¡Tremenda vaina, pura vida! Tres estudiantes del Colegio Lincoln nos han puesto a Costa Rica en el mapa mundial… ¡y vaya que lo hicieron con estilo!
Estos mocosos – Alanna, Emma y Joel – se coronaron campeones del Mundial de Robótica 2025 en Singapur, sacándose de sombrero a 500 equipos provenientes de cien países diferentes. Pero espera, porque hay más: también se llevaron el Innovation Award de Aramco, un reconocimiento que no le dan así nomás, precisamente porque la idea que presentaron es de otro nivel.
El brete de estos jóvenes, que ya están dando que hablar en todo el país, fue diseñar un robot llamado Sprout, enfocado en resolver un problema que parece sacado de una película de ciencia ficción: cómo producir comida fresca en misiones espaciales de larga duración. Imagínate, esos astronautas comiendo puré de papa recalentado por años... ¡qué cargada! Con Sprout, podrían tener lechugas y tomates fresquitos ahí arriba.
La clave está en un vivero espacial inteligente que combina robótica avanzada, inteligencia artificial y biotecnología agrícola. Según Emma Music, una de las genias detrás del proyecto, el sistema controla la luz, la humedad y otros factores para asegurar que las plantitas crezcan sanas y fuertes. ¡Y lo mejor de todo es que incorporaron un truco ingenioso para simular la gravedad, usando la fuerza centrífuga para que las raíces vayan para abajo! Porque ahí les va, en el espacio flotan todas las cosas, ¡hasta las raíces!
No fue fácil llegar hasta ahí, dicen los muchachos. Trabajaron un año entero en el desarrollo de Sprout, inspirándose en la biodiversidad rica que tenemos nosotros acá en Costa Rica. “Investigamos con todos los recursos disponibles y combinamos tecnologías de punta para darle forma a nuestro robot,” explica Joel Chen, demostrando que sí se puede hacer magia con esfuerzo y dedicación. De hecho, tuvieron jornadas extenuantes presentando su proyecto ante los jueces, quienes parecían estar pegados al stand, observando cada detalle con atención.
Christopher Music, el entrenador del equipo y padre de Alanna y Emma, estaba eufórico. “Verlos competir contra los mejores equipos del mundo y salir airosos, confirma que los jóvenes costarricenses tienen un talento excepcional. ¡Son pura calidad!”, exclamó. Reconoció que la creación de Sprout requirió una inversión considerable, alrededor de 20 millones de colones, pero gracias al apoyo de empresas privadas como Universidad Fidélitas, Grupo Garnier, God Branding y Shift Porter Novelli, pudieron llevar adelante este sueño espacial.
Es importante destacar que para llegar al Mundial de Robótica, los estudiantes tuvieron que ganarle a sus pares a nivel nacional. Una vez en Singapur, se midieron con potencias como China, Japón, Estados Unidos, Rusia y Malasia. ¡Un verdadero desafío que superaron con creces! Este logro no solo les da prestigio a ellos como individuos, sino también a nuestra educación y a nuestra capacidad de innovar. Nos demuestra que a pesar de los baches que podamos tener, somos capaces de competir con los mejores del planeta.
Este triunfo es motivo de celebración para todos los costarricenses, pero también nos plantea preguntas importantes. ¿Cómo podemos fomentar aún más la vocación científica y tecnológica entre nuestros jóvenes? ¿Qué políticas públicas necesitamos implementar para apoyar proyectos de investigación e innovación como este? ¿Creen ustedes que iniciativas como esta pueden contribuir a diversificar nuestra economía y reducir nuestra dependencia del turismo?
Estos mocosos – Alanna, Emma y Joel – se coronaron campeones del Mundial de Robótica 2025 en Singapur, sacándose de sombrero a 500 equipos provenientes de cien países diferentes. Pero espera, porque hay más: también se llevaron el Innovation Award de Aramco, un reconocimiento que no le dan así nomás, precisamente porque la idea que presentaron es de otro nivel.
El brete de estos jóvenes, que ya están dando que hablar en todo el país, fue diseñar un robot llamado Sprout, enfocado en resolver un problema que parece sacado de una película de ciencia ficción: cómo producir comida fresca en misiones espaciales de larga duración. Imagínate, esos astronautas comiendo puré de papa recalentado por años... ¡qué cargada! Con Sprout, podrían tener lechugas y tomates fresquitos ahí arriba.
La clave está en un vivero espacial inteligente que combina robótica avanzada, inteligencia artificial y biotecnología agrícola. Según Emma Music, una de las genias detrás del proyecto, el sistema controla la luz, la humedad y otros factores para asegurar que las plantitas crezcan sanas y fuertes. ¡Y lo mejor de todo es que incorporaron un truco ingenioso para simular la gravedad, usando la fuerza centrífuga para que las raíces vayan para abajo! Porque ahí les va, en el espacio flotan todas las cosas, ¡hasta las raíces!
No fue fácil llegar hasta ahí, dicen los muchachos. Trabajaron un año entero en el desarrollo de Sprout, inspirándose en la biodiversidad rica que tenemos nosotros acá en Costa Rica. “Investigamos con todos los recursos disponibles y combinamos tecnologías de punta para darle forma a nuestro robot,” explica Joel Chen, demostrando que sí se puede hacer magia con esfuerzo y dedicación. De hecho, tuvieron jornadas extenuantes presentando su proyecto ante los jueces, quienes parecían estar pegados al stand, observando cada detalle con atención.
Christopher Music, el entrenador del equipo y padre de Alanna y Emma, estaba eufórico. “Verlos competir contra los mejores equipos del mundo y salir airosos, confirma que los jóvenes costarricenses tienen un talento excepcional. ¡Son pura calidad!”, exclamó. Reconoció que la creación de Sprout requirió una inversión considerable, alrededor de 20 millones de colones, pero gracias al apoyo de empresas privadas como Universidad Fidélitas, Grupo Garnier, God Branding y Shift Porter Novelli, pudieron llevar adelante este sueño espacial.
Es importante destacar que para llegar al Mundial de Robótica, los estudiantes tuvieron que ganarle a sus pares a nivel nacional. Una vez en Singapur, se midieron con potencias como China, Japón, Estados Unidos, Rusia y Malasia. ¡Un verdadero desafío que superaron con creces! Este logro no solo les da prestigio a ellos como individuos, sino también a nuestra educación y a nuestra capacidad de innovar. Nos demuestra que a pesar de los baches que podamos tener, somos capaces de competir con los mejores del planeta.
Este triunfo es motivo de celebración para todos los costarricenses, pero también nos plantea preguntas importantes. ¿Cómo podemos fomentar aún más la vocación científica y tecnológica entre nuestros jóvenes? ¿Qué políticas públicas necesitamos implementar para apoyar proyectos de investigación e innovación como este? ¿Creen ustedes que iniciativas como esta pueden contribuir a diversificar nuestra economía y reducir nuestra dependencia del turismo?