¡Ay, papá! Se armó el pito con la propuesta del exmandatario Douglas Caamaño sobre la reforma tributaria. El mae, que ahora anda dando cátedra política desde Costa Rica Primero, lanzó unas ideas que tienen a medio país sacándose las canas verdes. Según él, necesitamos un ajuste fiscal “a todo dar” para reactivar la economía, pero la gente ya está con la mosca andaba pensando si esto no será otro despiche.
Caamaño, durante un reciente análisis en Trece Noticias, sugirió aumentar impuestos a las empresas extranjeras y a los bienes de lujo, además de revisar los beneficios fiscales que actualmente existen. Dice que es la única forma de conseguirle plata al gobierno para invertir en salud, educación y seguridad. Pero claro, ahí viene la bronca: muchos empresarios ya están diciendo que esto les va a matar el brete, que van a tener que despedir gente y que la inversión extranjera se va a ir corriendo a otros países donde sí le tengan cariño a sus negocios.
Lo que más ha levantado polémica es la idea de gravar ciertos servicios digitales, como Netflix o Spotify. Muchos jóvenes se han dicho “¡Qué carga!”, porque ya estamos pagando hasta los mocos, y ahora nos quieren meter la mano también con el chunche que usamos para distraernos. Otros, más analíticos, ven la medida como una forma de combatir la evasión fiscal, ya que muchas personas consumen estos servicios a través de plataformas internacionales sin pagar ningún impuesto.
Por supuesto, no todo es crítica. Algunos economistas han salido a defender la propuesta de Caamaño, argumentando que Costa Rica necesita urgentemente una reforma tributaria integral para dejar de ser tan dependiente de los impuestos indirectos, que recaen principalmente sobre los sectores más pobres. Dicen que es hora de hacer que los más ricos contribuyan un poquito más, aunque eso signifique incomodar a algunos grupos de poder. De hecho, el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) ha manifestado públicamente su apoyo a la iniciativa, calificándola de “ambiciosa pero necesaria”.
El debate se ha encendido tanto que hasta las redes sociales están que arden. Te pasas viendo la cantidad de opiniones encontradas que hay. Hay quienes defienden a Caamaño a capa y espada, acusando al gobierno actual de incompetencia y de haber hundido la economía del país. Por otro lado, están aquellos que lo critican duramente, recordándole su pasado como funcionario público y cuestionando sus verdaderas intenciones. Algunos incluso lo acusan de querer volver a entrar en la arena política para hacerse el protagonista otra vez.
El presidente Rodríguez Chaves, por su parte, ha mantenido silencio estratégico sobre la propuesta de Caamaño. Su equipo ha declarado que están revisando todos los escenarios posibles antes de tomar cualquier decisión al respecto. Pero entre nosotros, se rumora que el Gobierno está buscando alternativas para recaudar más ingresos sin afectar demasiado a la población ni asustar a los inversionistas. Un verdadero brete, diay.
Lo cierto es que la reforma tributaria se ha convertido en el tema central de la discusión nacional. Todos estamos pendientes de lo que pase, porque afecta directamente nuestros bolsillos. Las próximas semanas serán cruciales para determinar si el país logra ponerse las pilas y encontrar una solución viable a sus problemas económicos. La verdad es que estamos agarrados de las bananas, esperando ver qué sale de este batiburrillo político y económico. ¡Qué torta!
Con tantas propuestas volando y opiniones cruzadas, me pregunto: ¿Crees que la propuesta de Caamaño, con sus luces y sombras, realmente puede sacar a Costa Rica del atolladero económico, o simplemente es un cortafuegos para evitar abordar los temas reales?
Caamaño, durante un reciente análisis en Trece Noticias, sugirió aumentar impuestos a las empresas extranjeras y a los bienes de lujo, además de revisar los beneficios fiscales que actualmente existen. Dice que es la única forma de conseguirle plata al gobierno para invertir en salud, educación y seguridad. Pero claro, ahí viene la bronca: muchos empresarios ya están diciendo que esto les va a matar el brete, que van a tener que despedir gente y que la inversión extranjera se va a ir corriendo a otros países donde sí le tengan cariño a sus negocios.
Lo que más ha levantado polémica es la idea de gravar ciertos servicios digitales, como Netflix o Spotify. Muchos jóvenes se han dicho “¡Qué carga!”, porque ya estamos pagando hasta los mocos, y ahora nos quieren meter la mano también con el chunche que usamos para distraernos. Otros, más analíticos, ven la medida como una forma de combatir la evasión fiscal, ya que muchas personas consumen estos servicios a través de plataformas internacionales sin pagar ningún impuesto.
Por supuesto, no todo es crítica. Algunos economistas han salido a defender la propuesta de Caamaño, argumentando que Costa Rica necesita urgentemente una reforma tributaria integral para dejar de ser tan dependiente de los impuestos indirectos, que recaen principalmente sobre los sectores más pobres. Dicen que es hora de hacer que los más ricos contribuyan un poquito más, aunque eso signifique incomodar a algunos grupos de poder. De hecho, el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) ha manifestado públicamente su apoyo a la iniciativa, calificándola de “ambiciosa pero necesaria”.
El debate se ha encendido tanto que hasta las redes sociales están que arden. Te pasas viendo la cantidad de opiniones encontradas que hay. Hay quienes defienden a Caamaño a capa y espada, acusando al gobierno actual de incompetencia y de haber hundido la economía del país. Por otro lado, están aquellos que lo critican duramente, recordándole su pasado como funcionario público y cuestionando sus verdaderas intenciones. Algunos incluso lo acusan de querer volver a entrar en la arena política para hacerse el protagonista otra vez.
El presidente Rodríguez Chaves, por su parte, ha mantenido silencio estratégico sobre la propuesta de Caamaño. Su equipo ha declarado que están revisando todos los escenarios posibles antes de tomar cualquier decisión al respecto. Pero entre nosotros, se rumora que el Gobierno está buscando alternativas para recaudar más ingresos sin afectar demasiado a la población ni asustar a los inversionistas. Un verdadero brete, diay.
Lo cierto es que la reforma tributaria se ha convertido en el tema central de la discusión nacional. Todos estamos pendientes de lo que pase, porque afecta directamente nuestros bolsillos. Las próximas semanas serán cruciales para determinar si el país logra ponerse las pilas y encontrar una solución viable a sus problemas económicos. La verdad es que estamos agarrados de las bananas, esperando ver qué sale de este batiburrillo político y económico. ¡Qué torta!
Con tantas propuestas volando y opiniones cruzadas, me pregunto: ¿Crees que la propuesta de Caamaño, con sus luces y sombras, realmente puede sacar a Costa Rica del atolladero económico, o simplemente es un cortafuegos para evitar abordar los temas reales?
