¡Ay, mi gente! Aquí les va la jugada. Los industriales, esos que mueven la economía del país, andan más preocupados que chancho en rodeo. Resulta que la perspectiva para el 2026 no pinta tan rosita como nos querían hacer creer. Sergio Capón, jefe de la Cámara de Industrias (CICR), soltó la bomba: el próximo gobierno tendrá que lidiar con un montón de problemas que ya nos tienen a todos sudando frío.
Y no hablamos de tonterías. Primero, el colón sigue apremiándose, cayendo como fruta madura. Eso afecta directamente a las empresas que importan materias primas o exportan productos, porque a mayores costos, menos ganancia, díganlo ustedes. Desde mediados del 2022 que esto viene arrastrándose y ahora parece que no hay quien le pare.
Pero eso no es todo, ¡qué torta! También tenemos la infraestructura hecha un relajo. Carreteras que parecen caminos de caballo, puertos saturados, aeropuertos que no dan abasto... Un verdadero despiche. Si queremos competir en el mercado global, necesitamos movernos rápido y fácil, y con este panorama estamos atascados como conejo en semáforo rojo. Imagínense tener que enviar mercancía desde Limón hasta San José con estos bretes...
Y para rematar, la inseguridad se ha puesto peor que nunca. Los robos, asaltos, extorsiones... Ya ni se puede dormir tranquilo. Las empresas están invirtiendo fortunas en seguridad privada, lo cual obviamente afecta sus ganancias y hace que sean menos competitivas. ¿Quién quiere invertir en un país donde no se siente seguro?
Ahora, sumemos otros pasivos gordos: cargas sociales pesadísimas, energía que cuesta un ojo de la cara, trámites burocráticos que te sacan canas verdes... ¡Qué carga! Necesitamos modernizar el sistema eléctrico, agilizar los procesos, homologar registros sanitarios. En fin, quitarle piedras del zapato a las empresas para que puedan crecer y generar empleos dignos.
Capón también mencionó la necesidad urgente de impulsar la innovación y buscar nuevos mercados para nuestros productos. Tenemos que dejar de depender tanto de unos pocos compradores y apostarle a la diversificación. Una estrategia nacional de internacionalización bien pensada podría darle un empujón importante a nuestras exportaciones y atraer inversiones extranjeras. Hay que echarle empeño, diay.
En cuanto al tema energético, ahí sí que vamos mal parados. La ley del sistema eléctrico necesita una renovación urgente. Tenemos que abrirle la puerta a la inversión en energías renovables, diversificar nuestra matriz y bajar los costos. Si queremos competir en industrias electrointensivas, como las de semiconductores e inteligencia artificial, necesitamos energía limpia, confiable y barata. ¡Es imperativo!
Entonces, ¿quién va a resolver toda esta madeja? El próximo gobierno tendrá la tarea monumental de poner orden en el bronco. Pero la pregunta clave es: ¿Serán capaces de lograr acuerdos entre los distintos actores políticos y económicos para implementar las reformas necesarias? ¿O seguiremos arrastrando estos problemas durante años, viendo cómo nuestro país se va al traste? Compartan sus opiniones, ¡vamos a debatir!
Y no hablamos de tonterías. Primero, el colón sigue apremiándose, cayendo como fruta madura. Eso afecta directamente a las empresas que importan materias primas o exportan productos, porque a mayores costos, menos ganancia, díganlo ustedes. Desde mediados del 2022 que esto viene arrastrándose y ahora parece que no hay quien le pare.
Pero eso no es todo, ¡qué torta! También tenemos la infraestructura hecha un relajo. Carreteras que parecen caminos de caballo, puertos saturados, aeropuertos que no dan abasto... Un verdadero despiche. Si queremos competir en el mercado global, necesitamos movernos rápido y fácil, y con este panorama estamos atascados como conejo en semáforo rojo. Imagínense tener que enviar mercancía desde Limón hasta San José con estos bretes...
Y para rematar, la inseguridad se ha puesto peor que nunca. Los robos, asaltos, extorsiones... Ya ni se puede dormir tranquilo. Las empresas están invirtiendo fortunas en seguridad privada, lo cual obviamente afecta sus ganancias y hace que sean menos competitivas. ¿Quién quiere invertir en un país donde no se siente seguro?
Ahora, sumemos otros pasivos gordos: cargas sociales pesadísimas, energía que cuesta un ojo de la cara, trámites burocráticos que te sacan canas verdes... ¡Qué carga! Necesitamos modernizar el sistema eléctrico, agilizar los procesos, homologar registros sanitarios. En fin, quitarle piedras del zapato a las empresas para que puedan crecer y generar empleos dignos.
Capón también mencionó la necesidad urgente de impulsar la innovación y buscar nuevos mercados para nuestros productos. Tenemos que dejar de depender tanto de unos pocos compradores y apostarle a la diversificación. Una estrategia nacional de internacionalización bien pensada podría darle un empujón importante a nuestras exportaciones y atraer inversiones extranjeras. Hay que echarle empeño, diay.
En cuanto al tema energético, ahí sí que vamos mal parados. La ley del sistema eléctrico necesita una renovación urgente. Tenemos que abrirle la puerta a la inversión en energías renovables, diversificar nuestra matriz y bajar los costos. Si queremos competir en industrias electrointensivas, como las de semiconductores e inteligencia artificial, necesitamos energía limpia, confiable y barata. ¡Es imperativo!
Entonces, ¿quién va a resolver toda esta madeja? El próximo gobierno tendrá la tarea monumental de poner orden en el bronco. Pero la pregunta clave es: ¿Serán capaces de lograr acuerdos entre los distintos actores políticos y económicos para implementar las reformas necesarias? ¿O seguiremos arrastrando estos problemas durante años, viendo cómo nuestro país se va al traste? Compartan sus opiniones, ¡vamos a debatir!