¡Aguántense! Que les voy a contar cómo la Asociación Gerontológica Costarricense (AGECO) ha estado echándole ganas por nuestros abuelitos y abuelas. Resulta que durante todo el 2025, han andado dando vueltas por el país con su programa ‘Envejeciendo Activamente en mi Comunidad’, y vaya si han dado resultado. Parece que ya entendieron que la edad es solo un número, y que nuestros mayores tienen mucho que aportar y disfrutar.
Este brete de la AGECO, que lleva funcionando desde el 2004, se basa en una red de clubes comunales –más de cien, ¡imagínate!– donde se ofrecen cursos y talleres para promover un envejecimiento activo y digno. No se trata solo de llenar agendas; es darle herramientas a nuestros ancianos para que se sientan útiles, valorados y parte de la sociedad. Lo importante es mantenerlos activos, tanto física como mentalmente, porque así la vida sigue siendo pura alegría.
Y qué decir de estos encuentros regionales. ¡Una verdadera maravilla! Se llevaron a cabo once de ellos por todo el país, llegando a prácticamente todos los rincones. Ahí, se tocaron temas cruciales como derechos humanos, planificación financiera, alimentación saludable y, por supuesto, cómo aprovechar al máximo cada día. Lo más bacán es que no solo hubo charlas teóricas; también hubo espacio para mostrar talentos. Varios abuelos y abuelas sacaron a relucir sus habilidades artísticas y manuales, ¡una muestra de que nunca es tarde para aprender cosas nuevas!
Entre septiembre, octubre y noviembre pasados, más de mil personas se sumaron a los 42 talleres que se ofrecieron en comunidades como Desamparados, Matina, Pérez Zeledón, Sarapiquí, Upala, Nandayure y Santa Cruz de Guanacaste. ¡Un recorrido impresionante! De verdad, chapeau a la gente de AGECO por llevar esto tan lejos. Estos espacios permiten romper con el aislamiento social y fortalecer los lazos comunitarios, algo fundamental para el bienestar emocional de las personas mayores. Además, muchos aprendieron técnicas prácticas para mejorar su calidad de vida, desde cómo ahorrar energía hasta cómo cuidar su salud mental.
Pero no todo fue trabajo. También hubo tiempo para la diversión y el compañerismo. En los encuentros regionales, los participantes compartieron historias, risas y experiencias. Hubo presentaciones musicales, bailes, concursos de cocina… ¡de todo un poco! Demostrando que, aunque los años pasen, el espíritu juvenil nunca muere. Es alentador ver cómo estas iniciativas ayudan a construir una cultura de respeto y valoración hacia las personas mayores, promoviendo su participación activa en la vida social y cultural del país.
Lo interesante de este programa es que no solo beneficia a los adultos mayores directamente, sino que también impacta positivamente a sus familias y a toda la comunidad. Al sentirse apoyados y empoderados, los ancianos pueden seguir contribuyendo con su experiencia y sabiduría, transmitiéndola a las generaciones más jóvenes. Esto crea un círculo virtuoso de aprendizaje y crecimiento mutuo, fortaleciendo el tejido social y construyendo una sociedad más justa e inclusiva. Muchos hijos e hijas de esos señores agradecen el apoyo, pues saben que sus padres están aprendiendo cosas nuevas y haciendo amigos, lo cual alivia muchas preocupaciones.
Ahora bien, claro que siempre hay espacio para mejorar. Algunos participantes mencionaron que sería útil ofrecer transporte gratuito a los talleres, especialmente para aquellos que viven en zonas alejadas. Además, se podría ampliar la oferta de cursos y talleres para cubrir otras áreas de interés, como tecnología digital, idiomas y actividades físicas adaptadas. También sería bueno fortalecer la colaboración con otras organizaciones sociales y gubernamentales para ampliar el alcance del programa y garantizar su sostenibilidad a largo plazo. No obstante, el trabajo de AGECO merece un reconocimiento sincero y un apoyo continuo.
En fin, parece que AGECO sí está haciendo la diferencia en la vida de miles de costarricenses. Pero dime, ¿crees que es suficiente lo que se está haciendo actualmente para apoyar a nuestra población adulta mayor? ¿Qué más podríamos hacer como sociedad para asegurarles una vejez plena, feliz y productiva?
Este brete de la AGECO, que lleva funcionando desde el 2004, se basa en una red de clubes comunales –más de cien, ¡imagínate!– donde se ofrecen cursos y talleres para promover un envejecimiento activo y digno. No se trata solo de llenar agendas; es darle herramientas a nuestros ancianos para que se sientan útiles, valorados y parte de la sociedad. Lo importante es mantenerlos activos, tanto física como mentalmente, porque así la vida sigue siendo pura alegría.
Y qué decir de estos encuentros regionales. ¡Una verdadera maravilla! Se llevaron a cabo once de ellos por todo el país, llegando a prácticamente todos los rincones. Ahí, se tocaron temas cruciales como derechos humanos, planificación financiera, alimentación saludable y, por supuesto, cómo aprovechar al máximo cada día. Lo más bacán es que no solo hubo charlas teóricas; también hubo espacio para mostrar talentos. Varios abuelos y abuelas sacaron a relucir sus habilidades artísticas y manuales, ¡una muestra de que nunca es tarde para aprender cosas nuevas!
Entre septiembre, octubre y noviembre pasados, más de mil personas se sumaron a los 42 talleres que se ofrecieron en comunidades como Desamparados, Matina, Pérez Zeledón, Sarapiquí, Upala, Nandayure y Santa Cruz de Guanacaste. ¡Un recorrido impresionante! De verdad, chapeau a la gente de AGECO por llevar esto tan lejos. Estos espacios permiten romper con el aislamiento social y fortalecer los lazos comunitarios, algo fundamental para el bienestar emocional de las personas mayores. Además, muchos aprendieron técnicas prácticas para mejorar su calidad de vida, desde cómo ahorrar energía hasta cómo cuidar su salud mental.
Pero no todo fue trabajo. También hubo tiempo para la diversión y el compañerismo. En los encuentros regionales, los participantes compartieron historias, risas y experiencias. Hubo presentaciones musicales, bailes, concursos de cocina… ¡de todo un poco! Demostrando que, aunque los años pasen, el espíritu juvenil nunca muere. Es alentador ver cómo estas iniciativas ayudan a construir una cultura de respeto y valoración hacia las personas mayores, promoviendo su participación activa en la vida social y cultural del país.
Lo interesante de este programa es que no solo beneficia a los adultos mayores directamente, sino que también impacta positivamente a sus familias y a toda la comunidad. Al sentirse apoyados y empoderados, los ancianos pueden seguir contribuyendo con su experiencia y sabiduría, transmitiéndola a las generaciones más jóvenes. Esto crea un círculo virtuoso de aprendizaje y crecimiento mutuo, fortaleciendo el tejido social y construyendo una sociedad más justa e inclusiva. Muchos hijos e hijas de esos señores agradecen el apoyo, pues saben que sus padres están aprendiendo cosas nuevas y haciendo amigos, lo cual alivia muchas preocupaciones.
Ahora bien, claro que siempre hay espacio para mejorar. Algunos participantes mencionaron que sería útil ofrecer transporte gratuito a los talleres, especialmente para aquellos que viven en zonas alejadas. Además, se podría ampliar la oferta de cursos y talleres para cubrir otras áreas de interés, como tecnología digital, idiomas y actividades físicas adaptadas. También sería bueno fortalecer la colaboración con otras organizaciones sociales y gubernamentales para ampliar el alcance del programa y garantizar su sostenibilidad a largo plazo. No obstante, el trabajo de AGECO merece un reconocimiento sincero y un apoyo continuo.
En fin, parece que AGECO sí está haciendo la diferencia en la vida de miles de costarricenses. Pero dime, ¿crees que es suficiente lo que se está haciendo actualmente para apoyar a nuestra población adulta mayor? ¿Qué más podríamos hacer como sociedad para asegurarles una vejez plena, feliz y productiva?