¡Qué fiaca! Resulta que, según el Observatorio Económico y Social de la U, los ingresos del gobierno central con relación al PIB llegaron al 10,76% en septiembre pasado. Pero ahí no termina el teje, porque los impuestos, esos que nos sacan la varita, representan apenas el 9,59% del PIB… ¡y eso es el número más bajo desde que Don Chaves Robles agarró el brete!
Parece que la cosa se puso salada desde 2022, cuando empezó la administración. El estudio de la U revela que lo de los impuestos ha ido bajando poquito a poco, como si se les fuera el jugo. En 2022 estábamos pagando el 10,32% del PIB, y ahora estamos en el 9,59%. ¡Y eso sí que duele en el bolsillo!
¿A dónde se fue el dinero? Pues parece que gran parte de la culpa la tiene el impuesto a las utilidades y los ingresos. Antes representaba el 4,13% del PIB, pero ahora apenas llega al 3,60%. ¡Qué desmadre! Uno piensa, ¿será que las empresas no están ganando tanto como antes, o será que el sistema está lleno de huecos?
El impuesto selectivo de consumo tuvo un pequeño respiro al principio, subiendo de 0,33% a 0,49% en 2024. Pero luego, ¡bum!, se cayó a 0,41% en septiembre de 2025. Parece que ni el cigarrillo ni la gase nos están salvando la papaya.
Otros rubros también le están dando unos golpes de timón al presupuesto. El famoso impuesto a los combustibles, que siempre genera polémica, bajó a 1,69% del PIB, cuando antes estaba rondando el 1,80% y el 1,76%. ¡Menos gasolina, menos plata para el Estado, qué bronca!
Y ni hablar de los ingresos no tributarios, que se fueron al garete: de 0,52% del PIB en 2022 a apenas 0,25% en 2025. Además, las transferencias también dieron un batacazo, pasando de 0,46% a 0,03%. ¡Parece que el país está en modo ahorro extremo, aunque no sabemos si es por elección o por necesidad!
Lo preocupante es que, según la U, esto pinta feo para el futuro. “Se prevé una reducción en la carga tributaria al cierre del año, tendencia que podría extenderse hacia 2026”. ¡Imagínate! La próxima administración ya entrará con el pie izquierdo, lidiando con un panorama fiscal más complicado de lo que parece. El informe recalca que hay un debilitamiento estructural en algunos impuestos, quizás por falta de dinamismo económico. ¡Qué vaina!
Pero esperen, que aún hay más. El Observatorio de la U también analizó el impuesto a los combustibles, que anda bajando porque la gente ya no compra tanta gasolina. Dicen que es por la ola de carros eléctricos y porque nadie quiere ajustar la tarifa. También mencionan el impuesto a los vehículos, que sigue perdiendo terreno pese a que seguimos comprando carros nuevos como moscas. Desde la última reforma en 2023, este impuesto se ha reducido año tras año. Bueno, gente, la pregunta del millón es: ¿Cómo vamos a salir de este brete fiscal sin estrangularnos a todos? ¿Deberían reconsiderar reformas tributarias más profundas, o buscar otras fuentes de ingreso, o simplemente aceptar que la economía va a la deriva?
Parece que la cosa se puso salada desde 2022, cuando empezó la administración. El estudio de la U revela que lo de los impuestos ha ido bajando poquito a poco, como si se les fuera el jugo. En 2022 estábamos pagando el 10,32% del PIB, y ahora estamos en el 9,59%. ¡Y eso sí que duele en el bolsillo!
¿A dónde se fue el dinero? Pues parece que gran parte de la culpa la tiene el impuesto a las utilidades y los ingresos. Antes representaba el 4,13% del PIB, pero ahora apenas llega al 3,60%. ¡Qué desmadre! Uno piensa, ¿será que las empresas no están ganando tanto como antes, o será que el sistema está lleno de huecos?
El impuesto selectivo de consumo tuvo un pequeño respiro al principio, subiendo de 0,33% a 0,49% en 2024. Pero luego, ¡bum!, se cayó a 0,41% en septiembre de 2025. Parece que ni el cigarrillo ni la gase nos están salvando la papaya.
Otros rubros también le están dando unos golpes de timón al presupuesto. El famoso impuesto a los combustibles, que siempre genera polémica, bajó a 1,69% del PIB, cuando antes estaba rondando el 1,80% y el 1,76%. ¡Menos gasolina, menos plata para el Estado, qué bronca!
Y ni hablar de los ingresos no tributarios, que se fueron al garete: de 0,52% del PIB en 2022 a apenas 0,25% en 2025. Además, las transferencias también dieron un batacazo, pasando de 0,46% a 0,03%. ¡Parece que el país está en modo ahorro extremo, aunque no sabemos si es por elección o por necesidad!
Lo preocupante es que, según la U, esto pinta feo para el futuro. “Se prevé una reducción en la carga tributaria al cierre del año, tendencia que podría extenderse hacia 2026”. ¡Imagínate! La próxima administración ya entrará con el pie izquierdo, lidiando con un panorama fiscal más complicado de lo que parece. El informe recalca que hay un debilitamiento estructural en algunos impuestos, quizás por falta de dinamismo económico. ¡Qué vaina!
Pero esperen, que aún hay más. El Observatorio de la U también analizó el impuesto a los combustibles, que anda bajando porque la gente ya no compra tanta gasolina. Dicen que es por la ola de carros eléctricos y porque nadie quiere ajustar la tarifa. También mencionan el impuesto a los vehículos, que sigue perdiendo terreno pese a que seguimos comprando carros nuevos como moscas. Desde la última reforma en 2023, este impuesto se ha reducido año tras año. Bueno, gente, la pregunta del millón es: ¿Cómo vamos a salir de este brete fiscal sin estrangularnos a todos? ¿Deberían reconsiderar reformas tributarias más profundas, o buscar otras fuentes de ingreso, o simplemente aceptar que la economía va a la deriva?