¡Ay, Dios mío! Quién lo iba a decir, ¿verdad, compa? El dólar se está yendo pa’ abajo como papaya verde en pura lluvia. Después de tanto tiempo, hemos vuelto a ver esos números que parecían sacados de un museo: ¢492,48. Sí, así como lo lees, ¡parece mentira! Esto significa que vamos regresando a los tiempos del 2005, cuando el billete verde estaba bien amigable con nuestro bolsillo. Pero ojo, que esto no es tan sencillo como parece…
La cosa es que los economistas andan más confundidos que gallo en corral. Dicen que debería estar pasando todo al revés: con la economía como anda, el dólar tendría que estar subiendo, apretándonos la vida a todos. Pero no, este maelstrom financiero nos tiene a todos pensando qué onda realmente. Daniel Ortiz, de Cefsa, no podía creerlo; dijo que es una incoherencia macroeconómica tremenda, como si el colón estuviera haciendo pesas en lugar de apoyarnos.
Y es que mira las señales: la gente deja de ir de turismo porque se puso caro, las exportaciones están estancadas como carro en lodo, la economía interna va a paso de tortuga y el erario público no está entrando el dinero como debería. En un mundo normal, todo eso debería hacer que el dólar se fortalezca, pero no, aquí viene a regatear. ¡Qué pelada! Parece que estamos jugando un partido donde las reglas cambian cada cinco minutos.
Pero la verdadera “torta” está en cómo funciona este círculo vicioso. El dólar baja, las empresas que trabajan con él tienen que conseguir colones para pagar su planilla, la luz, los impuestos... Entonces, venden más dólares para poder cubrir sus gastos. Al haber más dólares en circulación, el precio del dólar cae aún más. Así, la cosa sigue, alimentando una espiral descendente que afecta nuestra competitividad como país. ¿Entiendes ahora el brete en el que estamos metidos?
Ahora sumale la coyuntura internacional: Estados Unidos, nuestro socio comercial más importante, está cambiando las reglas del juego. La competencia para atraer inversión extranjera es brutal, y Costa Rica, con infraestructura rezagada, costos altos y problemas de seguridad, no está precisamente brillando. Según el análisis de Cefsa, somos un paquete poco atractivo para los inversionistas, y esto nos está costando caro.
Si seguimos por este camino, podríamos vernos en aprietos. Las empresas podrían empezar a cerrar o a despedir gente, y eso nadie quiere verlo. Volver a los niveles de 2005 sin tener la bonanza económica de esa época es como regresar al pasado sin aprender la lección. Nuestro sector exportador y turístico, columna vertebral de nuestra economía, está recibiendo un golpe durísimo. ¡Qué sal!
Algunos dicen que esto podría beneficiar al deudor en dólares, pero yo creo que la cosa es más complicada. No podemos engañarnos pensando que una moneda barata soluciona todos nuestros problemas. Necesitamos reformas estructurales, mejorar nuestra productividad, invertir en educación y tecnología, combatir la corrupción y crear un clima de negocios favorable. De nada sirve tener un dólar barato si nuestra economía está enferma.
Entonces, dime, compa: ¿Estamos frente a una oportunidad única para reacomodar nuestras finanzas o a una señal de alerta que indica que debemos cambiar radicalmente el rumbo de nuestro país? ¿Crees que el gobierno tiene un plan claro para enfrentar este panorama o deberíamos estar preocupados? ¡Déjanos tu opinión en los comentarios!
La cosa es que los economistas andan más confundidos que gallo en corral. Dicen que debería estar pasando todo al revés: con la economía como anda, el dólar tendría que estar subiendo, apretándonos la vida a todos. Pero no, este maelstrom financiero nos tiene a todos pensando qué onda realmente. Daniel Ortiz, de Cefsa, no podía creerlo; dijo que es una incoherencia macroeconómica tremenda, como si el colón estuviera haciendo pesas en lugar de apoyarnos.
Y es que mira las señales: la gente deja de ir de turismo porque se puso caro, las exportaciones están estancadas como carro en lodo, la economía interna va a paso de tortuga y el erario público no está entrando el dinero como debería. En un mundo normal, todo eso debería hacer que el dólar se fortalezca, pero no, aquí viene a regatear. ¡Qué pelada! Parece que estamos jugando un partido donde las reglas cambian cada cinco minutos.
Pero la verdadera “torta” está en cómo funciona este círculo vicioso. El dólar baja, las empresas que trabajan con él tienen que conseguir colones para pagar su planilla, la luz, los impuestos... Entonces, venden más dólares para poder cubrir sus gastos. Al haber más dólares en circulación, el precio del dólar cae aún más. Así, la cosa sigue, alimentando una espiral descendente que afecta nuestra competitividad como país. ¿Entiendes ahora el brete en el que estamos metidos?
Ahora sumale la coyuntura internacional: Estados Unidos, nuestro socio comercial más importante, está cambiando las reglas del juego. La competencia para atraer inversión extranjera es brutal, y Costa Rica, con infraestructura rezagada, costos altos y problemas de seguridad, no está precisamente brillando. Según el análisis de Cefsa, somos un paquete poco atractivo para los inversionistas, y esto nos está costando caro.
Si seguimos por este camino, podríamos vernos en aprietos. Las empresas podrían empezar a cerrar o a despedir gente, y eso nadie quiere verlo. Volver a los niveles de 2005 sin tener la bonanza económica de esa época es como regresar al pasado sin aprender la lección. Nuestro sector exportador y turístico, columna vertebral de nuestra economía, está recibiendo un golpe durísimo. ¡Qué sal!
Algunos dicen que esto podría beneficiar al deudor en dólares, pero yo creo que la cosa es más complicada. No podemos engañarnos pensando que una moneda barata soluciona todos nuestros problemas. Necesitamos reformas estructurales, mejorar nuestra productividad, invertir en educación y tecnología, combatir la corrupción y crear un clima de negocios favorable. De nada sirve tener un dólar barato si nuestra economía está enferma.
Entonces, dime, compa: ¿Estamos frente a una oportunidad única para reacomodar nuestras finanzas o a una señal de alerta que indica que debemos cambiar radicalmente el rumbo de nuestro país? ¿Crees que el gobierno tiene un plan claro para enfrentar este panorama o deberíamos estar preocupados? ¡Déjanos tu opinión en los comentarios!
