¡Ay, Dios mío! ¿Se imaginan? Un expolicía, sí, un señor que le dio la vida protegiendo a otros, termina siendo el responsable de quitarle la vida a su vecino. El jurado popular lo declaró culpable, mándale relajo, porque ahora tendrá que enfrentar las consecuencias de sus actos. Esto pasó en Lomas del Mirador, allá por Buenos Aires, pero nos toca la fibra sensible a todos nosotros aquí en Costa Rica, ¿verdad?
La vaina se remonta a la celebración de Navidad del año pasado. Según cuentan los vecinos, todo empezó porque la música estaba un poquito alta, nada fuera de control, pero suficiente para molestar al señor Moreno, de 75 añitos. Él, supuestamente, fue a tocarles la puerta para pedirles que bajaran el volumen, advirtiéndoles que si seguían así iban a terminar mal. ¡Imagínate el bronco! Ya sabemos cómo son algunos panas, creyendo que tienen razón y sacando conclusiones precipitadas.
Y ahí, de repente, el exagente, sin pensarlo dos veces, sacó un arma y le pegó a Sergio Díaz, el pobre vecino. Un tiro certero que lo dejó malherido. Lo trasladaron al hospital corrido, pero ya no hubo manera, llegó sin pulso. ¡Qué sal! Una tragedia evitable, producto de la calentura y la falta de diálogo, cosas que lamentablemente siguen pasando con frecuencia en nuestros barrios y comunidades.
El juicio duró cinco días, con testimonios y audiencias en la Universidad Nacional de La Matuza – perdón, La Matanza. El jurado popular, figura interesante que usan allá, tuvo que escuchar todo el rollo para tomar una decisión. Al final, lo encontraron culpable de homicidio culposo y también de tener un arma de guerra ilegal. Como dicen ellos, 'basándose en las pruebas balísticas y los testimonios'.
La jueza Pacheco, con toda la calma del mundo, lideró el proceso, mientras que el fiscal Antín buscaba demostrar la culpabilidad del señor Moreno. La defensa, a cargo del abogado Oneto, trató de argumentar que el disparo fue accidental y que el exagente estaba pasando por un momento de mucho estrés. Pero bueno, eso ya lo decidió el jurado, y ellos saben lo que hacen. Aunque uno piensa, ¿cómo es posible que alguien con esa edad y experiencia se sienta tan presionado por el sonido de la música como para recurrir a un arma?
Lo curioso de la vaina es que la defensa incluso pidió que al señor Moreno lo pusieran en casa, con prisión domiciliaria, alegando su edad y problemas de salud. ¡Pero ni hablar! El juez Gossn se negó rotundamente y lo mandó a la cárcel, a cumplir con lo que mando la ley. Porque, díganlo conmigo, nadie puede justificar el uso de un arma de fuego para resolver diferencias vecinales. Eso es clarito, fresco y duro, como decimos nosotros acá.
Este caso ha levantado mucha polvareda allá en Argentina, y nos hace reflexionar aquí en Costa Rica sobre el manejo de armas y la importancia de solucionar los problemas de forma pacífica. Muchos se preguntan qué criterio pueden tener unos señores que han dedicado sus vidas a hacer cumplir la ley, para optar por estas acciones extremas. ¿Será la frustración acumulada, la pérdida de poder o simplemente la falta de madurez emocional?
Ahora, me pregunto, ¿ustedes creen que deberían existir regulaciones más estrictas para los expolicías en cuanto a la posesión de armas? ¿Deberíamos implementar programas de mediación vecinal obligatorios para evitar que situaciones similares terminen en tragedias como esta? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Vamos a debatir sobre este asunto que nos afecta a todos y a todas.
La vaina se remonta a la celebración de Navidad del año pasado. Según cuentan los vecinos, todo empezó porque la música estaba un poquito alta, nada fuera de control, pero suficiente para molestar al señor Moreno, de 75 añitos. Él, supuestamente, fue a tocarles la puerta para pedirles que bajaran el volumen, advirtiéndoles que si seguían así iban a terminar mal. ¡Imagínate el bronco! Ya sabemos cómo son algunos panas, creyendo que tienen razón y sacando conclusiones precipitadas.
Y ahí, de repente, el exagente, sin pensarlo dos veces, sacó un arma y le pegó a Sergio Díaz, el pobre vecino. Un tiro certero que lo dejó malherido. Lo trasladaron al hospital corrido, pero ya no hubo manera, llegó sin pulso. ¡Qué sal! Una tragedia evitable, producto de la calentura y la falta de diálogo, cosas que lamentablemente siguen pasando con frecuencia en nuestros barrios y comunidades.
El juicio duró cinco días, con testimonios y audiencias en la Universidad Nacional de La Matuza – perdón, La Matanza. El jurado popular, figura interesante que usan allá, tuvo que escuchar todo el rollo para tomar una decisión. Al final, lo encontraron culpable de homicidio culposo y también de tener un arma de guerra ilegal. Como dicen ellos, 'basándose en las pruebas balísticas y los testimonios'.
La jueza Pacheco, con toda la calma del mundo, lideró el proceso, mientras que el fiscal Antín buscaba demostrar la culpabilidad del señor Moreno. La defensa, a cargo del abogado Oneto, trató de argumentar que el disparo fue accidental y que el exagente estaba pasando por un momento de mucho estrés. Pero bueno, eso ya lo decidió el jurado, y ellos saben lo que hacen. Aunque uno piensa, ¿cómo es posible que alguien con esa edad y experiencia se sienta tan presionado por el sonido de la música como para recurrir a un arma?
Lo curioso de la vaina es que la defensa incluso pidió que al señor Moreno lo pusieran en casa, con prisión domiciliaria, alegando su edad y problemas de salud. ¡Pero ni hablar! El juez Gossn se negó rotundamente y lo mandó a la cárcel, a cumplir con lo que mando la ley. Porque, díganlo conmigo, nadie puede justificar el uso de un arma de fuego para resolver diferencias vecinales. Eso es clarito, fresco y duro, como decimos nosotros acá.
Este caso ha levantado mucha polvareda allá en Argentina, y nos hace reflexionar aquí en Costa Rica sobre el manejo de armas y la importancia de solucionar los problemas de forma pacífica. Muchos se preguntan qué criterio pueden tener unos señores que han dedicado sus vidas a hacer cumplir la ley, para optar por estas acciones extremas. ¿Será la frustración acumulada, la pérdida de poder o simplemente la falta de madurez emocional?
Ahora, me pregunto, ¿ustedes creen que deberían existir regulaciones más estrictas para los expolicías en cuanto a la posesión de armas? ¿Deberíamos implementar programas de mediación vecinal obligatorios para evitar que situaciones similares terminen en tragedias como esta? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Vamos a debatir sobre este asunto que nos afecta a todos y a todas.