¡Ay, Dios mío! Ya casi llega diciembre y con él el Adviento, ese tiempo de preparación pa' la Navidad que tanto le gusta a la Iglesia Católica. Este año arranca el domingito 30 de noviembre, así que hay que ir poniéndonos las pilas si queremos darle la importanciota que merece. La verdad, a veces siento que se nos pasa volando este tiempo y luego andamos corriendo como gallinas sin cabeza buscando regalos.
Ahora, muchos se preguntarán, ¿qué es exactamente el Adviento? Pues miren, es un período de cuatro semanas que precede a la Navidad, una época para reflexionar sobre el nacimiento de Jesucristo. Se dice que es un tiempo de esperanza, de recogimiento y de prepararnos espiritualmente para recibir a Belén. Según el Catecismo, renovamos nuestra expectativa por la segunda venida del Salvador, ¡imagínense eso!
Y hablando de preparaciones, hace unos añitos, la Madre Angélica, una religiosa muy respetada, soltaba unas verdades. Decía que igual como la Navidad parece empezar con más publicidad comercial antes de tiempo, nosotros debemos tratar de preparar nuestro corazón para estar más cerca del Señor. Un consejo clave: dejar espacio en nuestros corazones para meditar sobre cómo y por qué un Dios tan poderoso quizo hacerse hombre y vivir nueve meses en el vientre de María, ¡una vara impresionante, diay!
Tradicionalmente, los fieles católicos preparan la Corona de Adviento, que es un círculo hecho con ramas verdes que simboliza la eternidad, adornado con cuatro velas –tres moradas y una rosa– y una central blanca. Cada semana se enciende una vela más, representando las diferentes etapas de la espera y la alegría creciente hacia la Navidad. El morado, ¿ya saben?, representa la penitencia y la reflexión, mientras que el rosa trae un poquito de alegría al asunto, porque al final, ¡la Navidad es motivo de festejo!
Pero bueno, aquí viene el despiche… En los últimos años, esta tradición se ha ido mezclando con otras tendencias más comerciales. Ahora vemos por todos lados los calendarios de Adviento, esas cajitas con ventanitas que abrimos día tras día hasta llegar al 24 de diciembre. Antes eran chocolates o dulces, pero ahora tienen de todo: maquillaje, jueguetes, cervecitas, joyitas... ¡hasta queso! Algunos alcanzan precios de locura, superando fácilmente los 70 mil colones. Uno se queda pensando, ¿esto es realmente espíritu navideño o solo consumo desenfrenado?
Ya ni sé ustedes, pero me da un poco de pena ver cómo se ha transformado el Adviento en una competencia por ver quién tiene el calendario más caro o lleno de cosas innecesarias. Claro, regalarle a alguien un chunche siempre es lindo, pero creo que la verdadera esencia del Adviento radica en dedicar tiempo a la reflexión, a la familia y a ayudar al prójimo. No se trata de acumular cosas, sino de abrir nuestro corazón a lo esencial.
Muchos recuerdan que los calendarios originales incluían frases bíblicas o pequeñas oraciones para fomentar la espiritualidad. Hoy, aunque algunos todavía mantienen ese enfoque, la mayoría parecen diseñados para sacarle el jugo económico a la temporada navideña. Incluso tenemos calendarios temáticos de películas y series como Harry Potter o Pokémon, ¡imagínense la carga! Pero digo, cada quien su gusto, claro, siempre y cuando no olvidemos el verdadero significado detrás de estas fechas.
Al fin y al cabo, ¿ustedes qué piensan? Con tanta oferta de calendarios llenos de cosas materiales, ¿cree que estamos perdiendo de vista el verdadero espíritu del Adviento y la Navidad? ¿Deberíamos enfocarnos más en actividades significativas y pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos en lugar de gastar una fortuna en objetos que terminaremos tirando al brete?
Ahora, muchos se preguntarán, ¿qué es exactamente el Adviento? Pues miren, es un período de cuatro semanas que precede a la Navidad, una época para reflexionar sobre el nacimiento de Jesucristo. Se dice que es un tiempo de esperanza, de recogimiento y de prepararnos espiritualmente para recibir a Belén. Según el Catecismo, renovamos nuestra expectativa por la segunda venida del Salvador, ¡imagínense eso!
Y hablando de preparaciones, hace unos añitos, la Madre Angélica, una religiosa muy respetada, soltaba unas verdades. Decía que igual como la Navidad parece empezar con más publicidad comercial antes de tiempo, nosotros debemos tratar de preparar nuestro corazón para estar más cerca del Señor. Un consejo clave: dejar espacio en nuestros corazones para meditar sobre cómo y por qué un Dios tan poderoso quizo hacerse hombre y vivir nueve meses en el vientre de María, ¡una vara impresionante, diay!
Tradicionalmente, los fieles católicos preparan la Corona de Adviento, que es un círculo hecho con ramas verdes que simboliza la eternidad, adornado con cuatro velas –tres moradas y una rosa– y una central blanca. Cada semana se enciende una vela más, representando las diferentes etapas de la espera y la alegría creciente hacia la Navidad. El morado, ¿ya saben?, representa la penitencia y la reflexión, mientras que el rosa trae un poquito de alegría al asunto, porque al final, ¡la Navidad es motivo de festejo!
Pero bueno, aquí viene el despiche… En los últimos años, esta tradición se ha ido mezclando con otras tendencias más comerciales. Ahora vemos por todos lados los calendarios de Adviento, esas cajitas con ventanitas que abrimos día tras día hasta llegar al 24 de diciembre. Antes eran chocolates o dulces, pero ahora tienen de todo: maquillaje, jueguetes, cervecitas, joyitas... ¡hasta queso! Algunos alcanzan precios de locura, superando fácilmente los 70 mil colones. Uno se queda pensando, ¿esto es realmente espíritu navideño o solo consumo desenfrenado?
Ya ni sé ustedes, pero me da un poco de pena ver cómo se ha transformado el Adviento en una competencia por ver quién tiene el calendario más caro o lleno de cosas innecesarias. Claro, regalarle a alguien un chunche siempre es lindo, pero creo que la verdadera esencia del Adviento radica en dedicar tiempo a la reflexión, a la familia y a ayudar al prójimo. No se trata de acumular cosas, sino de abrir nuestro corazón a lo esencial.
Muchos recuerdan que los calendarios originales incluían frases bíblicas o pequeñas oraciones para fomentar la espiritualidad. Hoy, aunque algunos todavía mantienen ese enfoque, la mayoría parecen diseñados para sacarle el jugo económico a la temporada navideña. Incluso tenemos calendarios temáticos de películas y series como Harry Potter o Pokémon, ¡imagínense la carga! Pero digo, cada quien su gusto, claro, siempre y cuando no olvidemos el verdadero significado detrás de estas fechas.
Al fin y al cabo, ¿ustedes qué piensan? Con tanta oferta de calendarios llenos de cosas materiales, ¿cree que estamos perdiendo de vista el verdadero espíritu del Adviento y la Navidad? ¿Deberíamos enfocarnos más en actividades significativas y pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos en lugar de gastar una fortuna en objetos que terminaremos tirando al brete?