¡Ay, Dios mío, qué vara más triste! Resulta que estamos llegando a fin de año y la UNED, pa' darle más sabor al ponche, nos soltó la bomba: muchos adultos mayores están siendo abandonados. Sí, así como lo leíste, en diciembre, cuando deberíamos estar celebrando rodeados de familia... ¡qué despiche!
Según la Universidad Estatal a Distancia, parece que las prioridades han cambiado. Ya no es lo mismo tener a los abuelos cerca; ahora todo gira alrededor del consumismo, los regalos y las salidas. Se olvidaron los viejitos, mae. Esto revela una realidad bien amarga: las redes de apoyo familiar y comunitario se están deshaciendo como hilo viejo.
La gente de la UNED, a través del Programa Persona Adulta Mayor, anduvieron investigando y descubrieron varios factores que contribuyen a este panorama. Primero, que las redes de apoyo se debilitan, especialmente en estas fechas tan agitadas. Segundo, que la prioridad se pone en gastar, gastar y gastar, dejando poco espacio para cuidar de los que realmente necesitan atención. ¡Y tercero, la presión económica! Porque entre compras navideñas y viajes, a veces hasta se olvida comprar las pastillas al anciano.
Pero no todo está perdido, porque las instituciones se están moviendo. Los hospitales, los asilos y las organizaciones sociales están reforzando sus equipos y protocolos. Están aumentando el personal, evaluando riesgos, ampliando horarios y coordinándose para atender cualquier emergencia. ¡Se rifan, aunque ya deberían haberlo hecho antes, mi pana!
CONAPAM también está metida en esto, y eso da esperanzas. Han habilitado líneas telefónicas 24/7 para recibir denuncias y ofrecer ayuda a quien la necesite. Pero la verdad, lo ideal sería que no tuviéramos que depender de llamadas de emergencia, sino que todos nos diéramos cuenta de que nuestros padres y abuelos merecen mucho más respeto y cariño.
La UNED, bien sensata, nos está pidiendo un cambio de mentalidad. No podemos seguir viendo a los adultos mayores como una carga o estorbo. Son personas con una vida llena de experiencias, sabiduría y amor para dar. Necesitan que les demos una mano, que les escuchemos y que les hagamos sentir que no están solos. En fin, un poquito de corazón, ¡por favor!
Para evitar que esto siga pasando, la UNED propone varias cosas: planificar el cuidado familiar con anticipación, crear grupos de apoyo vecinales, fomentar la empatía desde las escuelas y cambiar la forma en que hablamos de la vejez. Imagínate, enseñarles a los niños a respetar a los ancianos… ¡qué sana sería esa vaina!
Así que, compas, vamos a reflexionar sobre esto. ¿Qué hacemos nosotros, individualmente y como sociedad, para proteger y valorar a nuestros adultos mayores? ¿Estamos dispuestos a sacrificar un poco nuestro entretenimiento y nuestras compras para brindarles a ellos la atención que se merecen? ¡Dime tú, qué piensas al respecto?
Según la Universidad Estatal a Distancia, parece que las prioridades han cambiado. Ya no es lo mismo tener a los abuelos cerca; ahora todo gira alrededor del consumismo, los regalos y las salidas. Se olvidaron los viejitos, mae. Esto revela una realidad bien amarga: las redes de apoyo familiar y comunitario se están deshaciendo como hilo viejo.
La gente de la UNED, a través del Programa Persona Adulta Mayor, anduvieron investigando y descubrieron varios factores que contribuyen a este panorama. Primero, que las redes de apoyo se debilitan, especialmente en estas fechas tan agitadas. Segundo, que la prioridad se pone en gastar, gastar y gastar, dejando poco espacio para cuidar de los que realmente necesitan atención. ¡Y tercero, la presión económica! Porque entre compras navideñas y viajes, a veces hasta se olvida comprar las pastillas al anciano.
Pero no todo está perdido, porque las instituciones se están moviendo. Los hospitales, los asilos y las organizaciones sociales están reforzando sus equipos y protocolos. Están aumentando el personal, evaluando riesgos, ampliando horarios y coordinándose para atender cualquier emergencia. ¡Se rifan, aunque ya deberían haberlo hecho antes, mi pana!
CONAPAM también está metida en esto, y eso da esperanzas. Han habilitado líneas telefónicas 24/7 para recibir denuncias y ofrecer ayuda a quien la necesite. Pero la verdad, lo ideal sería que no tuviéramos que depender de llamadas de emergencia, sino que todos nos diéramos cuenta de que nuestros padres y abuelos merecen mucho más respeto y cariño.
La UNED, bien sensata, nos está pidiendo un cambio de mentalidad. No podemos seguir viendo a los adultos mayores como una carga o estorbo. Son personas con una vida llena de experiencias, sabiduría y amor para dar. Necesitan que les demos una mano, que les escuchemos y que les hagamos sentir que no están solos. En fin, un poquito de corazón, ¡por favor!
Para evitar que esto siga pasando, la UNED propone varias cosas: planificar el cuidado familiar con anticipación, crear grupos de apoyo vecinales, fomentar la empatía desde las escuelas y cambiar la forma en que hablamos de la vejez. Imagínate, enseñarles a los niños a respetar a los ancianos… ¡qué sana sería esa vaina!
Así que, compas, vamos a reflexionar sobre esto. ¿Qué hacemos nosotros, individualmente y como sociedad, para proteger y valorar a nuestros adultos mayores? ¿Estamos dispuestos a sacrificar un poco nuestro entretenimiento y nuestras compras para brindarles a ellos la atención que se merecen? ¡Dime tú, qué piensas al respecto?