¡Ay, Dios mío! Aquí en Costa Rica siempre nos sacamos de onda con estas noticias... Un nene de cuatro añitos, ¡cuatro añitos!, desapareció en pleno monte cerca de Matina, Limón. Imagínate la bronca que le pinchan a la madre y a toda la comunidad. Desde ayer andan equipos de rescate buscando por to' lao, con la esperanza de encontrarlo sano y salvo.
Todo empezó el lunes pasado, alrededor de las dos de la tarde, cuando el pequeño estaba caminando con su mamá rumbo a casa por el sector de Bajo Chirripó, en Carrandí. De repente, la señora se dio cuenta de que el mae ya no estaba. Buscó por ahí, llamó, gritó… ¡Imagínate la desesperación! Pero no había manera de encontrarlo. Al principio pensaron que se escondió jugando, pero con el tiempo se dieron cuenta de que la cosa era más seria.
La alerta tardó un buen rato en llegar a los cuerpos de emergencia, casi tres horas, ¿te imaginas? Pasadas las seis y media de la noche llamaron a la Cruz Roja y demás. Eso activó un protocolo de búsqueda que siguió toda la noche y continuó hoy con más fuerza. El brete es que la zona es pura montaña, chinchorro, vegetación densa, y los caminos son pa’ machete. Los rescatistas andan avanzando con mucho cuidado, porque uno se puede caer o perder fácilmente en esa maraña.
Voceros de la Cruz Roja dicen que la información llegó de gente del lugar, no estaban presentes al momento de la desaparición, obvio. Lo único concreto que tienen es lo que dice la mamá, que fue la última que lo vio. Están revisando todos los detalles, entrevistando a vecinos, buscando cualquier pista que les lleve al nene. ¡Qué vara!, esto te pone la piel de gallina.
Y ni hablar de los desafíos que enfrentan las comunidades rurales, ¿verdad? La distancia, el clima impredecible, la falta de señal de celular… A veces uno piensa, ‘¿cómo hacen esos mae para vivir allá?’ En momentos críticos como estos, todo se complica aún más. Es evidente que necesitamos mejorar la infraestructura y la comunicación en esas zonas para poder responder mejor ante emergencias. Pura carencia, diay…
Hasta ahora, el operativo sigue en marcha. Hay cuadrillas de policías, bomberos, guardabarrancos y voluntarios recorriendo el monte como si no hubiera mañanita. Están peinando senderos, quebradas, hasta piedras están moviendo. La esperanza es que encuentren al nene pronto, sano y salvo, abrazadito a su mami. ¡Que los bendiga!
La comunidad entera está colaborando como puede. Andan ofreciendo comida, agua, ayuda moral a los rescatistas. Se nota que hay un sentido de pertenencia muy fuerte allá. Muchos se preguntan qué pudo haber pasado, si el niño se distrajo persiguiendo alguna ranita, si alguien lo llevó… Pero eso ya lo tendrá que determinar la investigación. Lo importante ahora es encontrarlo.
En fin, esta situación nos hace reflexionar sobre la importancia de estar atentos a nuestros niños, especialmente cuando juegan o caminan solos en lugares peligrosos. Esperemos que esta búsqueda tenga un final feliz y que podamos darle tranquilidad a esa familia. Ahora dime, ¿crees que deberíamos exigir más inversión en seguridad y comunicaciones en las zonas rurales de nuestro país para evitar tragedias como esta?
Todo empezó el lunes pasado, alrededor de las dos de la tarde, cuando el pequeño estaba caminando con su mamá rumbo a casa por el sector de Bajo Chirripó, en Carrandí. De repente, la señora se dio cuenta de que el mae ya no estaba. Buscó por ahí, llamó, gritó… ¡Imagínate la desesperación! Pero no había manera de encontrarlo. Al principio pensaron que se escondió jugando, pero con el tiempo se dieron cuenta de que la cosa era más seria.
La alerta tardó un buen rato en llegar a los cuerpos de emergencia, casi tres horas, ¿te imaginas? Pasadas las seis y media de la noche llamaron a la Cruz Roja y demás. Eso activó un protocolo de búsqueda que siguió toda la noche y continuó hoy con más fuerza. El brete es que la zona es pura montaña, chinchorro, vegetación densa, y los caminos son pa’ machete. Los rescatistas andan avanzando con mucho cuidado, porque uno se puede caer o perder fácilmente en esa maraña.
Voceros de la Cruz Roja dicen que la información llegó de gente del lugar, no estaban presentes al momento de la desaparición, obvio. Lo único concreto que tienen es lo que dice la mamá, que fue la última que lo vio. Están revisando todos los detalles, entrevistando a vecinos, buscando cualquier pista que les lleve al nene. ¡Qué vara!, esto te pone la piel de gallina.
Y ni hablar de los desafíos que enfrentan las comunidades rurales, ¿verdad? La distancia, el clima impredecible, la falta de señal de celular… A veces uno piensa, ‘¿cómo hacen esos mae para vivir allá?’ En momentos críticos como estos, todo se complica aún más. Es evidente que necesitamos mejorar la infraestructura y la comunicación en esas zonas para poder responder mejor ante emergencias. Pura carencia, diay…
Hasta ahora, el operativo sigue en marcha. Hay cuadrillas de policías, bomberos, guardabarrancos y voluntarios recorriendo el monte como si no hubiera mañanita. Están peinando senderos, quebradas, hasta piedras están moviendo. La esperanza es que encuentren al nene pronto, sano y salvo, abrazadito a su mami. ¡Que los bendiga!
La comunidad entera está colaborando como puede. Andan ofreciendo comida, agua, ayuda moral a los rescatistas. Se nota que hay un sentido de pertenencia muy fuerte allá. Muchos se preguntan qué pudo haber pasado, si el niño se distrajo persiguiendo alguna ranita, si alguien lo llevó… Pero eso ya lo tendrá que determinar la investigación. Lo importante ahora es encontrarlo.
En fin, esta situación nos hace reflexionar sobre la importancia de estar atentos a nuestros niños, especialmente cuando juegan o caminan solos en lugares peligrosos. Esperemos que esta búsqueda tenga un final feliz y que podamos darle tranquilidad a esa familia. Ahora dime, ¿crees que deberíamos exigir más inversión en seguridad y comunicaciones en las zonas rurales de nuestro país para evitar tragedias como esta?