¡Ay, Dios mío! Acá en Costa Rica uno nunca sabe cuándo puede pasar. Resulta que la noche del martes pasado, en el barrio La Calderón de Esparza, una niña de apenas ocho años vivió un susto de película. Unos tipos en moto, al parecer metidos en cosas turbias, andaban disparando por allá, y lamentablemente una bala terminó impactando a una personita inocente. ¡Qué torta!
Según nos cuentan, la muchacha estaba caminando por la calle cerca de donde pasó el incidente, jugando, seguramente, sin saber el peligro que acechaba. Estuvo a unos 25 metros cuando ocurrió todo. De inmediato, vecinos alertaron a las autoridades y la Cruz Roja llegó rapidísimo a atenderla. Pura tensión, imagínate la preocupación de sus padres al enterarse de lo sucedido.
El doctor Carlos Jiménez Herrera, jefe del Hospital Nacional de Niños, dio tranquilidad a todos nosotros – y a la familia, claro – confirmando que la nena está fuera de peligro. Primero la llevaron al Hospital Monseñor Sanabria en Puntarenas porque estaba cerquita, pero rápidamente la trasladaron a San José para darle toda la atención especializada que necesitaba. "Es una niña valiente, se recupera bien, y gracias a Dios no afectó órganos vitales", comentó el doctor en declaraciones para CRHoy.com.
Lo bueno es que los médicos pudieron extraerle la bala sin mayores complicaciones. Ahora, además de la recuperación física, le están dando apoyo psicológico y social, porque esto es un trauma que te marca de por vida, diay. El OIJ está investigando a fondo el caso para clavarle el dedo a estos vándalos que decidieron convertir el barrio en un campo de batalla. Esperemos que los agarren rápido y les caiga toda la ley.
Este tipo de situaciones nos hacen reflexionar sobre la seguridad en nuestras comunidades. ¿Hasta cuándo vamos a vivir con miedo a que aparezcan balas perdidas por ahí? Ya es hora de que las autoridades tomen medidas más contundentes para combatir la violencia y proteger a nuestros niños y niñas, que son el futuro del país. No podemos permitir que crezcan en un ambiente así, rodeados de inseguridad y temor constante.
Y hablando de eso, este caso vuelve a abrir el debate sobre el control de armas en Costa Rica. Algunos dicen que hay que endurecer las leyes, otros que el problema no está en las armas sino en las personas que las manejan. La verdad es que no hay respuestas fáciles. Se necesita un enfoque integral que involucre a la policía, a las familias, a las escuelas, y a toda la sociedad en general. Porque la prevención siempre es mejor que la reacción.
Mientras tanto, la comunidad de Esparza vive con el corazón en la mano. Todos están rezando por la pronta recuperación de la niña y exigiendo justicia para que esto no vuelva a suceder. Hay mucho cariño y solidaridad hacia la familia afectada, y se espera que reciban todo el apoyo necesario para superar este difícil momento. Este brete ha sacudido a todo el cantón, y demuestra que la violencia indiscriminada no entiende de edades ni de barrios.
Es increíble pensar en cómo un instante puede cambiar la vida de alguien. Una bala perdida, un juego interrumpido, un futuro incierto… ¿Cómo podemos construir un país más seguro y justo para nuestros hijos y nietos, donde puedan crecer libres de miedos y amenazas? Compartamos este caso y reflexionemos juntos sobre qué acciones podemos tomar desde nuestras comunidades para prevenir estas tragedias y fortalecer nuestra sociedad.
Según nos cuentan, la muchacha estaba caminando por la calle cerca de donde pasó el incidente, jugando, seguramente, sin saber el peligro que acechaba. Estuvo a unos 25 metros cuando ocurrió todo. De inmediato, vecinos alertaron a las autoridades y la Cruz Roja llegó rapidísimo a atenderla. Pura tensión, imagínate la preocupación de sus padres al enterarse de lo sucedido.
El doctor Carlos Jiménez Herrera, jefe del Hospital Nacional de Niños, dio tranquilidad a todos nosotros – y a la familia, claro – confirmando que la nena está fuera de peligro. Primero la llevaron al Hospital Monseñor Sanabria en Puntarenas porque estaba cerquita, pero rápidamente la trasladaron a San José para darle toda la atención especializada que necesitaba. "Es una niña valiente, se recupera bien, y gracias a Dios no afectó órganos vitales", comentó el doctor en declaraciones para CRHoy.com.
Lo bueno es que los médicos pudieron extraerle la bala sin mayores complicaciones. Ahora, además de la recuperación física, le están dando apoyo psicológico y social, porque esto es un trauma que te marca de por vida, diay. El OIJ está investigando a fondo el caso para clavarle el dedo a estos vándalos que decidieron convertir el barrio en un campo de batalla. Esperemos que los agarren rápido y les caiga toda la ley.
Este tipo de situaciones nos hacen reflexionar sobre la seguridad en nuestras comunidades. ¿Hasta cuándo vamos a vivir con miedo a que aparezcan balas perdidas por ahí? Ya es hora de que las autoridades tomen medidas más contundentes para combatir la violencia y proteger a nuestros niños y niñas, que son el futuro del país. No podemos permitir que crezcan en un ambiente así, rodeados de inseguridad y temor constante.
Y hablando de eso, este caso vuelve a abrir el debate sobre el control de armas en Costa Rica. Algunos dicen que hay que endurecer las leyes, otros que el problema no está en las armas sino en las personas que las manejan. La verdad es que no hay respuestas fáciles. Se necesita un enfoque integral que involucre a la policía, a las familias, a las escuelas, y a toda la sociedad en general. Porque la prevención siempre es mejor que la reacción.
Mientras tanto, la comunidad de Esparza vive con el corazón en la mano. Todos están rezando por la pronta recuperación de la niña y exigiendo justicia para que esto no vuelva a suceder. Hay mucho cariño y solidaridad hacia la familia afectada, y se espera que reciban todo el apoyo necesario para superar este difícil momento. Este brete ha sacudido a todo el cantón, y demuestra que la violencia indiscriminada no entiende de edades ni de barrios.
Es increíble pensar en cómo un instante puede cambiar la vida de alguien. Una bala perdida, un juego interrumpido, un futuro incierto… ¿Cómo podemos construir un país más seguro y justo para nuestros hijos y nietos, donde puedan crecer libres de miedos y amenazas? Compartamos este caso y reflexionemos juntos sobre qué acciones podemos tomar desde nuestras comunidades para prevenir estas tragedias y fortalecer nuestra sociedad.
