–, era quien mandaba en el lugar.
Los aposentos más finos tenían una velita, pero eso no era lo único que se encendía entre las cuatro paredes. En los otros cuartos, no había más que una cama rellena de paja y una bacinilla para el aseo personal de las mujeres al concluir su labor.
Apenas comenzaba la década de 1950 cuando el bar de Tencha abrió sus puertas. Estaba por empezar una larga historia...
“Del negocio vivíamos todos”, asegura Carlos Porras Mora, el menor de los tres hijos de Hortensia, o Tencha, como la llamaban. La mamá –soltera y emprendedora– tuvo varios negocios, pero el prostíbulo resultó ser el que más dinero aportaba a la economía familiar. De él salía el alimento para la jefa de hogar y sus tres hijos, así como para las mujeres que trabajaban ahí con cada caída de sol. Todas ellas eran de bajos recursos.
Carlos tiene 77 años de edad y una pronunciada calva. Vive en San Rafael de Quircot, en la casa donde falleció su madre a los 96 años, el 1.° de diciembre del 2005. En las paredes de la sala, las fotos de Tencha se mezclan con las imágenes de Thalía y Pedro Infante; todas ellas enmarcadas, todas ellas memorables.
Cuando la famosa cartaginesa falleció, la acompañaban su familia y la pobreza en la que estuvo sumida durante sus últimas dos décadas de vida. Cuenta Carlos que hace unos 35 años un hombre con quien ella formó pareja “ “vendió el bar por una miseria y Tencha perdió el negocio” .
Él no recuerda con exactitud la fecha en la cual su progenitora adquirió el local, pero todavía precisa que su madre desembolsó ¢35.000 para comprar la propiedad. Antes, el espacio era un bar, un simple y llano bar.
Hoy, el sobrenombre Tencha es todo un referente en la provincia de las brumas, al punto de que hay quienes aseguran que, después de la Basílica de los Ángeles, el bar de “tía Tencha” es el lugar más conocido de Cartago. Bienvenida la ironía.
El mote popular es la mejor referencia para llegar al bar Royal (su nombre oficial). En los alrededores del Mercado, cuentan los taxistas que hay clientes que lo conocen como “Kilómetro Uno”, lo cual hace referencia a los 1.000 metros que lo separan del antiguo Salón París, donde ahora hay un restaurante McDonalds.
Otros, en cambio, se refieren al lugar, simplemente, como “donde tía”, y sobra la explicación de todo lo demás.
Aquellos tiempos
El bar Royal dejó de pertenecer a Tencha desde hace más de tres décadas pero todavía sigue siendo un establecimiento de nutrida asistencia.
Ya no hay camas de paja ni paredes de madera, creció en tamaño y en popularidad, y ahora funciona de lunes a domingo desde que el reloj marca las 6 p. m.
¿Cómo explicar la infaltable concurrencia masculina? Uno de los dueños del local (quien pidió la reserva de su identidad), asegura que “este es un negocio de pueblo, lo que permite que perdure. Uno a veces se encuentra entre los clientes a campesinos con las botas de hule. Llega gente de todas partes del país; muchos son nuevos, pero se reconocen caras de personas que quedaron encantadas desde la primera vez que entraron”, afirma.
Cartagineses de pura cepa coinciden con la afirmación del empresario. Las opiniones y narraciones acá transcritas las hallamos en el ombligo de la vieja metrópoli: en medio del barullo del Mercado Central. El léxico también es propio del contexto.
Cada vez que quien firma este artículo soltaba la pregunta “¿usted ha ido donde Tencha?” , el talante del entrevistado de turno cambiaba drásticamente.
Sonrisas tímidas, caras de susto y un “¡claro que sí!”, fueron de las reacciones más frecuentes entre los hombres interrogados. No importaba la edad, ni el oficio, todos sabían algo de la tía Tencha o por lo menos tenían un referido que podría ahondar en el tema.
“Yo nunca he ido, pero vaya a ese otro puestico y ahí pregunte por fulano. Ese mae de fijo le puede contar porque a cada rato va”, dijo el vendedor de una verdulería. “No pa’, yo he escuchado pero no le puedo decir nada, camine hasta aquel puesto de condimentos y ahí le cuentan”.
La ruta por el Mercado avanzaba en zigzag y algunos vendedores se negaban con una sonrisa y “le pasaban la bola” a algún “colega”, ubicado en el mismo pasillo de mercaderías.
Al rato de haber comenzado el primero de varios recorridos, la suerte cambió en un negocio de artículos de cuero, donde un par de cartagos confesaron su devoción por “la tía”.
Cartuchos de anécdotas
Un bombillo amarillo ilumina el negocio de sombreros y montaduras. Gerardo Rodríguez y Albert Orozco atienden con un “¿qué le damos?”, pero la conversación se desvía en la segunda oración.
¡Claro que recuerdan sus andadas adonde Tencha!, aunque cada uno de ellos lo hizo por su lado, en épocas lejanas. Los dos hombres se convirtieron en los narradores del encuentro.
–“Yo tenía como 12 ó 13 años la primera vez que fui... hablamos de hace unos 40 años, cuando la entrada costaba ¢25”.
“Yo fui a los 16, por ahí del año 1975. Uno le pagaba a la muchacha y ella le daba una parte a Tencha por el cuarto. Luego de ‘trepar’, ella decía ‘váyase’. De inmediato, entraba el siguiente”.
Y añade el otro: “Cuando yo fui, la calle era de lastre, y como uno era menor de edad, cuando llegaba la Policía tenía que salir corriendo por una puertilla de atrás ... no le quedaba de otra más que esconderse en un matorral a medio camino”.
Las revelaciones siguieron alternándose, en boca de uno y luego de su compañero:
“Vea, la cosa era así: uno a veces llegaba con el anhelo de tomarse una cerveza, pero mientras tanto ojeaba con cuidado a ver con cuál mujer se iba. Más adelante, yo iba cuando ya estaba casado... usted sabe que uno pica por fuera, pero cuando mi novia se enteró de esto, la flor murió”.
“Le puedo decir que algunas de las prostitutas que trabajaban ahí eran de Turrialba, de Tres Ríos o de Curridabat. Después, algunas formaron familias con clientes que conocieron ahí”.
“Más adelante salieron un par de negocios que competían con el de Tencha, como Mamá Descalza, que era en El Molino era una casa de citas. El otro lugar era Susa, por la estación del tren. Ese era práctico por lo céntrico; pero ya no están ninguno de esos dos y solo Tencha sobrevive”.
Leyendas de cantina
Dicen las malas lenguas que allá una vez se apareció el pisuicas (con ese seudónimo).
La historia la contó otro informante anónimo por elección, un vendedor que respondió mientras cortaba queso para colocar en la vitrina de su negocio.
– “Diay sí... lo que yo he escuchado es que se metió un tipo todo guapo, dicen que era alto y elegante. En el cuarto, poseyó a una de las prostitutas y se le convirtió. Ella terminó en el suelo, dando manifestaciones de su condición, y todo el mundo salió corriendo... hasta olía a azufre”.
La leyenda es popular y casi mítica. Sin embargo, a los días, otra versión quizá más confiable llegó a nuestros oídos.
“Yo estaba ese día... fue un viernes”, comenta uno de los dueños actuales del bar Royal.
“A un gracioso se le ocurrió tirar un pedo químico en el bar. El olor se esparció rapidísimo y una muchacha que estaba embarazada se desmayó y cayó al suelo. La gente salió porque la pestilencia enchilaba los ojos. Eso fue todo”.
El comerciante, también vecino de Cartago, asegura que esas son las “leyendas de cantina” que se han esparcido a lo largo del tiempo pero que son inventadas y exageradas.
“Yo he escuchado a gente hablando cosas del lugar solo para lucirse. Pero le aseguro que muchas de ellas son personas que nunca han entrado ahí”, agrega.
De nuevo en el Mercado, detrás de los tomates y las hortalizas, Alejandro Valverde, contó otra historia de la que asegura haber sido testigo: “Una vez, el padre de El Carmen entró donde Tencha gritando: ‘Adúlteros y prostitutas, arrepentíos o malditos serán’, y todo el mundo salió espantado”.
Más allá, otro lugareño cuenta que “en los años 80, había una muchacha que se llamaba María, rubia y caderuda. Los hombres hacían fila para entrar con ella, así que ella los apuraba para poder cumplirle a todos”.
Afuera, en la cantina El Veinte, un cuento más aparece al mencionar el tema. “Yo soy hombre casado pero voy cada ocho días a escondidas, como maña mía”, revelaun cliente de ojos claros y bigote delgado, oriundo de Cachí. “Voy temprano para agarrar a las mujeres fresquitas; es mejor cuando van entrando, si no, uno solo se queda con ‘la sopa’”.
Un amigo suyo, de pie en la barra de la cantina, recuerda que hace varias décadas había una mujer a la que le decían Rambo. “A uno ni le pedían cédula en aquel entonces. Yo, como estaba estrenándome, tuve que pedirle a ella que me explicara qué hacer. Luego seguí yendo y siempre buscaba a la misma muchacha”.
Cama para no iniciados
El recorrido continuó hasta donde el aroma a carne y pollo refrigerado se mezclaban con el de las bolsas de papas tostadas, colgadas de ganchos.
Los comerciantes de este puesto del Mercado eran más jóvenes que los anteriores, pero no por eso menos conocedores del tema. Aquellos respondieron sonrientes, pero prefirieron no identificarse, aunque sí aceptaron haber ido apenas hace unos dos años donde “la tía”.
“Diay, la verdad es que todo el mundo ha ido ahí; para qué le voy a decir que no”, contó uno.
“No, no, yo todavía no he ido, pero vivo cerca y por mi casa siempre pasan preguntando cómo llegar donde Tencha. Dicen que ahí es donde a uno ‘le dan los títulos’. A mí me van a llevar cuando cumpla 18 para inaugurarme. Estos compas ya me lo prometieron. ¿Verdad?”, comentaba el menor de los replicantes.
“Yo fui a los 17. Ahí es donde se inician muchos, porque es barato. El que tiene más plata va a buscar prostitutas a San José. Hay gente que va a celebrar el cumpleaños, y los amigos le escogen a la guila, pero sí es común que muchos vayan ahí apenas cumplen 18 años o cuando quieren hacerlo por primera vez”.
“Le voy a ser honesto. Ahí hay mujeres para todos los gustos: bonitas, altas, morenas, blancas, feas, gordas... pero eso es un legítimo ‘cuatro paredes’, no es ningún palacio”, agrega el primero.
A pesar de no ser el local más elegante, se cuenta como secreto a voces que políticos y futbolistas reconocidos han pasado más de una vez por las manos de las mujeres que ahí laboran.
“Primero los de Cot”
“El cartago que no conoce Tencha no es cartago”. La frase la repiten varios taxistas que conversan sobre el tema al costado sur del Mercado de esa provincia. Lo mismo afirman otros consultados en diversos puntos de la cabecera de la ciudad.
“Antes, ahí se llenaba de hombres de todas partes de la provincia: Orosi, Tierra Blanca, Cervantes, Pacayas, Tobosí, Tejar, Quebradilla y Aguas Calientes.
A cierta hora, Tencha gritaba: ‘Primero los de Cot, porque los deja el bus... De último los de San Blas porque les queda ahí no más’, y así, los de Cot se adelantaban en la fila y pasaban de primeros con las muchachas”.
“Cuando uno cumplía 18, lo llevaban ahí para que ‘le echaran el gorro para atrás’, pero uno también podía ir nada más a tomar o a bailar”.
Otro dice: “Yo hace ratillo no voy, pero antes, los cuartos estaban al fondo, había como unos 25. La cama era de vinil; no había ni sábanas y la estructura era de cemento chorreado... como una fosa. Uno nada más escogía la luz encendida o apagada”.
“En algunos cuartos había rendijas y otra gente se asomaba, pero eso ya no es así. Antes uno no podía quitarse los pantalones cuando estaba adentro, porque, a menudo, alguien metía la mano y lo bolseaba”.
Solo quedan dos de aquellas famosas camas con la rígida base cementada. Ahora, en la parte trasera del bar Royal, se cuentan 30 habitaciones a las que se llega luego de atravesar una puerta blanca a vista y paciencia de toda la clientela del bar.
Adelante, el bar es como cualquier otro: luces de neón, rocola y dos barras con bebidas. Atrás, los pasillos se convierten en un laberinto y, dichosamente, las paredes no hablan, porque si no, habría tremendo bullicio.
“Estas camas son bastante nuevas”, dice el empresario al señalar un amplio colchón envuelto en una frazada azul.
Algunas de las mujeres laboran seis días a la semana; otras, llegan solo tres veces. La mayoría son extranjeras: caribeñas y vecinas centroamericanas. Unas son jóvenes y otras no tanto; todas andan maquilladas y usan escasas vestimentas.
El recorrido es breve y pasa por los casilleros de las damiselas: “Chiquita”, “Yeni”... cada uno con el nombre de su dueña. Adentro guardan su ropa de cambio, que sin duda ocupa más espacio que lo que usan para trabajar.
“En una buena noche, tengo hasta 18 clientes... y todas las noches hay trabajo que hacer”, dice una de las empleadas del oficio más viejo del mundo.
Ahí, en el establecimiento en El Carmen de Cartago ya no hay potreros aledaños, sino que el bar Royal colinda con un populoso vecindario y una carretera.
El paisaje ha cambiado con el tiempo, mas no así el apodo del local. Más de 50 años después de abrir sus puertas, al bar se le sigue llamando a secas: Tencha.
 
Última edición:
La famosa tía, no conozco el lugar, pero para los Cartagos es orgullo nacional, sin embargo de los que conozco, pocos reconocen ir a ese lugar. Igual le tengo mala fama de que solo colos y nicas pleiteros llegan por ahí
 
Después de la Bella Mansión debe ser uno de los puteros más viejos del país que aún se mantienen activos. En la Bella Mansión antes la dueña y administradora era una roquita y a veces estaba en el negocio. Después ha cambido como tres veces de administración pero no es lo mismo.
 
ajjaja nuestro orgullo brumoso... yo eh ido ahi pero no me eh atendido ya que la vez que fui no me gusto ni una sola chamaca... pero es un pacho estar ahi
 
Soy cartago y a mucho honor; el ruedo me lo hicieron ahì, no sè ahora pero en mi època siempre fuè un muy buen lugar. Guardo un aprecio especial para su dueño Eduardo, siempre especial. :hola:
 
Direccion actual y precios si no es mucho joder

mop la direccion es la misma del Mcdonalds del centro de Cartago como un kilometro....
y no se como estara de precio pero la ultima vez q me asome ahi que fue como hace año y medio estaban en 7 rojos el polvo no se si se mantendra o estara mas carillos
 
Cuando me inicie en el mundo de los antes conocidos "Puteros", Tencha fue el segundo lugar en visitar (el primero fue el que ahora es el Jet Set), eso fue en el 94, haganle numeros!!!

Aun me acuerdo que la cama era de cemento y entre con una paisita flaquita, con una carita de lo mas linda, tragona como ella sola!!

Que buenos recuerdos!, cuando vi el articulo en la Nacion dije "Mira Tencha, como ha cambiado" y cuando vuelvo a ver mi tata estaba a la par mia.... :ujuju:

Voy a tener que darme un viajecito por Carteles
 
#1 en FACTURA ELECTRÓNICA
jaja Tencha!!

yo creo que tiene mas romeros que la de los angeles :-o:-o:-o

yo soy cartago y varias veces me ofrecieron llevar mis primos, pero nunca fui por miedo a una enfermedad y porque mi novia me lo prestaba gratis :p
 
El lugar es medio feo, la entrada, pero adentro es un puro chingue, la verdad vale la pena para conocer, si no me equivoco sale en 3500 con una birra, y el polvo como a 8 rojos...
 
Uy mae yo he ido como 2 o 3 veces. Pero la última vez fue con unos compas que veniamos de ver un partido, nos sentamos en unas de las mesas un mae y yo de un lado y del otro lado un amigo negrillo medio relleno. La vara es que al rato viene creo que una dominicana pero mae era calculando creo que positivamente redonda, negra negra, tan gorda que hasta le faltaba el aire para hablar.

Se sento al puro borde de la silla (es como una banca de cada lado como los de restaunrante chino) y poco a poco se iba acercando mas. El pobre mae di estaba contra la pared y la gorda no tenia para donde irse, intentamos ignorarla pero ya en un tiro le dice al compa: "yo no he culeado hoy"...

Mae nos desgajamos a reír ahí mismo.


La calidad de la carne si anda como por un 6 o 7, si como la 2da vez me encontré una chiquita que según me contó adentro era de chepe y llevaba como 4 meses en eso, pero sinceramente una wila impresionante, pequeñita, flaca con pechitos pequeños y una nalgas hermosas, blanquita y pelo lacio castaño, riquísima.
 
Nunca me meto en este subforo, pero siendo Cartaga me llamó la atención el tema de tan afamado lugar Cartago, como las Ruinas o la Basílica de los Angeles, recuerdo las bromillas que salían en la escuela o en el cole y el mentado antro... :ujuju: o las historias de amigos que se iniciaron ahí... es lo único que tengo para compartir... dado que soy mujer y no he ido a lugares de ese tipo porque no le veo sentido

Ahora para aclarar lo que cita el compa:

mop la direccion es la misma del Mcdonalds del centro de Cartago como un kilometro....
y no se como estara de precio pero la ultima vez q me asome ahi que fue como hace año y medio estaban en 7 rojos el polvo no se si se mantendra o estara mas carillos

Es de la Mc Donald's de Cartago Centro como 1 km al Norte... y queda casi casi al frente de la delegación del tránsito de Cartago... :ujuju:

Cartago que no sepa donde queda Tencha, no es Cartago :idea:
 
Última edición:
Nunca me meto en este subforo, pero siendo Cartaga me llamó la atención el tema de tan afamado lugar Cartago, como las Ruinas o la Basílica de los Angeles, recuerdo las bromillas que salían en la escuela o en el cole y el mentado antro... :ujuju: o las historias de amigos que se iniciaron ahí... es lo único que tengo para compartir... dado que soy mujer y no he ido a lugares de ese tipo porque no le veo sentido

Ahora para aclarar lo que cita el compa:



Es de la Mc Donald's de Cartago Centro como 1 km al Norte... y queda casi casi al frente de la delegación del tránsito de Cartago... :ujuju:

Cartago que no sepa donde queda Tencha, no es Cartago :idea:
Eso mi cartaga asì se habla, cartago que no ha pasado por ahi es mal cartago. No es el Hotel del Rey pero es un vacilon, en su momento tenìa buenas mujeres no sè ahora. Para Pupys para vacilar vale la pena. :emot171:
 
Quien no sepa donde queda tencha, no es cartago enserio AHi que decirlo con orgullo, Otra cosa es ir, pero uno debe saber donde esta.
 
Quien no sepa donde queda tencha, no es cartago enserio AHi que decirlo con orgullo, Otra cosa es ir, pero uno debe saber donde esta.

Yo nunca he ido... pero es que Tencha es muy famosa aquí en Cartago y fuera de los límites cartagos... imagínese... todo es cultura general... yo por aquello para ser un alma caritativa y poder ubicar a los visitantes de ese centro de entretenimiento... ya hasta puse la dirección en el foro :idea:
 
Tencha

La verdad es un Hueco ese chante! y los cuartos son de miedo pero en ocaciones llegan unas wilas entre 7 a 9 pero no duran mucho es cuestion de suerte, ese lugar es del dueño del zancar y cuando llegan ricas las manda para San Carlos y ese lugar se llena mucho de dominicanas que estan bien ricas pero son muy cochinas.
 
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