¡Dígame, mae! Resulta que el Aeropuerto Juan Santamaría, después del susto que nos dimos allá por septiembre, anda chambeando duro para que no se repita esa bronca. Se acuerdan cuando tuvimos que quedarnos pegados en el aire o varados en el aeropuerto porque se les fue el avión, literalmente. Un apagón que paralizó todo, tanto acá como en Liberia. ¡Una torta!
Como recordarán, el 24 de septiembre pasado, una falla eléctrica masiva dejó sin funcionar el sistema de radar. Imagínate, siete largas horas con el espacio aéreo cerrado. Vuelos cancelados, gente desesperada, conexiones perdidas… pura sal. Las aerolíneas sudaban frío y nosotros, los pasajeros, pensando '¿cuándo agarramos el próximo vuelo?' Fue un verdadero caos.
Después de analizar qué había pasado, resultó que se jaló una torta tremenda: una falla en una de las UPS (fuentes de energía ininterrumpida) del radar. Pero no solo eso, ¡el problema fue que ni siquiera los sistemas de respaldo entraron en acción! Qué desastre. Parece sacado de película, pero fue nuestra realidad, má’.
Ante este panorama, las autoridades no se quedaron cruzadas de brazos. Primero, cambiaron la UPS que falló y le pusieron dos nuevas, para tener más seguridad. Además, le pidieron a Cocesna, la encargada de prestar el servicio de navegación aérea, que mande más personal a vigilar las instalaciones. Ya saben, estar encima del asunto para prevenir cualquier novedad.
Pero la jugada más gorda es la inversión que van a hacer: unos $800,000 del Gobierno para mejorar todo el sistema eléctrico del edificio donde están los radares. Aunque, ojo, señores, así como dice el director de Aviación Civil, Marcos Castillo, “el riesgo no se elimina por completo”. En temas de aviación, lo que hacen es controlarlo y manejarlo, no eliminarlo del todo. Eso sí, le ponen sistemas paralelos de back up para aminorar el riesgo, que ya es bastante bueno, diay.
Castillo explica que van a modernizar todo el sistema, desde lo eléctrico hasta lo mecánico y electrónico. Esperan que para enero tengan contratada la empresa que hará los trabajos, y que en febrero ya estén poniéndole mano al brete. Así que, crucemos los dedos, esperemos que esta vez sí le metan turbo al sistema y eviten futuras broncas aéreas. Porque nadie quiere pasar otra noche en el aeropuerto, créame.
La verdad es que la falla nos hizo acordar lo importante que es la seguridad aérea. Ver a aviones esperando despegar, retrasos interminables... nos recordó que volar no es algo que debamos tomar a broma. Es bueno ver que las autoridades están tomando cartas en el asunto y buscando soluciones concretas. Este tipo de incidentes nos enseñan una lección: siempre hay que estar preparados para lo peor, aunque esperemos lo mejor, ¿verdad?
Con todo esto, me queda una pregunta pendiente para todos ustedes, mis panas del Foro: ¿creen sinceramente que esta inversión será suficiente para garantizar que nunca más tengamos que vivir un episodio como el del 24 de septiembre, o todavía vemos riesgos latentes que podrían comprometer la seguridad en el futuro? Dejen sus opiniones, díganme qué piensan, ¡esto es para debatirlo entre todos!
Como recordarán, el 24 de septiembre pasado, una falla eléctrica masiva dejó sin funcionar el sistema de radar. Imagínate, siete largas horas con el espacio aéreo cerrado. Vuelos cancelados, gente desesperada, conexiones perdidas… pura sal. Las aerolíneas sudaban frío y nosotros, los pasajeros, pensando '¿cuándo agarramos el próximo vuelo?' Fue un verdadero caos.
Después de analizar qué había pasado, resultó que se jaló una torta tremenda: una falla en una de las UPS (fuentes de energía ininterrumpida) del radar. Pero no solo eso, ¡el problema fue que ni siquiera los sistemas de respaldo entraron en acción! Qué desastre. Parece sacado de película, pero fue nuestra realidad, má’.
Ante este panorama, las autoridades no se quedaron cruzadas de brazos. Primero, cambiaron la UPS que falló y le pusieron dos nuevas, para tener más seguridad. Además, le pidieron a Cocesna, la encargada de prestar el servicio de navegación aérea, que mande más personal a vigilar las instalaciones. Ya saben, estar encima del asunto para prevenir cualquier novedad.
Pero la jugada más gorda es la inversión que van a hacer: unos $800,000 del Gobierno para mejorar todo el sistema eléctrico del edificio donde están los radares. Aunque, ojo, señores, así como dice el director de Aviación Civil, Marcos Castillo, “el riesgo no se elimina por completo”. En temas de aviación, lo que hacen es controlarlo y manejarlo, no eliminarlo del todo. Eso sí, le ponen sistemas paralelos de back up para aminorar el riesgo, que ya es bastante bueno, diay.
Castillo explica que van a modernizar todo el sistema, desde lo eléctrico hasta lo mecánico y electrónico. Esperan que para enero tengan contratada la empresa que hará los trabajos, y que en febrero ya estén poniéndole mano al brete. Así que, crucemos los dedos, esperemos que esta vez sí le metan turbo al sistema y eviten futuras broncas aéreas. Porque nadie quiere pasar otra noche en el aeropuerto, créame.
La verdad es que la falla nos hizo acordar lo importante que es la seguridad aérea. Ver a aviones esperando despegar, retrasos interminables... nos recordó que volar no es algo que debamos tomar a broma. Es bueno ver que las autoridades están tomando cartas en el asunto y buscando soluciones concretas. Este tipo de incidentes nos enseñan una lección: siempre hay que estar preparados para lo peor, aunque esperemos lo mejor, ¿verdad?
Con todo esto, me queda una pregunta pendiente para todos ustedes, mis panas del Foro: ¿creen sinceramente que esta inversión será suficiente para garantizar que nunca más tengamos que vivir un episodio como el del 24 de septiembre, o todavía vemos riesgos latentes que podrían comprometer la seguridad en el futuro? Dejen sus opiniones, díganme qué piensan, ¡esto es para debatirlo entre todos!