¡Aguante! Parece que estamos a punto de darle una vuelta completa a la economía nacional con la reciente firma del Tratado de Libre Comercio con Israel. El ministro Manuel Tovar anda echándole ganas, diciendo que esto es una ‘alianza’ y que vamos a ‘aprender de los campeones mundiales’ en tecnología. Suena bien en teoría, ¿verdad?
La verdad es que la cosa viene así: Costa Rica ya le estaba metiendo duro a Israel en cuanto a exportaciones. Antes de esto, en 2021 mandamos unos $13 millones de varas y ahora, pa' este año, ya vamos por los $26 millones. Café oro, piñas, cositas para medir electricidad, fruta congelada... la lista es larga. Además, se eliminan casi todos los aranceles, lo que quiere decir que seguramente veremos más cosas hechas en Israel llegando a nuestras casas.
Tovar dice que esto es pa’ impulsar el sector de servicios, especialmente la informática y el desarrollo de software. Ahí es donde Israel tiene un renombre internacional tremendo. Si le hacemos caso, podríamos estar viendo más oportunidades pa’ esos programadores y técnicos que tenemos acá, pero ojo, siempre hay que analizar si realmente van a ser oportunidades genuinas o si simplemente vamos a depender más de tecnología extranjera. El brete es encontrar un equilibrio.
Ahora, Marco Vinicio Ruiz, exministro de Comercio, destaca algo crucial: la Inversión Extranjera Directa (IED). En el 2024 ya recibimos unos $20 millones, y parece que este tratado podría traer aún más. Él apunta a sectores como la fabricación de chips (semiconductores), seguridad cibernética, medicina, alimentos procesados… la onda es diversificar la economía, pero ¿hasta qué punto estamos dispuestos a abrirnos a la influencia de otras culturas y modelos de negocio?
Lo interesante es la apuesta por la transferencia tecnológica. Tovar cree que podemos llegar a acuerdos con empresas israelíes para desarrollar cosas juntos, y eso suena chévere. Imagínate, tecnología punta desarrollada aquí, en Costa Rica. Pero la pregunta es: ¿tenemos la capacidad humana y la infraestructura necesaria para absorber toda esa innovación? No quiero que nos quedemos solamente como ensambladores de tecnología ajena.
Y claro, también hay que pensar en cómo esto afectará a nuestros agricultores. Se facilitará la importación de fertilizantes, sistemas de riego y demás para producir más rápido y barato, pero... ¿qué pasa con los pequeños productores que no tienen acceso a estas tecnologías? ¿No se verán desplazados por las grandes fincas? Ese es un tema que necesita atención urgente.
Al final, todo se reduce a una cuestión de prioridades. ¿Queremos un crecimiento económico a cualquier costo o queremos un desarrollo sostenible que beneficie a todos los costarricenses? Este tratado con Israel puede ser una gran herramienta, pero también puede ser una carga si no lo usamos con inteligencia y visión de futuro. Hay que estar pendientes de cada detalle, porque esta vaina puede salir chiva o irse al traste, dependiendo de cómo se maneje.
Así que, digámoslo clarito: ¿cree usted que este Tratado de Libre Comercio con Israel representa una verdadera oportunidad para Costa Rica o teme que terminemos perdiendo nuestra identidad económica y cultural en pos de un crecimiento superficial? ¡Déjeme saber su opinión en los comentarios!
La verdad es que la cosa viene así: Costa Rica ya le estaba metiendo duro a Israel en cuanto a exportaciones. Antes de esto, en 2021 mandamos unos $13 millones de varas y ahora, pa' este año, ya vamos por los $26 millones. Café oro, piñas, cositas para medir electricidad, fruta congelada... la lista es larga. Además, se eliminan casi todos los aranceles, lo que quiere decir que seguramente veremos más cosas hechas en Israel llegando a nuestras casas.
Tovar dice que esto es pa’ impulsar el sector de servicios, especialmente la informática y el desarrollo de software. Ahí es donde Israel tiene un renombre internacional tremendo. Si le hacemos caso, podríamos estar viendo más oportunidades pa’ esos programadores y técnicos que tenemos acá, pero ojo, siempre hay que analizar si realmente van a ser oportunidades genuinas o si simplemente vamos a depender más de tecnología extranjera. El brete es encontrar un equilibrio.
Ahora, Marco Vinicio Ruiz, exministro de Comercio, destaca algo crucial: la Inversión Extranjera Directa (IED). En el 2024 ya recibimos unos $20 millones, y parece que este tratado podría traer aún más. Él apunta a sectores como la fabricación de chips (semiconductores), seguridad cibernética, medicina, alimentos procesados… la onda es diversificar la economía, pero ¿hasta qué punto estamos dispuestos a abrirnos a la influencia de otras culturas y modelos de negocio?
Lo interesante es la apuesta por la transferencia tecnológica. Tovar cree que podemos llegar a acuerdos con empresas israelíes para desarrollar cosas juntos, y eso suena chévere. Imagínate, tecnología punta desarrollada aquí, en Costa Rica. Pero la pregunta es: ¿tenemos la capacidad humana y la infraestructura necesaria para absorber toda esa innovación? No quiero que nos quedemos solamente como ensambladores de tecnología ajena.
Y claro, también hay que pensar en cómo esto afectará a nuestros agricultores. Se facilitará la importación de fertilizantes, sistemas de riego y demás para producir más rápido y barato, pero... ¿qué pasa con los pequeños productores que no tienen acceso a estas tecnologías? ¿No se verán desplazados por las grandes fincas? Ese es un tema que necesita atención urgente.
Al final, todo se reduce a una cuestión de prioridades. ¿Queremos un crecimiento económico a cualquier costo o queremos un desarrollo sostenible que beneficie a todos los costarricenses? Este tratado con Israel puede ser una gran herramienta, pero también puede ser una carga si no lo usamos con inteligencia y visión de futuro. Hay que estar pendientes de cada detalle, porque esta vaina puede salir chiva o irse al traste, dependiendo de cómo se maneje.
Así que, digámoslo clarito: ¿cree usted que este Tratado de Libre Comercio con Israel representa una verdadera oportunidad para Costa Rica o teme que terminemos perdiendo nuestra identidad económica y cultural en pos de un crecimiento superficial? ¡Déjeme saber su opinión en los comentarios!