¡Ay, Dios mío! Se armó un bronca tremenda en el Festival de la Luz, ¡más grande que el colón! Después de toda la polémica con las bandas que se retiran, ahora salió a hablar Elesban Rodríguez, el director de la Banda Municipal de Zarcero, y vaya que soltó verdades como balazos. Parece que el festival, que antes era pa’ to’los, se le fue la olla y ahora parece competencia internacional.
Rodríguez, hablando claro y sin rodeos –como nos gustan–, expresó su preocupación por cómo se maneja la selección de bandas. No le gustó ni un pelo que les ofrezcan un “muchas gracias” después de audiciones agotadoras. ¡Imagínate el coraje! Él mismo, como líder de su grupo, prefirió decirles adiós al festival a pasar por esa humillación. Esto, obviamente, impactó a la comunidad musical de Zarcero y alrededores, generando un revuelo considerable.
Pero no se quedó ahí, chunche. Él dice que el Festival debería seguir siendo una plataforma para que nuevas bandas muestren su talento, como solía ser antes. Él propone algo parecido al Desfile de las Rosas, donde cada banda tendría su tiempo para brillar. “Así se ayudarían a las bandas a exponerse mediáticamente”, enfatizó el director, dejando claro que esto evitaría que siempre sean las mismas las que tengan la oportunidad de lucirse. Hay otros desfiles chéveres en Costa Rica, ¿saben?
Lo que realmente le preocupa, y acá va la pura neta, es la falta de apoyo por parte de las municipalidades a las bandas que participan. Dice que otras localidades sí saben cómo tratar bien a estos artistas, ofreciéndoles transporte digno y comida decente. Aquí, parece que se les trata como a fantasmas. ¡Qué injusticia, diay!
Y la gota que derramó el vaso fue la decisión de que la banda de Zarcero no audicionara. Rodriguez asegura que esa fue la mejor jugada, aunque lo hayan pintado de engreído y malagradecido. El mae no se achicó y defendió su postura con uñas y dientes. ¡Pa’ ponerle el cascabel!
Ahora, resulta que el Festival, según Rodríguez, se ha convertido en una imitación barata del Drum Corps International (DCI). Él reconoce que la organización tiene derecho a poner sus propias reglas, pero considera que deberían replantearse su enfoque. Las bandas, reflexiona, deberían analizar si las condiciones del evento siguen siendo convenientes o si es hora de buscar nuevos escenarios para mostrar su arte. “Los que ponen el espectáculo merecen ser atendidos como lo que son: los actores principales”, remató él, clavando el clavo.
No es el único que piensa así, porque entre tanto lío, otras dos agrupaciones del pasacalles también decidieron bajarse del Festival. Sus razones son similares: falta de apoyo económico, alimentación precaria e incluso limitaciones en el número de integrantes permitidos. ¡Una verdadera pena para los amantes de la música y el folklore costarricense! La situación se puso tan complicada que algunas bandas tuvieron que decidir qué miembros dejar atrás, simplemente para cumplir con la regulación impuesta. ¡Un verdadero brete!
¿Será que el Festival de la Luz está perdiendo su esencia popular? Con tanta regla y restricción, ¿seguirá siendo accesible para todas las bandas y para todos los espectadores? ¿Creen que la organización debería escuchar estas críticas y hacer cambios significativos para recuperar el espíritu original del evento, o creen que este cambio hacia un formato más profesionalizado es inevitable? ¡Déjenme saber qué piensan en los comentarios!
Rodríguez, hablando claro y sin rodeos –como nos gustan–, expresó su preocupación por cómo se maneja la selección de bandas. No le gustó ni un pelo que les ofrezcan un “muchas gracias” después de audiciones agotadoras. ¡Imagínate el coraje! Él mismo, como líder de su grupo, prefirió decirles adiós al festival a pasar por esa humillación. Esto, obviamente, impactó a la comunidad musical de Zarcero y alrededores, generando un revuelo considerable.
Pero no se quedó ahí, chunche. Él dice que el Festival debería seguir siendo una plataforma para que nuevas bandas muestren su talento, como solía ser antes. Él propone algo parecido al Desfile de las Rosas, donde cada banda tendría su tiempo para brillar. “Así se ayudarían a las bandas a exponerse mediáticamente”, enfatizó el director, dejando claro que esto evitaría que siempre sean las mismas las que tengan la oportunidad de lucirse. Hay otros desfiles chéveres en Costa Rica, ¿saben?
Lo que realmente le preocupa, y acá va la pura neta, es la falta de apoyo por parte de las municipalidades a las bandas que participan. Dice que otras localidades sí saben cómo tratar bien a estos artistas, ofreciéndoles transporte digno y comida decente. Aquí, parece que se les trata como a fantasmas. ¡Qué injusticia, diay!
Y la gota que derramó el vaso fue la decisión de que la banda de Zarcero no audicionara. Rodriguez asegura que esa fue la mejor jugada, aunque lo hayan pintado de engreído y malagradecido. El mae no se achicó y defendió su postura con uñas y dientes. ¡Pa’ ponerle el cascabel!
Ahora, resulta que el Festival, según Rodríguez, se ha convertido en una imitación barata del Drum Corps International (DCI). Él reconoce que la organización tiene derecho a poner sus propias reglas, pero considera que deberían replantearse su enfoque. Las bandas, reflexiona, deberían analizar si las condiciones del evento siguen siendo convenientes o si es hora de buscar nuevos escenarios para mostrar su arte. “Los que ponen el espectáculo merecen ser atendidos como lo que son: los actores principales”, remató él, clavando el clavo.
No es el único que piensa así, porque entre tanto lío, otras dos agrupaciones del pasacalles también decidieron bajarse del Festival. Sus razones son similares: falta de apoyo económico, alimentación precaria e incluso limitaciones en el número de integrantes permitidos. ¡Una verdadera pena para los amantes de la música y el folklore costarricense! La situación se puso tan complicada que algunas bandas tuvieron que decidir qué miembros dejar atrás, simplemente para cumplir con la regulación impuesta. ¡Un verdadero brete!
¿Será que el Festival de la Luz está perdiendo su esencia popular? Con tanta regla y restricción, ¿seguirá siendo accesible para todas las bandas y para todos los espectadores? ¿Creen que la organización debería escuchar estas críticas y hacer cambios significativos para recuperar el espíritu original del evento, o creen que este cambio hacia un formato más profesionalizado es inevitable? ¡Déjenme saber qué piensan en los comentarios!
