¡Ay, Dios mío! La política en Costa Rica parece un partido de huesitos y nadie quiere ceder terreno. Con la llegada de las elecciones presidenciales de 2026 a la vuelta de la esquina, la cosa está más que picante, una saturación política que nunca habíamos visto. Veinte partidos nacionales y cinco provinciales buscando meterle mano a la silla presidencial... ¿Será esto pluralismo o pura locura?
Y pa’ qué hablar, este cúmulo de partidos no precisamente representa una explosión de ideas nuevas. Más bien, pinta a un sistema hecho pedazos, desideologizado, donde cada quien busca su propio brete. Como decía mi abu, 'cuando hay muchos dueños, no hay contento'. Se han ido los tiempos del bipartidismo, y desde el ‘98 hemos ido viendo cómo se deshace todo, cada cuatro años peor. La mayoría de estos nuevos partidos no tienen ni idea de cómo funciona el palo, andan improvisando, con liderazgos que salen y se van como humo, sin dejar huella.
Lo más triste de todo es que la política se ha convertido en un circo, un juego de culpar al otro sin ofrecer soluciones reales. Ya nadie le cree al político, todos somos unos escépticos. Recuerdo aquella frase de Luis Fishman en el 2010, 'el menos malo', y ahora eso es la norma, elegir al que nos da menos pena. En las últimas elecciones, casi la mitad del país decidió ni mover un dedo, se quedó en casa, demostrando que la confianza en la política está por el suelo. ¡Eso sí que es una vara seria!
Y ni hablemos del financiamiento. Ahí está el verdadero problema, el talón de Aquiles de nuestra democracia. Las campañas electorales se pagan con deudas, con favores, con cosas raras que abren la puerta a la corrupción. El caso del PAC, con la estafa al Estado, fue un duro golpe, pero no fue el único. Ahora tenemos investigaciones contra otros partidos, metidos en fideos políticos que dan pena ajena. Parece que algunos prefieren enriquecerse antes que servir al pueblo, ¡qué descaro!
El Tribunal Supremo de Elecciones hace su trabajo, claro, pero siempre llega tarde. Cuando ya la mosca voló. Las sanciones tardan tanto que el daño ya está hecho, la gente ya perdió la fe. Premian el riesgo, la jugada audaz, y castigan a los que intentan hacer las cosas bien, con transparencia y ética. No es justo, y así vamos echando a perder nuestro país.
Como resultado de todo esto, cada vez es más común ir a la segunda vuelta. En 2022, ninguno de los candidatos logró obtener la mayoría necesaria en la primera ronda. Rodrigo Chaves tuvo que sudarle la camiseta para ganar en la segunda, y encima, ¡ni siquiera consiguió la mitad del voto total! Esto debilita la gobernabilidad, porque cada gobierno empieza en desventaja, teniendo que negociar con todos los partidos para sacar adelante sus propuestas. Un verdadero dolor de cabeza.
Los debates presidenciales, esos programas que prometían aclarar las ideas, terminaron siendo otra fuente de confusión. Con tantos candidatos, la tele se convierte en un ring de pelea, donde lo importante no es proponer soluciones, sino atacar al contrario. Las ideas se quedan en el camino, y gana el que sabe gritar más fuerte. Una verdadera lástima, porque el debate debería ser un espacio para informar y educar al público, no para entretenerlo.
Pero lo que realmente me preocupa es el deterioro ético general en la función pública. Los escándalos de corrupción se multiplican, desde el OIJ hasta el Poder Judicial, pasando por la extradición del ex magistrado Gamboa y las acusaciones contra el presidente Chaves por supuesto financiamiento ilegal. Parece que la honestidad se ha convertido en una rareza, una pieza única en un museo de valores olvidados. Costa Rica, el país que siempre fue ejemplo de democracia, hoy enfrenta una crisis de legitimidad que va más allá de lo legal. Hemos perdido la fe en nuestras instituciones, y la política se ha transformado en un negocio de imagen, donde importa más aparentar que ser. Entonces, ¿cómo podemos recuperar el rumbo? ¿Deberíamos implementar reformas radicales al financiamiento electoral, exigir mayor transparencia a los partidos políticos y, sobre todo, incentivar a los jóvenes a involucrarse en la política y renovar la clase dirigente? ¿O estamos condenados a repetir los mismos errores una y otra vez? Venga, dígame en el foro, ¿qué piensa usted sobre este panorama?
Y pa’ qué hablar, este cúmulo de partidos no precisamente representa una explosión de ideas nuevas. Más bien, pinta a un sistema hecho pedazos, desideologizado, donde cada quien busca su propio brete. Como decía mi abu, 'cuando hay muchos dueños, no hay contento'. Se han ido los tiempos del bipartidismo, y desde el ‘98 hemos ido viendo cómo se deshace todo, cada cuatro años peor. La mayoría de estos nuevos partidos no tienen ni idea de cómo funciona el palo, andan improvisando, con liderazgos que salen y se van como humo, sin dejar huella.
Lo más triste de todo es que la política se ha convertido en un circo, un juego de culpar al otro sin ofrecer soluciones reales. Ya nadie le cree al político, todos somos unos escépticos. Recuerdo aquella frase de Luis Fishman en el 2010, 'el menos malo', y ahora eso es la norma, elegir al que nos da menos pena. En las últimas elecciones, casi la mitad del país decidió ni mover un dedo, se quedó en casa, demostrando que la confianza en la política está por el suelo. ¡Eso sí que es una vara seria!
Y ni hablemos del financiamiento. Ahí está el verdadero problema, el talón de Aquiles de nuestra democracia. Las campañas electorales se pagan con deudas, con favores, con cosas raras que abren la puerta a la corrupción. El caso del PAC, con la estafa al Estado, fue un duro golpe, pero no fue el único. Ahora tenemos investigaciones contra otros partidos, metidos en fideos políticos que dan pena ajena. Parece que algunos prefieren enriquecerse antes que servir al pueblo, ¡qué descaro!
El Tribunal Supremo de Elecciones hace su trabajo, claro, pero siempre llega tarde. Cuando ya la mosca voló. Las sanciones tardan tanto que el daño ya está hecho, la gente ya perdió la fe. Premian el riesgo, la jugada audaz, y castigan a los que intentan hacer las cosas bien, con transparencia y ética. No es justo, y así vamos echando a perder nuestro país.
Como resultado de todo esto, cada vez es más común ir a la segunda vuelta. En 2022, ninguno de los candidatos logró obtener la mayoría necesaria en la primera ronda. Rodrigo Chaves tuvo que sudarle la camiseta para ganar en la segunda, y encima, ¡ni siquiera consiguió la mitad del voto total! Esto debilita la gobernabilidad, porque cada gobierno empieza en desventaja, teniendo que negociar con todos los partidos para sacar adelante sus propuestas. Un verdadero dolor de cabeza.
Los debates presidenciales, esos programas que prometían aclarar las ideas, terminaron siendo otra fuente de confusión. Con tantos candidatos, la tele se convierte en un ring de pelea, donde lo importante no es proponer soluciones, sino atacar al contrario. Las ideas se quedan en el camino, y gana el que sabe gritar más fuerte. Una verdadera lástima, porque el debate debería ser un espacio para informar y educar al público, no para entretenerlo.
Pero lo que realmente me preocupa es el deterioro ético general en la función pública. Los escándalos de corrupción se multiplican, desde el OIJ hasta el Poder Judicial, pasando por la extradición del ex magistrado Gamboa y las acusaciones contra el presidente Chaves por supuesto financiamiento ilegal. Parece que la honestidad se ha convertido en una rareza, una pieza única en un museo de valores olvidados. Costa Rica, el país que siempre fue ejemplo de democracia, hoy enfrenta una crisis de legitimidad que va más allá de lo legal. Hemos perdido la fe en nuestras instituciones, y la política se ha transformado en un negocio de imagen, donde importa más aparentar que ser. Entonces, ¿cómo podemos recuperar el rumbo? ¿Deberíamos implementar reformas radicales al financiamiento electoral, exigir mayor transparencia a los partidos políticos y, sobre todo, incentivar a los jóvenes a involucrarse en la política y renovar la clase dirigente? ¿O estamos condenados a repetir los mismos errores una y otra vez? Venga, dígame en el foro, ¿qué piensa usted sobre este panorama?