¡Ay, Dios mío! Parece mentira, pero la estadística lo confirma: casi el 75% de los choferes que andan tomándose unos traguitos y agarrando el carro terminan dando cara ante la justicia. Según datos frescos del MOPT y la Policía de Tránsito, así va la cosa en nuestro país, donde a veces parece que la prudencia se toma vacaciones.
La cifra es impactante, chavos: de 1.739 pruebas de alcoholemia realizadas este año, 1.293 arrojaron resultados que señalan un delito bien claro. Eso significa que un montón de personas, después de darse sus trasnochones, decidieron que era buena idea poner en riesgo sus vidas y las de otros detrás del volante. ¿Será que no entienden la gravedad?
Y ni hablar de las medidas, porque ahí sí que hay que apretarle. Si te agarran con los niveles por las nubes, prepárate para una multa de ¢363 mil y seis puntitos restándote de la licencia. Pero eso es lo mínimo, porque si los niveles son realmente peligrosos, directo a enfrentar cargos penales, mae. Así que ya saben, aguas con esos caballitos, porque pueden salir más caros que un chunche nuevo.
Pero, pese a todos estos esfuerzos y multas, la situación sigue siendo preocupante. Este año ya hemos perdido 19 vidas en accidentes relacionados con el alcohol, seis más que el año pasado. Esa es una cifra que duele, chavos, porque cada una de esas vidas representa una familia destrozada, sueños rotos y un vacío irreparable. Un verdadero despiche.
El subdirector de la Policía de Tránsito, Martín Sánchez Agüero, no se anduvo con rodeos al expresar su sorpresa: “Sorprende cómo algunos lograron siquiera desplazarse con el automotor en ese estado”. Y vaya que sorprende, porque imaginen el daño que podrían haber causado. ¡Qué torta!
Para ponerlo en perspectiva, el porcentaje de pruebas positivas ha disminuido un poco respecto al año anterior (de 24% en 2024 a 16.5% este año). Sin embargo, eso no significa que debamos bajar la guardia. Al contrario, debemos redoblar los esfuerzos para concienciar a la población sobre los riesgos del conducir bajo los efectos del alcohol y fortalecer las acciones de control y sanción.
Si nos ponemos a pensar, la responsabilidad no recae únicamente en el Estado. Nosotros, como ciudadanos, también tenemos un papel importante que jugar. Podemos evitar servirle alcohol a alguien que ya ha bebido demasiado, podemos ofrecerle alternativas de transporte seguras, como taxis o aplicaciones de ride sharing, y podemos denunciar cualquier conducta sospechosa que observemos en la vía pública.
En fin, la verdad es que la situación es complicada y requiere de un esfuerzo conjunto de todos. Porque al final del día, lo que queremos es que nuestras calles sean seguras para todos, tanto para los que conducen sobrios como para los que transitan a pie o en bicicleta. Ahora dime tú, ¿crees que las sanciones actuales son suficientes para disuadir a los conductores ebrios, o necesitamos medidas más drásticas para proteger nuestras vidas?
La cifra es impactante, chavos: de 1.739 pruebas de alcoholemia realizadas este año, 1.293 arrojaron resultados que señalan un delito bien claro. Eso significa que un montón de personas, después de darse sus trasnochones, decidieron que era buena idea poner en riesgo sus vidas y las de otros detrás del volante. ¿Será que no entienden la gravedad?
Y ni hablar de las medidas, porque ahí sí que hay que apretarle. Si te agarran con los niveles por las nubes, prepárate para una multa de ¢363 mil y seis puntitos restándote de la licencia. Pero eso es lo mínimo, porque si los niveles son realmente peligrosos, directo a enfrentar cargos penales, mae. Así que ya saben, aguas con esos caballitos, porque pueden salir más caros que un chunche nuevo.
Pero, pese a todos estos esfuerzos y multas, la situación sigue siendo preocupante. Este año ya hemos perdido 19 vidas en accidentes relacionados con el alcohol, seis más que el año pasado. Esa es una cifra que duele, chavos, porque cada una de esas vidas representa una familia destrozada, sueños rotos y un vacío irreparable. Un verdadero despiche.
El subdirector de la Policía de Tránsito, Martín Sánchez Agüero, no se anduvo con rodeos al expresar su sorpresa: “Sorprende cómo algunos lograron siquiera desplazarse con el automotor en ese estado”. Y vaya que sorprende, porque imaginen el daño que podrían haber causado. ¡Qué torta!
Para ponerlo en perspectiva, el porcentaje de pruebas positivas ha disminuido un poco respecto al año anterior (de 24% en 2024 a 16.5% este año). Sin embargo, eso no significa que debamos bajar la guardia. Al contrario, debemos redoblar los esfuerzos para concienciar a la población sobre los riesgos del conducir bajo los efectos del alcohol y fortalecer las acciones de control y sanción.
Si nos ponemos a pensar, la responsabilidad no recae únicamente en el Estado. Nosotros, como ciudadanos, también tenemos un papel importante que jugar. Podemos evitar servirle alcohol a alguien que ya ha bebido demasiado, podemos ofrecerle alternativas de transporte seguras, como taxis o aplicaciones de ride sharing, y podemos denunciar cualquier conducta sospechosa que observemos en la vía pública.
En fin, la verdad es que la situación es complicada y requiere de un esfuerzo conjunto de todos. Porque al final del día, lo que queremos es que nuestras calles sean seguras para todos, tanto para los que conducen sobrios como para los que transitan a pie o en bicicleta. Ahora dime tú, ¿crees que las sanciones actuales son suficientes para disuadir a los conductores ebrios, o necesitamos medidas más drásticas para proteger nuestras vidas?