¡Ay, Dios mío! Esta vainera que le cayó a una canadiense en el aeropuerto de Liberia está dando qué pena ajena. Resulta que Andie Field, una turista de Ontario, se encontró con un buen lío al intentar entrar a nuestro amado país. Parece que un pequeño desgarro en su pasaporte, producto de sus cachorros traviesos, fue suficiente para activar todas las alarmas y convertirla en protagonista de una película de espías.
Según cuenta la historia, Field y su prometido, Jayson Tate, estaban súper emocionados por celebrar un aniversario en Costa Rica, después de planear el viaje durante meses y gastar unos buenos miles de dólares. Pero la emoción se evaporó rápido cuando un funcionario del aeropuerto levantó una ceja ante el estado de su pasaporte. Imagínense la sorpresa: ella había usado el mismo documento para viajar por siete países distintos sin problemas, pero aquí, en Costa Rica, ¡boom!, parece que el papelito tenía pinta de ser falso.
Y ahí empezó el circo. Según Field, la trataron como si fuera una criminal de alta peligrosidad. Le hicieron todo el toqueteo: sacarle datos personales, hasta tomarle muestra de saliva. Mientras tanto, su novio, Tate, quedó varado a un lado, viendo cómo le hacían la vida imposible a su media naranja. ¡Qué cargada! Que te traten así cuando vienes buscando disfrutar de nuestras playas y nuestra Pura Vida... simplemente inexplicable.
Lo peor de todo es que tuvieron que comprar dos juegos de boletos de regreso a Toronto porque le dijeron que no habría vuelos disponibles. Piensen en la frustración, el dinero desperdiciado y la humillación pública. Tate incluso comentó que fueron “amurallados” cada vez que intentaban hablar con alguna autoridad, lo que hizo la situación aún más tensa e insoportable.
Ahora, claro, los expertos nos dicen que hay que prevenir y reemplazar cualquier pasaporte que tenga daños, aunque sean mínimos. Totalmente cierto, pero el caso de Field levanta ampollas porque aparentemente, Service Canada, la entidad canadiense encargada de emitir pasaportes, le dijo que su documento no estaba lo suficientemente dañado como para requerir un reemplazo. Entonces, ¿quién tiene la razón? ¿La ley migratoria costarricense o las autoridades canadienses?
Esta situación también pone en evidencia algunos puntos débiles en nuestros procesos de control fronterizo. Aunque la seguridad es primordial, parece que a veces se abusa del poder y se somete a los turistas a tratamientos innecesarios y degradantes. Recordemos que Costa Rica vive del turismo, y este tipo de incidentes pueden tener un impacto negativo en nuestra imagen internacional. No queremos que nos conozcan como el país donde tratan mal a los visitantes.
Field ya está tramitando un nuevo pasaporte y dice que no piensa regresar a Costa Rica. ¡Qué lástima! Perder a un turista potencial es un golpe para nuestra economía y una mancha en nuestra reputación. Esperemos que las autoridades competentes investiguen este caso a fondo y tomen medidas para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro. Necesitamos mejorar la capacitación de nuestros funcionarios y garantizar que se apliquen los procedimientos de manera justa y respetuosa.
En fin, este caso de la canadiense Field es una verdadera pena y nos invita a reflexionar sobre cómo estamos recibiendo a los turistas en nuestro país. ¿Será que necesitamos revisar nuestros protocolos de inmigración y capacitar mejor a nuestro personal aeroportuario para evitar estos inconvenientes? ¡Díganme, ustedes qué opinan! ¿Creen que este incidente refleja un problema mayor en nuestros controles fronterizos o fue simplemente un caso aislado?
Según cuenta la historia, Field y su prometido, Jayson Tate, estaban súper emocionados por celebrar un aniversario en Costa Rica, después de planear el viaje durante meses y gastar unos buenos miles de dólares. Pero la emoción se evaporó rápido cuando un funcionario del aeropuerto levantó una ceja ante el estado de su pasaporte. Imagínense la sorpresa: ella había usado el mismo documento para viajar por siete países distintos sin problemas, pero aquí, en Costa Rica, ¡boom!, parece que el papelito tenía pinta de ser falso.
Y ahí empezó el circo. Según Field, la trataron como si fuera una criminal de alta peligrosidad. Le hicieron todo el toqueteo: sacarle datos personales, hasta tomarle muestra de saliva. Mientras tanto, su novio, Tate, quedó varado a un lado, viendo cómo le hacían la vida imposible a su media naranja. ¡Qué cargada! Que te traten así cuando vienes buscando disfrutar de nuestras playas y nuestra Pura Vida... simplemente inexplicable.
Lo peor de todo es que tuvieron que comprar dos juegos de boletos de regreso a Toronto porque le dijeron que no habría vuelos disponibles. Piensen en la frustración, el dinero desperdiciado y la humillación pública. Tate incluso comentó que fueron “amurallados” cada vez que intentaban hablar con alguna autoridad, lo que hizo la situación aún más tensa e insoportable.
Ahora, claro, los expertos nos dicen que hay que prevenir y reemplazar cualquier pasaporte que tenga daños, aunque sean mínimos. Totalmente cierto, pero el caso de Field levanta ampollas porque aparentemente, Service Canada, la entidad canadiense encargada de emitir pasaportes, le dijo que su documento no estaba lo suficientemente dañado como para requerir un reemplazo. Entonces, ¿quién tiene la razón? ¿La ley migratoria costarricense o las autoridades canadienses?
Esta situación también pone en evidencia algunos puntos débiles en nuestros procesos de control fronterizo. Aunque la seguridad es primordial, parece que a veces se abusa del poder y se somete a los turistas a tratamientos innecesarios y degradantes. Recordemos que Costa Rica vive del turismo, y este tipo de incidentes pueden tener un impacto negativo en nuestra imagen internacional. No queremos que nos conozcan como el país donde tratan mal a los visitantes.
Field ya está tramitando un nuevo pasaporte y dice que no piensa regresar a Costa Rica. ¡Qué lástima! Perder a un turista potencial es un golpe para nuestra economía y una mancha en nuestra reputación. Esperemos que las autoridades competentes investiguen este caso a fondo y tomen medidas para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro. Necesitamos mejorar la capacitación de nuestros funcionarios y garantizar que se apliquen los procedimientos de manera justa y respetuosa.
En fin, este caso de la canadiense Field es una verdadera pena y nos invita a reflexionar sobre cómo estamos recibiendo a los turistas en nuestro país. ¿Será que necesitamos revisar nuestros protocolos de inmigración y capacitar mejor a nuestro personal aeroportuario para evitar estos inconvenientes? ¡Díganme, ustedes qué opinan! ¿Creen que este incidente refleja un problema mayor en nuestros controles fronterizos o fue simplemente un caso aislado?