¡Qué pena, pura vida! La comunidad periodística nacional está de luto tras confirmar el fallecimiento del colega Richard Molina Mesén, director y fundador del medio digital El Guardián. La noticia cayó como una bomba este miércoles, dejando un vacío enorme en todos aquellos que conocimos su trabajo incansable y su pasión por la verdad.
Richard Molina, un nombre que resonaba con fuerza en el panorama mediático costarricense, dedicó gran parte de su vida a construir El Guardián, un espacio que rápidamente se ganó el respeto por su enfoque crítico y su compromiso con la información independiente. No era un medio más; era una voz alternativa, un contrapeso en un mar de narrativas dominantes, y eso, ¡puro poder!
Desde sus inicios, Molina apostó por un periodismo valiente, sin miedo a cuestionar el statu quo. Su visión era clara: informar con rigor, investigar a fondo y presentar los hechos tal cual eran, sin importarles las presiones ni los intereses creados. Eso le costó algunas batallas, claro, pero nunca flaqueó en su compromiso con la ética periodística, un ejemplo a seguir para muchos jóvenes del gremio.
Las reacciones no se hicieron esperar. Medios de comunicación de todas partes, colegas periodistas, políticos y ciudadanos en general expresaron su profundo pesar por la pérdida de Molina. Muchos resaltaron su valentía, su honestidad y su inmenso talento. “Un ícono del periodismo costarricense se va”, escribió la Asociación de Periodistas de Costa Rica en sus redes sociales, “su legado perdurará en cada artículo publicado por El Guardián”.
El Guardián emitió un comunicado oficial lamentando la partida de su director y ofreciendo las disculpas necesarias por no haber podido brindarle atención médica oportuna. Según fuentes cercanas, Molina había estado luchando contra una enfermedad silenciosa durante varios meses, aunque mantuvo su rutina laboral hasta el final. ¡Esa sí que es entrega, mae!
Recordamos sus entrevistas reveladoras, sus investigaciones impactantes, sus columnas mordaces. Molina tenía una habilidad especial para conectar con la gente, para entender sus preocupaciones y darle voz a aquellos que a menudo quedaban silenciados. Fue un defensor de la libre expresión y un ferviente creyente en el poder transformador del periodismo.
Ahora, queda un gran desafío: mantener vivo el espíritu de El Guardián, continuar la labor que inició Molina y defender los valores que siempre representó. Será difícil llenar el vacío que dejó, pero la esperanza es que su legado inspire a nuevas generaciones de periodistas a seguir sus pasos, a luchar por la verdad y a construir un país más justo y transparente. Varios miembros del equipo ya han manifestado su intención de preservar el camino trazado por Molina, buscando nuevas estrategias para mantenerse vigentes en el competitivo mundo del periodismo digital. En estos momentos difíciles, la fortaleza reside en la unión y el compromiso colectivo.
La partida de Richard Molina nos invita a reflexionar sobre el rol del periodismo en nuestra sociedad y sobre la importancia de apoyar a los medios independientes que trabajan por la verdad. ¿Crees que es posible mantener viva la esencia del periodismo independiente en Costa Rica frente a los desafíos económicos y políticos actuales, o debemos resignarnos a ver cómo se diluyen las voces alternativas?
Richard Molina, un nombre que resonaba con fuerza en el panorama mediático costarricense, dedicó gran parte de su vida a construir El Guardián, un espacio que rápidamente se ganó el respeto por su enfoque crítico y su compromiso con la información independiente. No era un medio más; era una voz alternativa, un contrapeso en un mar de narrativas dominantes, y eso, ¡puro poder!
Desde sus inicios, Molina apostó por un periodismo valiente, sin miedo a cuestionar el statu quo. Su visión era clara: informar con rigor, investigar a fondo y presentar los hechos tal cual eran, sin importarles las presiones ni los intereses creados. Eso le costó algunas batallas, claro, pero nunca flaqueó en su compromiso con la ética periodística, un ejemplo a seguir para muchos jóvenes del gremio.
Las reacciones no se hicieron esperar. Medios de comunicación de todas partes, colegas periodistas, políticos y ciudadanos en general expresaron su profundo pesar por la pérdida de Molina. Muchos resaltaron su valentía, su honestidad y su inmenso talento. “Un ícono del periodismo costarricense se va”, escribió la Asociación de Periodistas de Costa Rica en sus redes sociales, “su legado perdurará en cada artículo publicado por El Guardián”.
El Guardián emitió un comunicado oficial lamentando la partida de su director y ofreciendo las disculpas necesarias por no haber podido brindarle atención médica oportuna. Según fuentes cercanas, Molina había estado luchando contra una enfermedad silenciosa durante varios meses, aunque mantuvo su rutina laboral hasta el final. ¡Esa sí que es entrega, mae!
Recordamos sus entrevistas reveladoras, sus investigaciones impactantes, sus columnas mordaces. Molina tenía una habilidad especial para conectar con la gente, para entender sus preocupaciones y darle voz a aquellos que a menudo quedaban silenciados. Fue un defensor de la libre expresión y un ferviente creyente en el poder transformador del periodismo.
Ahora, queda un gran desafío: mantener vivo el espíritu de El Guardián, continuar la labor que inició Molina y defender los valores que siempre representó. Será difícil llenar el vacío que dejó, pero la esperanza es que su legado inspire a nuevas generaciones de periodistas a seguir sus pasos, a luchar por la verdad y a construir un país más justo y transparente. Varios miembros del equipo ya han manifestado su intención de preservar el camino trazado por Molina, buscando nuevas estrategias para mantenerse vigentes en el competitivo mundo del periodismo digital. En estos momentos difíciles, la fortaleza reside en la unión y el compromiso colectivo.
La partida de Richard Molina nos invita a reflexionar sobre el rol del periodismo en nuestra sociedad y sobre la importancia de apoyar a los medios independientes que trabajan por la verdad. ¿Crees que es posible mantener viva la esencia del periodismo independiente en Costa Rica frente a los desafíos económicos y políticos actuales, o debemos resignarnos a ver cómo se diluyen las voces alternativas?