¡Ay, Dios mío! Ya se armó la bolocha, mi gente. El Informe del Estado de la Nación soltó la bomba: nuestro querido (o no tanto) presidente Rodrigo Chaves aparece catalogado entre los mandatarios más populistas de toda Latinoamérica. ¿Se imaginan el chinamanterazo que esto ha causado?
Este estudio, que ya va por su XXXI edición, analizó a varios líderes de la región usando unas métricas de la Universidad de Carolina del Norte. Evaluaron dos cositas principales: cuánto liberalismo político hay en cada uno y, bueno, cuántito populismo. Parece que don Rodri no quedó muy bien parado en lo primero, porque ahí salió con un puntaje bajo – apenas 6 de 100 –, pero vaya que brilló en lo segundo con unos 88 puntos.
Imaginen la compañía en la que anda metido: Daniel Ortega, Nicolás Maduro y Nayib Bukele. No precisamente nombres que nos hagan sentir orgullosos, diay. Según el Programa Estado de la Nación (PEN), el liberalismo político se trata de respetar las instituciones y a los que tienen el poder, mientras que el populismo mide si el gobierno busca la aprobación del pueblo aunque eso signifique ir contra las reglas del juego democrático. El escenario ideal, dicen ellos, sería tener un líder que respete las leyes y a la vez tenga el cariño de la gente… Pero parece que acá estamos viviendo otra vaina.
Y ¿cuál es el problema? Pues que, según el informe, Chaves le ha dado mucho vuelo a lo que llaman el 'poder del megáfono'. ¿Qué es eso?, se preguntarán algunos. Pues básicamente, es cuando el presidente se comunica directo con la gente, sin pasar por los medios tradicionales ni por los canales oficiales. Aunque todos los presidentes usan esta herramienta, el PEN dice que Chaves la ha convertido en su arma principal para criticar a los otros poderes del Estado y meterle dedo a los controles. ¡Qué carga!
Recuerden esas conferencias de prensa de los miércoles, mi gente, donde el presidente descarga con todo. Ahí mismo, según el estudio, se ve cómo se aparta de los principios básicos del liberalismo político, como el respeto a las instituciones y la importancia de separar los poderes. No es novedad que el estilo de Chaves es bastante frontal, pero esto le da una base académica a la crítica.
El informe es clarito: el presidente no solo mantiene este estilo, sino que lo ha convertido en su estrategia política. Dicen que otros presidentes lo han usado, pero ninguno con la intensidad y la frecuencia de Chaves. Es como si quisiera demostrar que puede hacer lo que quiera, sin importar lo que digan los demás. ¡Menuda actitud!
Esto ha abierto otra vez el debate sobre hasta dónde llega el derecho del presidente a cuestionar a las instituciones. Algunos dicen que es su deber denunciar cualquier irregularidad, mientras que otros creen que está debilitando la democracia al atacar a los que deberían controlar su accionar. Es un brete constante, diay. Ya hemos visto tantas controversias por sus declaraciones que uno casi no se sorprende, pero estos datos sí dan para pensar.
Ahora me pregunto, mi gente, ¿creen ustedes que el estilo confrontativo del presidente es perjudicial para la institucionalidad del país, o simplemente es una forma diferente de comunicar que está conectando con la gente? Déjenme saber sus opiniones en los comentarios, porque esta vaina necesita un buen debate en el Foro. ¿Estamos ante un presidente disruptivo que busca cambiar las cosas, o ante un líder que pone en riesgo los pilares de nuestra democracia?
Este estudio, que ya va por su XXXI edición, analizó a varios líderes de la región usando unas métricas de la Universidad de Carolina del Norte. Evaluaron dos cositas principales: cuánto liberalismo político hay en cada uno y, bueno, cuántito populismo. Parece que don Rodri no quedó muy bien parado en lo primero, porque ahí salió con un puntaje bajo – apenas 6 de 100 –, pero vaya que brilló en lo segundo con unos 88 puntos.
Imaginen la compañía en la que anda metido: Daniel Ortega, Nicolás Maduro y Nayib Bukele. No precisamente nombres que nos hagan sentir orgullosos, diay. Según el Programa Estado de la Nación (PEN), el liberalismo político se trata de respetar las instituciones y a los que tienen el poder, mientras que el populismo mide si el gobierno busca la aprobación del pueblo aunque eso signifique ir contra las reglas del juego democrático. El escenario ideal, dicen ellos, sería tener un líder que respete las leyes y a la vez tenga el cariño de la gente… Pero parece que acá estamos viviendo otra vaina.
Y ¿cuál es el problema? Pues que, según el informe, Chaves le ha dado mucho vuelo a lo que llaman el 'poder del megáfono'. ¿Qué es eso?, se preguntarán algunos. Pues básicamente, es cuando el presidente se comunica directo con la gente, sin pasar por los medios tradicionales ni por los canales oficiales. Aunque todos los presidentes usan esta herramienta, el PEN dice que Chaves la ha convertido en su arma principal para criticar a los otros poderes del Estado y meterle dedo a los controles. ¡Qué carga!
Recuerden esas conferencias de prensa de los miércoles, mi gente, donde el presidente descarga con todo. Ahí mismo, según el estudio, se ve cómo se aparta de los principios básicos del liberalismo político, como el respeto a las instituciones y la importancia de separar los poderes. No es novedad que el estilo de Chaves es bastante frontal, pero esto le da una base académica a la crítica.
El informe es clarito: el presidente no solo mantiene este estilo, sino que lo ha convertido en su estrategia política. Dicen que otros presidentes lo han usado, pero ninguno con la intensidad y la frecuencia de Chaves. Es como si quisiera demostrar que puede hacer lo que quiera, sin importar lo que digan los demás. ¡Menuda actitud!
Esto ha abierto otra vez el debate sobre hasta dónde llega el derecho del presidente a cuestionar a las instituciones. Algunos dicen que es su deber denunciar cualquier irregularidad, mientras que otros creen que está debilitando la democracia al atacar a los que deberían controlar su accionar. Es un brete constante, diay. Ya hemos visto tantas controversias por sus declaraciones que uno casi no se sorprende, pero estos datos sí dan para pensar.
Ahora me pregunto, mi gente, ¿creen ustedes que el estilo confrontativo del presidente es perjudicial para la institucionalidad del país, o simplemente es una forma diferente de comunicar que está conectando con la gente? Déjenme saber sus opiniones en los comentarios, porque esta vaina necesita un buen debate en el Foro. ¿Estamos ante un presidente disruptivo que busca cambiar las cosas, o ante un líder que pone en riesgo los pilares de nuestra democracia?