¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con el tema del colón y la economía. Según el Informe Estado de la Nación 2025, parece que nuestra moneda está haciendo demasiada fuerza y eso podría meterle un chin corrido al crecimiento del país. Vamos a ver qué onda y si realmente tenemos que preocuparnos, o si estos expertos siempre ven sombras donde hay luz de sol.
La cosa es así: el colón se ha fortalecido bastante desde mitad del 2022, pasando de casi ¢700 por dólar a unos ¢500 ahora mismo. Eso suena bien, ¿verdad? Porque significa que las cosas que importan – electrodomésticos, celulares, todo lo que viene de afuera – salen más baratas. Pero ahí está el detalle: para los que venden nuestros productos afuera, se complica un poquito, porque ahora sus productos cuestan más caro para los compradores extranjeros.
Y no solo hablamos de café o piñas, sino de todos los sectores que dependen de las exportaciones. Imagínate que tienes que competir con Chile, República Dominicana, México o Colombia, países donde sus monedas están menos fuertes. ¡Qué carga tener que pelear contra eso! Se dice que el tipo de cambio actual está como echando leña al fuego, dificultando que nuestros productos sean atractivos en el mercado internacional. Es como tratar de correr una carrera con los pies atados, chunche.
Ahora bien, el Banco Central insiste en que todo esto es gracias a cómo va la economía, que supuestamente está funcionando bien. Dicen que hay mucha plata circulando y que ellos solamente están atendiendo la demanda del sector público. Alonso Alfaro, el economista jefe del Central, nos soltó que no están ejerciendo ninguna fuerza especial para que el colón se fortalezca, que simplemente es la dinámica del mercado. Pero muchos, incluyendo a don Eduardo Lizano, ex presidente del BCCR, no están muy convencidos.
Don Eduardo, que sabe un par de cositas del tema, dice que necesitamos crecer más rápido, como al 5%, para poder financiar todos los proyectos que necesita el país. Con un crecimiento del 3 o 4%, como estamos ahora, el vuelto no da. Y apunta directamente al tipo de cambio como uno de los principales obstáculos. Él cree que idealmente podríamos estar rondando los ¢630 por dólar, aunque reconoce que hablar de estas cifras es como echar humo a la calle, diay.
Pero ojo, no todo es tan simple. También hay preocupación por la cantidad de dólares que circulan en el país. Sectores académicos y empresariales no saben de dónde sale tanta plata verde, y algunos legisladores ya están pidiendo al BCCR que haga un inventario para ver si no anda metido el crimen organizado. ¿Se imaginan la magnitud de la cosa? ¡Qué despiche!
Además, la situación genera incertidumbre. Empresas exportadoras están pensando si vale la pena invertir más en producir, si van a poder vender sus productos a precios competitivos. Familias tienen miedo de que la economía se estanque y les cueste más llegar a fin de mes. Hasta los políticos, que suelen tener respuestas para todo, parecen un poco perdidos con este brete.
En resumen, el panorama es complicado. Tenemos una moneda fuerte que beneficia a los consumidores, pero perjudica a los exportadores. Hay crecimiento, pero no suficiente. Hay dólares circulando, pero nadie sabe de dónde vienen. Y, para rematar, el futuro es incierto. ¿Será que debemos aceptar este nuevo status quo, buscando formas de adaptarnos a un colón fuerte, o deberíamos exigirle al gobierno y al Banco Central que tomen medidas para impulsar aún más el crecimiento económico, asumiendo los riesgos que ello pueda conllevar? ¡Vamos, mándenme sus ideas en el foro!
La cosa es así: el colón se ha fortalecido bastante desde mitad del 2022, pasando de casi ¢700 por dólar a unos ¢500 ahora mismo. Eso suena bien, ¿verdad? Porque significa que las cosas que importan – electrodomésticos, celulares, todo lo que viene de afuera – salen más baratas. Pero ahí está el detalle: para los que venden nuestros productos afuera, se complica un poquito, porque ahora sus productos cuestan más caro para los compradores extranjeros.
Y no solo hablamos de café o piñas, sino de todos los sectores que dependen de las exportaciones. Imagínate que tienes que competir con Chile, República Dominicana, México o Colombia, países donde sus monedas están menos fuertes. ¡Qué carga tener que pelear contra eso! Se dice que el tipo de cambio actual está como echando leña al fuego, dificultando que nuestros productos sean atractivos en el mercado internacional. Es como tratar de correr una carrera con los pies atados, chunche.
Ahora bien, el Banco Central insiste en que todo esto es gracias a cómo va la economía, que supuestamente está funcionando bien. Dicen que hay mucha plata circulando y que ellos solamente están atendiendo la demanda del sector público. Alonso Alfaro, el economista jefe del Central, nos soltó que no están ejerciendo ninguna fuerza especial para que el colón se fortalezca, que simplemente es la dinámica del mercado. Pero muchos, incluyendo a don Eduardo Lizano, ex presidente del BCCR, no están muy convencidos.
Don Eduardo, que sabe un par de cositas del tema, dice que necesitamos crecer más rápido, como al 5%, para poder financiar todos los proyectos que necesita el país. Con un crecimiento del 3 o 4%, como estamos ahora, el vuelto no da. Y apunta directamente al tipo de cambio como uno de los principales obstáculos. Él cree que idealmente podríamos estar rondando los ¢630 por dólar, aunque reconoce que hablar de estas cifras es como echar humo a la calle, diay.
Pero ojo, no todo es tan simple. También hay preocupación por la cantidad de dólares que circulan en el país. Sectores académicos y empresariales no saben de dónde sale tanta plata verde, y algunos legisladores ya están pidiendo al BCCR que haga un inventario para ver si no anda metido el crimen organizado. ¿Se imaginan la magnitud de la cosa? ¡Qué despiche!
Además, la situación genera incertidumbre. Empresas exportadoras están pensando si vale la pena invertir más en producir, si van a poder vender sus productos a precios competitivos. Familias tienen miedo de que la economía se estanque y les cueste más llegar a fin de mes. Hasta los políticos, que suelen tener respuestas para todo, parecen un poco perdidos con este brete.
En resumen, el panorama es complicado. Tenemos una moneda fuerte que beneficia a los consumidores, pero perjudica a los exportadores. Hay crecimiento, pero no suficiente. Hay dólares circulando, pero nadie sabe de dónde vienen. Y, para rematar, el futuro es incierto. ¿Será que debemos aceptar este nuevo status quo, buscando formas de adaptarnos a un colón fuerte, o deberíamos exigirle al gobierno y al Banco Central que tomen medidas para impulsar aún más el crecimiento económico, asumiendo los riesgos que ello pueda conllevar? ¡Vamos, mándenme sus ideas en el foro!
