¡Pero qué vaina, pura! Resulta que andar tranquilos pensando en autos eléctricos pa’ salvar el planeta, nos puede salir caro, bien caro. Un estudio del PNUD nos está echando una bomba: para el 2030 podríamos estar perdiendo un 0.2% del PIB porque nadie está quemando gasolina como antes. ¡Y pa' 2050, la cosa se pone aún más fea!
Miren, toda la onda es que ahora la gente está pensando en los carros eléctricos, y eso es chévere, claro, pero nuestro gobierno vive de los impuestos a la gasofa. Esa plata, diay, va para mantener carreteras, hospitales, escuelas... ¡todo! Entonces, si dejamos de comprar bencina, ¿de dónde sale la plata?
El estudio dice que esto no es un motivo para frenar la electromovilidad, obvio, ¡nadie quiere volver a contaminar! Pero sí nos obliga a pensar rápido, a buscarle la vuelta. Imagínense: Colombia y Chile ya van avanzados con autobuses eléctricos, mientras nosotros todavía andamos patinando con el tema.
Según el PNUD, necesitamos hacernos los pilas y empezar a planear cómo llenar el vacío que dejará el impuesto a los combustibles. No es para morirse de susto, dicen, pero tenemos que cambiar la forma de juntar billetes. Proponen subir el IVA, recortar algunos juguetitos del Estado, o ponerse más estrictos con quien trata de evadir impuestos. ¡Una bronca más pa'l chape!
El Ministro de Hacienda, Rudolf Lucke, trató de tranquilizarnos diciendo que todavía vamos a ver un ligero aumento en la recaudación de impuestos relacionados con la gasofa durante esta década. Dice que el Banco Central y el Fondo Monetario Internacional tienen buenas predicciones económicas, así que no creo que nos vayamos a caer de bruces. Aunque, mire usted, siempre hay algún resbalón por ahí, ¿verdad?
El economista Fernando Rodríguez, ese mae sí que sabe de estas cosas, nos recordó que todavía ni habíamos empezado a movernos hacia los carros eléctricos. Dice que tenemos que acelerar el paso, pero con cuidado, porque esto tiene sus costos. Sobre todo, el impacto en las arcas del Estado. Nos tiene que salir bien, mae, ¡porque ya estamos metidos en esto!
Entonces, la idea es buscarle la manera de seguir avanzando hacia un futuro más limpio, sin que nuestras finanzas se vayan al traste. Se trata de encontrar un equilibrio, diay, entre cuidar el medio ambiente y asegurar que podamos pagar las cuentas. Como decía mi abu’, ‘pa’ ganar la batalla, primero tienes que saber pelear’. Ahora bien, mantener la sostenibilidad financiera sin frenar la descarbonización parece un brete importante.
En fin, parece que nos toca rifarle más que nunca, parce. Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer? Todo cambia, y nosotros tenemos que adaptarnos. Ahora me pregunto: ¿Ustedes creen que el gobierno realmente va a tomar cartas en el asunto y encontrar soluciones creativas para enfrentar este problema fiscal o seguiremos viendo cómo nuestros impuestos se evaporan con el humo de los escapes?
Miren, toda la onda es que ahora la gente está pensando en los carros eléctricos, y eso es chévere, claro, pero nuestro gobierno vive de los impuestos a la gasofa. Esa plata, diay, va para mantener carreteras, hospitales, escuelas... ¡todo! Entonces, si dejamos de comprar bencina, ¿de dónde sale la plata?
El estudio dice que esto no es un motivo para frenar la electromovilidad, obvio, ¡nadie quiere volver a contaminar! Pero sí nos obliga a pensar rápido, a buscarle la vuelta. Imagínense: Colombia y Chile ya van avanzados con autobuses eléctricos, mientras nosotros todavía andamos patinando con el tema.
Según el PNUD, necesitamos hacernos los pilas y empezar a planear cómo llenar el vacío que dejará el impuesto a los combustibles. No es para morirse de susto, dicen, pero tenemos que cambiar la forma de juntar billetes. Proponen subir el IVA, recortar algunos juguetitos del Estado, o ponerse más estrictos con quien trata de evadir impuestos. ¡Una bronca más pa'l chape!
El Ministro de Hacienda, Rudolf Lucke, trató de tranquilizarnos diciendo que todavía vamos a ver un ligero aumento en la recaudación de impuestos relacionados con la gasofa durante esta década. Dice que el Banco Central y el Fondo Monetario Internacional tienen buenas predicciones económicas, así que no creo que nos vayamos a caer de bruces. Aunque, mire usted, siempre hay algún resbalón por ahí, ¿verdad?
El economista Fernando Rodríguez, ese mae sí que sabe de estas cosas, nos recordó que todavía ni habíamos empezado a movernos hacia los carros eléctricos. Dice que tenemos que acelerar el paso, pero con cuidado, porque esto tiene sus costos. Sobre todo, el impacto en las arcas del Estado. Nos tiene que salir bien, mae, ¡porque ya estamos metidos en esto!
Entonces, la idea es buscarle la manera de seguir avanzando hacia un futuro más limpio, sin que nuestras finanzas se vayan al traste. Se trata de encontrar un equilibrio, diay, entre cuidar el medio ambiente y asegurar que podamos pagar las cuentas. Como decía mi abu’, ‘pa’ ganar la batalla, primero tienes que saber pelear’. Ahora bien, mantener la sostenibilidad financiera sin frenar la descarbonización parece un brete importante.
En fin, parece que nos toca rifarle más que nunca, parce. Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer? Todo cambia, y nosotros tenemos que adaptarnos. Ahora me pregunto: ¿Ustedes creen que el gobierno realmente va a tomar cartas en el asunto y encontrar soluciones creativas para enfrentar este problema fiscal o seguiremos viendo cómo nuestros impuestos se evaporan con el humo de los escapes?