¡Aguante! Resulta que la ex presidenta Laura Chinchilla, justo en medio de la celebración de los 77 años sin ejército, decidió que no iba a quedarse calladita en el protocolo. En vez de eso, mandó un mensajito bien claro al presidente Chaves, criticándolo duramente por cómo ha manejado el poder y sembrando preocupación sobre si estamos caminando hacia terrenos peligrosos, como dice ella.
Verán, la cosa es que Chinchilla no anduvo con rodeos. Dijo que ya no necesitamos irnos a pelear con balas, porque ahora tenemos otro tipo de agresión: las palabras. Según ella, el Presidente ha convertido el insulto y la división en una especie de ‘arma’ política, algo que, según ella, es tan perjudicial como cualquier conflicto armado. Una verdadera 'torta', la cosa.
Y no precisamente porque cambió la Constitución, o porque a algunos les cae mal su forma de gobernar. La crítica va mucho más hondo. La ex mandataria argumenta que el uso constante de ataques personales, descalificaciones y la manipulación de la información, está erosionando los pilares de nuestra democracia. Un verdadero brete el que nos ha tocado vivir, ¿eh?
Chinchilla no se guardó nada y mencionó ejemplos concretos: los periodistas que son tildados de “canallas” por investigar; los jueces y fiscales que son perseguidos por aplicar la ley (especialmente en los roces con la Sala IV); e incluso líderes religiosos que se ven amenazados por defender sus derechos. "Cada vez que se ataca a un juez... o a un religioso… también se atacan los fundamentos democráticos", enfatizó, haciendo hincapié en que las instituciones necesitan ser defendidas activamente.
Ahora, para ponerle un poco de contexto, esto viene en un momento delicado, donde la polarización política está a flor de piel. Las redes sociales explotan con debates acalorados, y a menudo se recurre a ataques bajos y desinformación. La intervención de Chinchilla, una figura respetada dentro de la Liberación Nacional, le dio un peso extra a la advertencia. De hecho, muchos lo vieron como un llamado implícito a despertar conciencias ante las próximas elecciones de 2026.
Pero no todo fue crítica, pues Chinchilla también ofreció una salida. Su propuesta es clara: debemos hacernos responsables de cambiar el rumbo de la historia. Nos insta a participar activamente, informarnos y, sobre todo, a votar con responsabilidad, eligiendo candidatos que prioricen el respeto, la dignidad y el diálogo constructivo. Porque, díganlo conmigo, ¡qué salado sería permitir que siga este ambiente de crispación!
Y ojo, que esto no es solo una opinión aislada. Justo ayer salió un comunicado de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) alertando sobre los riesgos que implica la subasta de frecuencias para la libertad de prensa en Costa Rica, calificándola como un peligro directo para la democracia. Vaya 'vara' que nos toca cargar, compañeros...
Así que me pregunto: ¿Cree usted que la advertencia de Laura Chinchilla es exagerada, o realmente estamos viendo una tendencia preocupante hacia el autoritarismo en Costa Rica? Y lo más importante, ¿qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos comunes, para proteger nuestros valores democráticos y evitar que se vaya todo al traste?
Verán, la cosa es que Chinchilla no anduvo con rodeos. Dijo que ya no necesitamos irnos a pelear con balas, porque ahora tenemos otro tipo de agresión: las palabras. Según ella, el Presidente ha convertido el insulto y la división en una especie de ‘arma’ política, algo que, según ella, es tan perjudicial como cualquier conflicto armado. Una verdadera 'torta', la cosa.
Y no precisamente porque cambió la Constitución, o porque a algunos les cae mal su forma de gobernar. La crítica va mucho más hondo. La ex mandataria argumenta que el uso constante de ataques personales, descalificaciones y la manipulación de la información, está erosionando los pilares de nuestra democracia. Un verdadero brete el que nos ha tocado vivir, ¿eh?
Chinchilla no se guardó nada y mencionó ejemplos concretos: los periodistas que son tildados de “canallas” por investigar; los jueces y fiscales que son perseguidos por aplicar la ley (especialmente en los roces con la Sala IV); e incluso líderes religiosos que se ven amenazados por defender sus derechos. "Cada vez que se ataca a un juez... o a un religioso… también se atacan los fundamentos democráticos", enfatizó, haciendo hincapié en que las instituciones necesitan ser defendidas activamente.
Ahora, para ponerle un poco de contexto, esto viene en un momento delicado, donde la polarización política está a flor de piel. Las redes sociales explotan con debates acalorados, y a menudo se recurre a ataques bajos y desinformación. La intervención de Chinchilla, una figura respetada dentro de la Liberación Nacional, le dio un peso extra a la advertencia. De hecho, muchos lo vieron como un llamado implícito a despertar conciencias ante las próximas elecciones de 2026.
Pero no todo fue crítica, pues Chinchilla también ofreció una salida. Su propuesta es clara: debemos hacernos responsables de cambiar el rumbo de la historia. Nos insta a participar activamente, informarnos y, sobre todo, a votar con responsabilidad, eligiendo candidatos que prioricen el respeto, la dignidad y el diálogo constructivo. Porque, díganlo conmigo, ¡qué salado sería permitir que siga este ambiente de crispación!
Y ojo, que esto no es solo una opinión aislada. Justo ayer salió un comunicado de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) alertando sobre los riesgos que implica la subasta de frecuencias para la libertad de prensa en Costa Rica, calificándola como un peligro directo para la democracia. Vaya 'vara' que nos toca cargar, compañeros...
Así que me pregunto: ¿Cree usted que la advertencia de Laura Chinchilla es exagerada, o realmente estamos viendo una tendencia preocupante hacia el autoritarismo en Costa Rica? Y lo más importante, ¿qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos comunes, para proteger nuestros valores democráticos y evitar que se vaya todo al traste?