¡Aguántense!, porque la cosa está más rara que gallina ciega con el tema de la inflación acá en Costa Rica. Don Eduardo Lizano, un señor que sabe un huevo de economía y le dio duro al Banco Central en el pasado, está sacudiendo la mesa diciendo que nos estamos equivocando de cómo entender lo que pasa con los precios. Parece que el ambiente está más tranquilo económicamente de lo que pensábamos, pero eso no necesariamente significa que nuestro bolsillo esté más lleno.
Lizano, quien dirigió el Central en tiempos difíciles y momentos de bonanza, está soltando alarmas sobre un posible “enfriamiento” de la economía. Eso, mis queridos, suena feo. Imaginen que el motorcito empieza a ir más lento… no es bueno, diay. Él argumenta que aunque la inflación ande dando vueltas alrededor del cero, y hasta sea negativa a veces, no significa que estemos ahorrando plata ni que la vida esté más barata; simplemente, estamos postergando algunas compras esperando que los precios bajen aún más. ¿Y qué pasa mientras tanto?
Para ponerle pausa a la cosa, recordemos que la meta del Banco Central es mantener la inflación alrededor del 3%, con un margen de juego entre el 2% y el 4%. Pero resulta que desde que asumió el gobierno actual hace casi tres años, apenas un mes estuvimos dentro de ese rango. ¡Imagínense! Cuarenta meses fuera de la línea, y la mayoría de ellos con la inflación en terreno negativo. ¿Se imaginan jugar tenis con una cancha inclinada? Así es el panorama.
Ahora, la Autoridad Monetaria, que es como el cerebro detrás del Banco Central, anda analizando cómo cambiar las reglas del juego. Están pensando si ajustar la meta de inflación o incluso cambiar la manera en que la calculan. Pero ahí es donde entra la crítica de Lizano. Él dice que si constantemente no logran cumplir la meta, lo sensato no es cambiar la meta, sino buscar la manera de lograrla. ¡Es como querer ganar siempre jugando con una mano atada!
“Parece que hay una incongruencia, mi pana,” explicó Lizano en una entrevista. “Fijaron la meta del 3% y no se alcanza, pero el Banco Central parece feliz con que la inflación sea baja.” Su lógica es simple: si te pones una meta y no puedes alcanzarla, debes mejorar tu estrategia, no cambiar el objetivo. ¿Se supone que cada vez que fallamos cambiamos la regla? Esto está más complicado que descifrar el código Da Vinci.
Además, Lizano está preocupado por el ritmo más lento del consumo de los hogares. Sí, seguimos comprando, pero ya no con la misma energía de antes. Según el propio Banco Central, el gasto familiar en el último semestre creció apenas un 2.74% en comparación con el año anterior. Antes, estábamos creciendo a ritmos del 4%, 5%, ¡hasta doble dígito! Esto, como diría mi abuela, no es plato de buenas horas. Un consumo lento puede ser señal de que la cosa no va como debería.
Roger Madrigal, el presidente actual del Central, reconoce que las ideas de Lizano son válidas y están contempladas en sus planes. Dice que no es inusual que los países reevalúen sus metas y que, de hecho, se están estudiando diferentes opciones. Defiende el sistema actual, recordando que gracias a él lograron bajar la inflación de niveles astronómicos en los años 80, cuando llegaba al 100%. Pero ahí radica la controversia: ¿mejorar el sistema existente o reinventarlo por completo?
Alonso Alfaro, el economista jefe del Banco Central, añade que esta discusión no es nueva, sino que llevan tiempo pensando en posibles cambios. Lo que sí está claro es que la situación económica necesita atención y que la transparencia en la toma de decisiones es fundamental para mantener la confianza de los ciudadanos. Y aquí viene la pregunta crucial, mis panas: ¿Debería el Banco Central cambiar la meta de inflación actual, arriesgándose a perder credibilidad, o seguir ajustando las políticas existentes para intentar alcanzar el objetivo, incluso si eso implica tomar medidas impopulares?
Lizano, quien dirigió el Central en tiempos difíciles y momentos de bonanza, está soltando alarmas sobre un posible “enfriamiento” de la economía. Eso, mis queridos, suena feo. Imaginen que el motorcito empieza a ir más lento… no es bueno, diay. Él argumenta que aunque la inflación ande dando vueltas alrededor del cero, y hasta sea negativa a veces, no significa que estemos ahorrando plata ni que la vida esté más barata; simplemente, estamos postergando algunas compras esperando que los precios bajen aún más. ¿Y qué pasa mientras tanto?
Para ponerle pausa a la cosa, recordemos que la meta del Banco Central es mantener la inflación alrededor del 3%, con un margen de juego entre el 2% y el 4%. Pero resulta que desde que asumió el gobierno actual hace casi tres años, apenas un mes estuvimos dentro de ese rango. ¡Imagínense! Cuarenta meses fuera de la línea, y la mayoría de ellos con la inflación en terreno negativo. ¿Se imaginan jugar tenis con una cancha inclinada? Así es el panorama.
Ahora, la Autoridad Monetaria, que es como el cerebro detrás del Banco Central, anda analizando cómo cambiar las reglas del juego. Están pensando si ajustar la meta de inflación o incluso cambiar la manera en que la calculan. Pero ahí es donde entra la crítica de Lizano. Él dice que si constantemente no logran cumplir la meta, lo sensato no es cambiar la meta, sino buscar la manera de lograrla. ¡Es como querer ganar siempre jugando con una mano atada!
“Parece que hay una incongruencia, mi pana,” explicó Lizano en una entrevista. “Fijaron la meta del 3% y no se alcanza, pero el Banco Central parece feliz con que la inflación sea baja.” Su lógica es simple: si te pones una meta y no puedes alcanzarla, debes mejorar tu estrategia, no cambiar el objetivo. ¿Se supone que cada vez que fallamos cambiamos la regla? Esto está más complicado que descifrar el código Da Vinci.
Además, Lizano está preocupado por el ritmo más lento del consumo de los hogares. Sí, seguimos comprando, pero ya no con la misma energía de antes. Según el propio Banco Central, el gasto familiar en el último semestre creció apenas un 2.74% en comparación con el año anterior. Antes, estábamos creciendo a ritmos del 4%, 5%, ¡hasta doble dígito! Esto, como diría mi abuela, no es plato de buenas horas. Un consumo lento puede ser señal de que la cosa no va como debería.
Roger Madrigal, el presidente actual del Central, reconoce que las ideas de Lizano son válidas y están contempladas en sus planes. Dice que no es inusual que los países reevalúen sus metas y que, de hecho, se están estudiando diferentes opciones. Defiende el sistema actual, recordando que gracias a él lograron bajar la inflación de niveles astronómicos en los años 80, cuando llegaba al 100%. Pero ahí radica la controversia: ¿mejorar el sistema existente o reinventarlo por completo?
Alonso Alfaro, el economista jefe del Banco Central, añade que esta discusión no es nueva, sino que llevan tiempo pensando en posibles cambios. Lo que sí está claro es que la situación económica necesita atención y que la transparencia en la toma de decisiones es fundamental para mantener la confianza de los ciudadanos. Y aquí viene la pregunta crucial, mis panas: ¿Debería el Banco Central cambiar la meta de inflación actual, arriesgándose a perder credibilidad, o seguir ajustando las políticas existentes para intentar alcanzar el objetivo, incluso si eso implica tomar medidas impopulares?
