¡Ay, Dios mío! Aquí vamos de nuevo con estos temas de economía que dan dolor de cabeza. Resulta que el ministro interino de Hacienda, Luis Antonio Molina, soltó la bomba esta semana: estaría considerando quitarle la exoneración al impuesto sobre la renta del aguinaldo y del salario escolar. ¿Se imaginan eso, raza?
Para ponerles un poco de contexto, esto viene en medio de las discusiones sobre el presupuesto nacional para el 2026, que asciende a unos ¢12,8 billones. El ministro estaba dando cuentas a los diputados de la comisión de asuntos hacendarios y, de repente, lanzó este comentario que prendió todas las alarmas. Según él, hay una cantidad considerable de dinero que podría captarse si se grava ese ingreso extra que todos recibimos.
“Hay un montón de ingresos que están ahí,” declaró Molina durante la audiencia. “El problema es que son discusiones muy serias. ¿Cuál es la otra cédula grande que está exonerada del impuesto sobre la renta en este país? El aguinaldo. ¿Quién va a presentar un proyecto de ley para ponerle renta al aguinaldo o al salario escolar? Eso es plata que ya está ahí.” Suelo pensar que a veces estos ministros van soltando estas ideas sin medir las consecuencias, ¿verdad, mae?
Pero eso no es todo. También mencionó la posibilidad de revisar las exoneraciones tributarias a las zonas francas, aunque recalcó que esto requiere muchísimo cuidado porque han sido un modelo exitoso para el país. Entiendo su punto, claro, pero es que la situación económica está apretada y hay que buscar alternativas. Estos temas de zonas francas siempre terminan siendo un brete complicado.
Lo que preocupa es que la Contraloría General de la República señala que la propuesta de ingresos para 2026 no presenta mejoras significativas en la recaudación tributaria. La carga tributaria, según los datos, disminuye del 13,4% al 12,9% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto significa que, a pesar de los esfuerzos, el gobierno sigue teniendo dificultades para aumentar sus ingresos. ¡Qué torta!
Y ni hablar del crecimiento del PIB, que se estima en un 5,7% para 2026, superando el crecimiento proyectado de los ingresos corrientes (2,5%) e incluso los ingresos tributarios (2,2%). Este panorama nos indica que la economía puede estar creciendo, pero el Estado no está capturando una parte justa de ese crecimiento. Es un cuadro que no pinta nada bien, para ser honestos.
Ahora bien, no podemos negar que el gobierno necesita encontrar formas de aumentar sus ingresos para financiar proyectos esenciales como educación, salud y seguridad. Pero gravar el aguinaldo podría tener efectos negativos en la población, especialmente en aquellos que dependen de ese ingreso extra para cubrir gastos básicos. Además, generaría un gran rechazo social, y nadie quiere andar lidiando con protestas y broncas innecesarias. Entenderán, diay.
Entonces, me pregunto… ¿Sería justo gravar el aguinaldo ahora, cuando tantos estamos luchando por llegar a fin de mes? ¿O debería el gobierno enfocarse en otras áreas para aumentar la recaudación, como combatir la evasión fiscal o revisar otros beneficios fiscales que puedan ser eliminados? Déjenme saber qué piensan en los comentarios – ¡quiero escuchar sus opiniones sobre esta vara!
Para ponerles un poco de contexto, esto viene en medio de las discusiones sobre el presupuesto nacional para el 2026, que asciende a unos ¢12,8 billones. El ministro estaba dando cuentas a los diputados de la comisión de asuntos hacendarios y, de repente, lanzó este comentario que prendió todas las alarmas. Según él, hay una cantidad considerable de dinero que podría captarse si se grava ese ingreso extra que todos recibimos.
“Hay un montón de ingresos que están ahí,” declaró Molina durante la audiencia. “El problema es que son discusiones muy serias. ¿Cuál es la otra cédula grande que está exonerada del impuesto sobre la renta en este país? El aguinaldo. ¿Quién va a presentar un proyecto de ley para ponerle renta al aguinaldo o al salario escolar? Eso es plata que ya está ahí.” Suelo pensar que a veces estos ministros van soltando estas ideas sin medir las consecuencias, ¿verdad, mae?
Pero eso no es todo. También mencionó la posibilidad de revisar las exoneraciones tributarias a las zonas francas, aunque recalcó que esto requiere muchísimo cuidado porque han sido un modelo exitoso para el país. Entiendo su punto, claro, pero es que la situación económica está apretada y hay que buscar alternativas. Estos temas de zonas francas siempre terminan siendo un brete complicado.
Lo que preocupa es que la Contraloría General de la República señala que la propuesta de ingresos para 2026 no presenta mejoras significativas en la recaudación tributaria. La carga tributaria, según los datos, disminuye del 13,4% al 12,9% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto significa que, a pesar de los esfuerzos, el gobierno sigue teniendo dificultades para aumentar sus ingresos. ¡Qué torta!
Y ni hablar del crecimiento del PIB, que se estima en un 5,7% para 2026, superando el crecimiento proyectado de los ingresos corrientes (2,5%) e incluso los ingresos tributarios (2,2%). Este panorama nos indica que la economía puede estar creciendo, pero el Estado no está capturando una parte justa de ese crecimiento. Es un cuadro que no pinta nada bien, para ser honestos.
Ahora bien, no podemos negar que el gobierno necesita encontrar formas de aumentar sus ingresos para financiar proyectos esenciales como educación, salud y seguridad. Pero gravar el aguinaldo podría tener efectos negativos en la población, especialmente en aquellos que dependen de ese ingreso extra para cubrir gastos básicos. Además, generaría un gran rechazo social, y nadie quiere andar lidiando con protestas y broncas innecesarias. Entenderán, diay.
Entonces, me pregunto… ¿Sería justo gravar el aguinaldo ahora, cuando tantos estamos luchando por llegar a fin de mes? ¿O debería el gobierno enfocarse en otras áreas para aumentar la recaudación, como combatir la evasión fiscal o revisar otros beneficios fiscales que puedan ser eliminados? Déjenme saber qué piensan en los comentarios – ¡quiero escuchar sus opiniones sobre esta vara!
