¡Ay, Dios mío! Imagínate la escena: tú preparándole arroz con leche para la cena de Navidad, decorando el pesebre y de repente te das cuenta de que faltan los abuelitos. No porque se fueron de viaje, sino porque los dejaron plantados en la Caja, esperando que les traigan un pan de queso y un abrazo. Pues sí, mi gente, esto está pasando de verdad y nos duele hasta el alma.
Cada diciembre y enero, cuando todos estamos pensando en pasarla piola en la playa o tomando guaro en familia, en los hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) se arma un tremendo relajo con nuestros adultos mayores. Familias que, aprovechándose de una cita médica o incluso de una supuesta dolencia, desaparecen como humo, dejando al abuelo o abuela varado, sin compañía y con la esperanza puesta en el personal médico. Un verdadero despache, diay.
El Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (CONAPAM) y el Ministerio de Salud, conscientes de esta triste realidad, ya pusieron el grito en el cielo y lanzaron una advertencia seria. Parece que algunos familiares ven a sus padres y abuelos como una carga, un estorbo que impide disfrutar de las fiestas. ¡Qué poca humanidad, mae! Esto va en contra de todo lo que representamos como cultura costarricense, donde la familia siempre ha sido lo primero.
El modus operandi es bastante sencillo, aunque cruelmente calculado. Un simple control médico o una visita por alguna molestia sirven de pretexto para esfumarse. “Están bien cuidados, no se preocupen”, dicen, mientras se van a disfrutar de las fiestas. Dejan teléfonos apagados, cambian de dirección y el pobre anciano se queda a merced del sistema, ocupando una cama que podría necesitar alguien realmente enfermo. Es como si lo convirtieran en un mueble más en la sala de espera… un dolor de cabeza social, vamos.
Pero, ¡ojo!, porque este año las cosas van a cambiar. CONAPAM está jugando duro y ha dejado claro que abandonar a un adulto mayor no es solo una falta de respeto, es un delito penal. La ley está afilando los dientes y ya no va a haber lugar para disculpas ni “regaños”. La Fiscalía ya está lista para perseguir a los responsables y meterlos tras las rejas. Hasta 10 años de prisión podrían caerles si causan daño físico, emocional o incluso la muerte de la persona abandonada. ¡Que sirva de ejemplo!
Y ojo, que esto no solo ocurre en los hospitales. También hay muchos casos de personas mayores que quedan solas en sus casas, sin comida adecuada, sin sus medicinas y sin nadie que las supervise mientras sus familiares se echan unas buenas fiestas. Vecinos, ¡presten atención! Si sospechan que alguien está en peligro, denuncen. Tenemos que cuidarnos unos a otros, especialmente de los que más lo necesitan.
Por supuesto, no todo el mundo es así. Hay muchísimas familias ejemplares que se esfuerzan por cuidar de sus seres queridos mayores, brindándoles amor, atención y apoyo. Pero estos casos aislados no pueden empañar la imagen de un país que se presume solidario y respetuoso con sus tradiciones. Necesitamos recordar que nuestros abuelos son nuestra historia, nuestra raíz y merecen vivir sus últimos años con dignidad y cariño. Más que regalos materiales, lo que necesitan es nuestro tiempo, nuestra presencia y nuestra compañía.
En fin, una situación que nos obliga a reflexionar sobre nuestros valores y prioridades. ¿Realmente vale la pena sacrificar el bienestar de nuestros mayores por unas horas de diversión superficial? ¿Cómo podemos construir una sociedad más justa y solidaria para nuestros adultos mayores, asegurando que nunca se sientan olvidados o abandonados? Dime tú, ¿qué medidas crees que debemos tomar para evitar que esta crueldad navideña siga ocurriendo?
Cada diciembre y enero, cuando todos estamos pensando en pasarla piola en la playa o tomando guaro en familia, en los hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) se arma un tremendo relajo con nuestros adultos mayores. Familias que, aprovechándose de una cita médica o incluso de una supuesta dolencia, desaparecen como humo, dejando al abuelo o abuela varado, sin compañía y con la esperanza puesta en el personal médico. Un verdadero despache, diay.
El Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (CONAPAM) y el Ministerio de Salud, conscientes de esta triste realidad, ya pusieron el grito en el cielo y lanzaron una advertencia seria. Parece que algunos familiares ven a sus padres y abuelos como una carga, un estorbo que impide disfrutar de las fiestas. ¡Qué poca humanidad, mae! Esto va en contra de todo lo que representamos como cultura costarricense, donde la familia siempre ha sido lo primero.
El modus operandi es bastante sencillo, aunque cruelmente calculado. Un simple control médico o una visita por alguna molestia sirven de pretexto para esfumarse. “Están bien cuidados, no se preocupen”, dicen, mientras se van a disfrutar de las fiestas. Dejan teléfonos apagados, cambian de dirección y el pobre anciano se queda a merced del sistema, ocupando una cama que podría necesitar alguien realmente enfermo. Es como si lo convirtieran en un mueble más en la sala de espera… un dolor de cabeza social, vamos.
Pero, ¡ojo!, porque este año las cosas van a cambiar. CONAPAM está jugando duro y ha dejado claro que abandonar a un adulto mayor no es solo una falta de respeto, es un delito penal. La ley está afilando los dientes y ya no va a haber lugar para disculpas ni “regaños”. La Fiscalía ya está lista para perseguir a los responsables y meterlos tras las rejas. Hasta 10 años de prisión podrían caerles si causan daño físico, emocional o incluso la muerte de la persona abandonada. ¡Que sirva de ejemplo!
Y ojo, que esto no solo ocurre en los hospitales. También hay muchos casos de personas mayores que quedan solas en sus casas, sin comida adecuada, sin sus medicinas y sin nadie que las supervise mientras sus familiares se echan unas buenas fiestas. Vecinos, ¡presten atención! Si sospechan que alguien está en peligro, denuncen. Tenemos que cuidarnos unos a otros, especialmente de los que más lo necesitan.
Por supuesto, no todo el mundo es así. Hay muchísimas familias ejemplares que se esfuerzan por cuidar de sus seres queridos mayores, brindándoles amor, atención y apoyo. Pero estos casos aislados no pueden empañar la imagen de un país que se presume solidario y respetuoso con sus tradiciones. Necesitamos recordar que nuestros abuelos son nuestra historia, nuestra raíz y merecen vivir sus últimos años con dignidad y cariño. Más que regalos materiales, lo que necesitan es nuestro tiempo, nuestra presencia y nuestra compañía.
En fin, una situación que nos obliga a reflexionar sobre nuestros valores y prioridades. ¿Realmente vale la pena sacrificar el bienestar de nuestros mayores por unas horas de diversión superficial? ¿Cómo podemos construir una sociedad más justa y solidaria para nuestros adultos mayores, asegurando que nunca se sientan olvidados o abandonados? Dime tú, ¿qué medidas crees que debemos tomar para evitar que esta crueldad navideña siga ocurriendo?
