¡Ay, Dios mío! La estadística nos golpea directo al estómago. Más de 540 vidas de mujeres truncadas desde el 2007... Y eso sin contar los que no salen en los titulares. Acá en Costa Rica, donde nos creemos el país modelo, seguimos arrastrando una herida profunda: la violencia machista. Según Debby Garay, fiscal adjunta, la cifra es escalofriante, y deja claro que tenemos un problema bien cabrón.
La ley de penalización de la violencia contra las mujeres entró en vigor hace ya tiempo, pero parece que algunos señores no han recibido el mensaje. Por años, muchas de estas tragedias se clasificaban como homicidios comunes, tapándose bajo la alfombra. Imagínate, ¡más de una década! Procesando crímenes machistas como si fueran cualquier otra cosa. Gracias a Dios que hubo una reforma en 2021 que amplió la definición de femicidio, incluyendo situaciones como cuando un tipo mata a una mina porque ella le dijo que no a salir con él, o casos ligados al crimen organizado. Esto significó que, finalmente, más muertes pudieron ser investigadas bajo la lupa correcta.
Pero la cosa no mejora. De enero a noviembre de este año pasado, hemos visto 33 mujeres asesinadas, una cada diez días. ¡Qué sal! Treinta y tres vidas segadas por la mano de hombres que pensaron que podían controlar o poseer a una mujer. Veinte cuatro de esos casos fueron en el ámbito sentimental, con parejas o exparejas, pero hay nueve otras varas, como crímenes relacionados con el crimen organizado o simples ataques porque una mujer no quiso tener una relación. Nos queda clarito que esto no es solo un problema de “parejas despechadas”, es mucho más profundo.
Y ni hablemos de los intentos de femicidio. Entre 2019 y 2024, casi mil mujeres sobrevivieron a intentos de asesinato. Algunas quedaron con secuelas físicas, otras emocionales… Un daño irreparable que se suma a la tragedia general. Piensa en la cantidad de familias destrozadas, de hijos e hijas huérfanos, de sueños rotos… Es desgarrador, diay.
Allan Cortés, el fiscal coordinador de la fiscalía de género, ha puesto énfasis en desmentir mitos que aún andan circulando. Mucha gente cree que las mujeres inventan denuncias de violencia, ¡qué tontería! Las estadísticas demuestran lo contrario: el porcentaje de denuncias falsas es mínimo, ¡casi ridículo!. Cada caso requiere un análisis cuidadoso, considerando el historial de violencia, el entorno familiar, las dinámicas de poder y las señales de alerta que pudo haber habido.
Tenemos una subcomisión interinstitucional que está tratando de hacer frente a este problema, con representantes de varias entidades y organizaciones sociales. Su función es actuar rápido ante cada caso, protegiendo a las víctimas indirectas, especialmente a los niños, niñas y adolescentes. Ellos son los que más sufren cuando una madre es víctima de violencia. Se trata de crear redes de apoyo para que no tengan que pasar por todo esto solos.
Ahora bien, necesitamos ponerle turbo a la prevención, identificar a tiempo cuándo una mujer está en peligro y llevar a cabo investigaciones con perspectiva de género. No podemos seguir esperando a que ocurra lo peor. Hay que educar, sensibilizar, cambiar la cultura machista que permea nuestra sociedad. Este es un brete bien pesado que tenemos que cargar todos juntos. Se necesita cambio a fondo, mae.
En fin, los datos son claros: la violencia letal contra las mujeres es un problema estructural, arraigado y persistente que continúa dejando un reguero de dolor y destrucción por todo el país. ¿Cómo creen que deberíamos fortalecer las políticas públicas y la educación para erradicar la violencia de género y construir una sociedad más justa y segura para todas las mujeres?
La ley de penalización de la violencia contra las mujeres entró en vigor hace ya tiempo, pero parece que algunos señores no han recibido el mensaje. Por años, muchas de estas tragedias se clasificaban como homicidios comunes, tapándose bajo la alfombra. Imagínate, ¡más de una década! Procesando crímenes machistas como si fueran cualquier otra cosa. Gracias a Dios que hubo una reforma en 2021 que amplió la definición de femicidio, incluyendo situaciones como cuando un tipo mata a una mina porque ella le dijo que no a salir con él, o casos ligados al crimen organizado. Esto significó que, finalmente, más muertes pudieron ser investigadas bajo la lupa correcta.
Pero la cosa no mejora. De enero a noviembre de este año pasado, hemos visto 33 mujeres asesinadas, una cada diez días. ¡Qué sal! Treinta y tres vidas segadas por la mano de hombres que pensaron que podían controlar o poseer a una mujer. Veinte cuatro de esos casos fueron en el ámbito sentimental, con parejas o exparejas, pero hay nueve otras varas, como crímenes relacionados con el crimen organizado o simples ataques porque una mujer no quiso tener una relación. Nos queda clarito que esto no es solo un problema de “parejas despechadas”, es mucho más profundo.
Y ni hablemos de los intentos de femicidio. Entre 2019 y 2024, casi mil mujeres sobrevivieron a intentos de asesinato. Algunas quedaron con secuelas físicas, otras emocionales… Un daño irreparable que se suma a la tragedia general. Piensa en la cantidad de familias destrozadas, de hijos e hijas huérfanos, de sueños rotos… Es desgarrador, diay.
Allan Cortés, el fiscal coordinador de la fiscalía de género, ha puesto énfasis en desmentir mitos que aún andan circulando. Mucha gente cree que las mujeres inventan denuncias de violencia, ¡qué tontería! Las estadísticas demuestran lo contrario: el porcentaje de denuncias falsas es mínimo, ¡casi ridículo!. Cada caso requiere un análisis cuidadoso, considerando el historial de violencia, el entorno familiar, las dinámicas de poder y las señales de alerta que pudo haber habido.
Tenemos una subcomisión interinstitucional que está tratando de hacer frente a este problema, con representantes de varias entidades y organizaciones sociales. Su función es actuar rápido ante cada caso, protegiendo a las víctimas indirectas, especialmente a los niños, niñas y adolescentes. Ellos son los que más sufren cuando una madre es víctima de violencia. Se trata de crear redes de apoyo para que no tengan que pasar por todo esto solos.
Ahora bien, necesitamos ponerle turbo a la prevención, identificar a tiempo cuándo una mujer está en peligro y llevar a cabo investigaciones con perspectiva de género. No podemos seguir esperando a que ocurra lo peor. Hay que educar, sensibilizar, cambiar la cultura machista que permea nuestra sociedad. Este es un brete bien pesado que tenemos que cargar todos juntos. Se necesita cambio a fondo, mae.
En fin, los datos son claros: la violencia letal contra las mujeres es un problema estructural, arraigado y persistente que continúa dejando un reguero de dolor y destrucción por todo el país. ¿Cómo creen que deberíamos fortalecer las políticas públicas y la educación para erradicar la violencia de género y construir una sociedad más justa y segura para todas las mujeres?
