¡Ay, Dios mío, qué historia más larga! Resulta que la esposa y el hermano del tipo que dirigía ese call center de estafas desde la cárcel, siguen presos. La Fiscalía Adjunta de Puntarenas le dio tres meses más de prisión preventiva, y vaya que han tenido tiempo para pensar en qué hicieron, ¿verdad?
Todo empezó hace casi un año, cuando el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y la Fiscalía metieron allanamiento a una banda criminal que, según parece, estaba haciendo de las suyas desde una casita lujosa en Sabana Sur. Unos 38 integrantes tuvieron que responder por esto, pero estos dos, la señora Alvarado y don Tencio, andaban muy metidos en el brete.
Se estima que robaron mínimo 125 colones, pero las malas lenguas dicen que podrían haber llegado hasta los dos mil millones. ¡Imagínate qué carga de plata! Claramente, no estaban jugando con cerillos, sino que montaron toda una operación bien aceitada para sacarles el pelo a la gente. Ese dinero, según la investigación, venía de estafas online bien tramadas.
Lo curioso es cómo pudieron organizar todo eso estando el jefe canchero en la cárcel. Supuestamente, él daba las órdenes y ellos se encargaban de ejecutar el plan. Pero bueno, los abogados dirán que no hay pruebas contundentes, ya sabemos cómo funciona la cosa por acá… a veces da gusto ver cómo se defiende la vida.
Recordemos que inicialmente prendieron el cepo a 24 personas, pero luego liberaron a algunos porque pareciera que solo prestaban sus cuentas bancarias para lavar el producto de las estafas. Otros, simplemente, fueron interrogados y quedaron libres, pero con la espina clavada. Este caso nos demuestra lo astutos que pueden ser algunos criminales.
Y ni hablar de la organización interna. Cubículos, teléfonos, guiones preparados, audífonos… parecía una oficina normal, pero en lugar de vender productos, vendían humo y engaños. Además, tenían gente moviéndose en moto con fajos de billetes, ¡qué manera de vivir! Recibían sueldos y viáticos, como si estuvieran trabajando honestamente. Esto demuestra que la delincuencia ha evolucionado y se camufla entre nosotros.
Ahora, resulta que usaban una casa de tres pisos en Barrio Colón como base de operaciones, tan cerca del gimnasio nacional que cualquiera podía tropezar con ellos. Se mudaban cada cuatro meses para evitar a los polis, ¡vaya maña! Obviamente, la ley siempre va detrás, aunque a veces parezca que tarda en llegar. Lo cierto es que ahora están tras las rejas y tendrán que enfrentar cargos graves.
Con todo esto, me pregunto, ¿hasta dónde llegará la investigación? ¿Descubriremos quiénes fueron las víctimas principales de esta banda y cuánto dinero lograron robar realmente? ¿Creen que deberían endurecer las penas para quienes organizan estafas desde la cárcel, o es suficiente con castigar a los cómplices externos? Compartan sus opiniones, ¡me interesa saber qué piensan!
Todo empezó hace casi un año, cuando el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y la Fiscalía metieron allanamiento a una banda criminal que, según parece, estaba haciendo de las suyas desde una casita lujosa en Sabana Sur. Unos 38 integrantes tuvieron que responder por esto, pero estos dos, la señora Alvarado y don Tencio, andaban muy metidos en el brete.
Se estima que robaron mínimo 125 colones, pero las malas lenguas dicen que podrían haber llegado hasta los dos mil millones. ¡Imagínate qué carga de plata! Claramente, no estaban jugando con cerillos, sino que montaron toda una operación bien aceitada para sacarles el pelo a la gente. Ese dinero, según la investigación, venía de estafas online bien tramadas.
Lo curioso es cómo pudieron organizar todo eso estando el jefe canchero en la cárcel. Supuestamente, él daba las órdenes y ellos se encargaban de ejecutar el plan. Pero bueno, los abogados dirán que no hay pruebas contundentes, ya sabemos cómo funciona la cosa por acá… a veces da gusto ver cómo se defiende la vida.
Recordemos que inicialmente prendieron el cepo a 24 personas, pero luego liberaron a algunos porque pareciera que solo prestaban sus cuentas bancarias para lavar el producto de las estafas. Otros, simplemente, fueron interrogados y quedaron libres, pero con la espina clavada. Este caso nos demuestra lo astutos que pueden ser algunos criminales.
Y ni hablar de la organización interna. Cubículos, teléfonos, guiones preparados, audífonos… parecía una oficina normal, pero en lugar de vender productos, vendían humo y engaños. Además, tenían gente moviéndose en moto con fajos de billetes, ¡qué manera de vivir! Recibían sueldos y viáticos, como si estuvieran trabajando honestamente. Esto demuestra que la delincuencia ha evolucionado y se camufla entre nosotros.
Ahora, resulta que usaban una casa de tres pisos en Barrio Colón como base de operaciones, tan cerca del gimnasio nacional que cualquiera podía tropezar con ellos. Se mudaban cada cuatro meses para evitar a los polis, ¡vaya maña! Obviamente, la ley siempre va detrás, aunque a veces parezca que tarda en llegar. Lo cierto es que ahora están tras las rejas y tendrán que enfrentar cargos graves.
Con todo esto, me pregunto, ¿hasta dónde llegará la investigación? ¿Descubriremos quiénes fueron las víctimas principales de esta banda y cuánto dinero lograron robar realmente? ¿Creen que deberían endurecer las penas para quienes organizan estafas desde la cárcel, o es suficiente con castigar a los cómplices externos? Compartan sus opiniones, ¡me interesa saber qué piensan!
