¡Ay, Dios mío! La cosa se está poniendo fea a nivel mundial. Las Naciones Unidas han soltado la bomba: millones de personas podrían pasar hambruna si no hacemos algo, y rápido. Organismos especializados están gritando que la situación es crítica, y vaya que lo es.
Parece que el combo perfecto de problemas –guerras, crisis económicas, desastres naturales y encima la falta de plata– ha creado una tormenta perfecta para la seguridad alimentaria global. Según un reporte conjunto de la FAO y el PMA, estamos viendo una escalada alarmante en la inseguridad alimentaria aguda, afectando a nada menos que 16 zonas del planeta. ¡Qué torta!
Países como Haití, Malí, Palestina, Sudán del Sur, Sudán y Yemen están en la cuerda floja, literalmente al borde de una hambruna catastrófica. Además, Afganistán, la República Democrática del Congo, Birmania, Nigeria, Somalia y Siria están metidos en una situación muy complicada. Y eso sin mencionar otros focos rojos como Burkina Faso, Chad, Kenia y los refugiados rohinyás en Bangladés. ¡Un brete!
Cindy McCain, la jefa del PMA, lo dijo claro: “Estamos al borde de una catástrofa alimentaria totalmente evitable que amenaza con provocar una hambruna generalizada en numerosos países.” No actuar ahora, según ella, solo empeorará la inestabilidad, y vaya que necesitamos estabilidad por donde le pese. El mae necesita comer, diay.
Lo que más preocupa es que la lana para ayudar a estas poblaciones está peligrosamente corta. De los casi 30 mil millones de dólares que se necesitan urgentemente, apenas han juntado unos 10.5 mil millones. Eso pone la ayuda alimentaria al borde del colapso, y así no vamos a ninguna parte. ¡Qué sal!
Para Costa Rica, esto debería ser un llamado de atención serio. Somos un país orgulloso de nuestra vocación solidaria, y aunque sabemos que tenemos nuestros propios retos, ignorar una crisis de esta magnitud sería irresponsable. Tenemos que seguir contribuyendo a través de canales oficiales y organizaciones no gubernamentales, porque todos estamos conectados en esta vaina global.
Además, nos toca reflexionar sobre nuestras propias políticas agrícolas y de seguridad alimentaria. Dependemos demasiado de importaciones, y eso nos hace vulnerables a estos tipos de shocks externos. Necesitamos fortalecer nuestra producción local, promover prácticas sostenibles y garantizar que nadie en nuestro país pase hambre. Porque aquí, en casa, tampoco estamos exentos de riesgos.
En fin, la situación pinta sombría a nivel mundial, pero todavía hay tiempo para actuar. Con solidaridad, cooperación y decisiones inteligentes, podemos evitar lo peor. Pero me pregunto, ¿qué acciones concretas crees que Costa Rica debería tomar para apoyar a los países afectados por la inseguridad alimentaria y fortalecer nuestra propia resiliencia frente a futuras crisis?
Parece que el combo perfecto de problemas –guerras, crisis económicas, desastres naturales y encima la falta de plata– ha creado una tormenta perfecta para la seguridad alimentaria global. Según un reporte conjunto de la FAO y el PMA, estamos viendo una escalada alarmante en la inseguridad alimentaria aguda, afectando a nada menos que 16 zonas del planeta. ¡Qué torta!
Países como Haití, Malí, Palestina, Sudán del Sur, Sudán y Yemen están en la cuerda floja, literalmente al borde de una hambruna catastrófica. Además, Afganistán, la República Democrática del Congo, Birmania, Nigeria, Somalia y Siria están metidos en una situación muy complicada. Y eso sin mencionar otros focos rojos como Burkina Faso, Chad, Kenia y los refugiados rohinyás en Bangladés. ¡Un brete!
Cindy McCain, la jefa del PMA, lo dijo claro: “Estamos al borde de una catástrofa alimentaria totalmente evitable que amenaza con provocar una hambruna generalizada en numerosos países.” No actuar ahora, según ella, solo empeorará la inestabilidad, y vaya que necesitamos estabilidad por donde le pese. El mae necesita comer, diay.
Lo que más preocupa es que la lana para ayudar a estas poblaciones está peligrosamente corta. De los casi 30 mil millones de dólares que se necesitan urgentemente, apenas han juntado unos 10.5 mil millones. Eso pone la ayuda alimentaria al borde del colapso, y así no vamos a ninguna parte. ¡Qué sal!
Para Costa Rica, esto debería ser un llamado de atención serio. Somos un país orgulloso de nuestra vocación solidaria, y aunque sabemos que tenemos nuestros propios retos, ignorar una crisis de esta magnitud sería irresponsable. Tenemos que seguir contribuyendo a través de canales oficiales y organizaciones no gubernamentales, porque todos estamos conectados en esta vaina global.
Además, nos toca reflexionar sobre nuestras propias políticas agrícolas y de seguridad alimentaria. Dependemos demasiado de importaciones, y eso nos hace vulnerables a estos tipos de shocks externos. Necesitamos fortalecer nuestra producción local, promover prácticas sostenibles y garantizar que nadie en nuestro país pase hambre. Porque aquí, en casa, tampoco estamos exentos de riesgos.
En fin, la situación pinta sombría a nivel mundial, pero todavía hay tiempo para actuar. Con solidaridad, cooperación y decisiones inteligentes, podemos evitar lo peor. Pero me pregunto, ¿qué acciones concretas crees que Costa Rica debería tomar para apoyar a los países afectados por la inseguridad alimentaria y fortalecer nuestra propia resiliencia frente a futuras crisis?