¡Ay, Dios mío, qué rollo! La onda de los influenciadores colombianos en Israel prendió candela en todas las redes sociales, y ahora estamos metidos hasta las cejas en un debate que parece no tener fin. Empezó como un viaje turístico pagado por el gobierno israelí, y terminamos hablando de propaganda, narrativa bélica y, encima, de antisemitismo. ¡Una verdadera torta!
Marcos Peckel, el rey de la Confederación de Comunidades Judías en Colombia, dice que la reacción contra estos creativos de contenido no es solo una bronca política. Él cree firmemente que hay un componente de antisemitismo muy fuerte detrás de todo esto, un sentimiento que, según él, ha ido creciendo como la espuma en nuestra región. Peckel argumenta que la ferocidad de los ataques que recibieron los influencers tiene que ver con esta corriente subyacente.
Todo comenzó cuando varias figuras populares como Kika Nieto, Johanna Fadul, Mauricio Mejía y Sebastián Ospina empezaron a subir fotos y videos desde Israel. Lugares icónicos como Jerusalén, el Mar Muerto y Tel Aviv se convirtieron en el telón de fondo de sus publicaciones, generando rápidamente sospechas. Muchos se preguntaban si era una campaña organizada para mejorar la imagen de Israel en medio de la terrible guerra en Gaza. ¡Parecía sacado de una película!
Johanna Fadul, para colmo, soltó la bomba de que el viaje había sido financiado por el gobierno israelí. Aunque aclaró que ella no cobró ni un peso por las publicaciones, sus comentarios sobre la situación en Gaza encendieron aún más la polémica. Decirles a algunos que esas observaciones eran poco empáticas ante la crisis humanitaria fue poner leña al fuego. De repente, la crítica pasó de lo político a lo personal, y la cosa se puso bien fea.
Peckel hace notar que en otros lados, los creadores de contenido que visitan zonas de conflicto no sufren este tipo de reacciones tan extremas. Su punto es que la campaña de desprestigio contra los colombianos tiene un sabor diferente, especialmente cuando ves acusaciones de genocidio o colaboración con un gobierno en guerra. Eso, según él, cruza una línea muy peligrosa y nos muestra un clima de intolerancia que debemos empezar a tomar en serio.
Y no es cuento, las estadísticas lo avalan. Organizaciones que monitorean el odio en internet han reportado un aumento alarmante de incidentes antisemitas alrededor del mundo. Agosto del 2025, por ejemplo, tuvo cerca de 700 incidentes de este tipo, superando ampliamente los números del año anterior. Al mismo tiempo, las protestas en apoyo a Palestina también han escalado, creando una polarización que se siente, sobre todo, en las redes sociales. ¡Esto ya pinta complicado!
Esta discusión toda viene de raíz, del largo y doloroso conflicto entre Israel y Hamas. El sufrimiento de la gente en Gaza, documentado por tantas organizaciones internacionales, ha generado un debate global intenso, lleno de diferentes perspectivas y, por supuesto, intereses políticos. No es fácil encontrarle la vuelta a este lío.
Al final de cuentas, lo de los influencers colombianos es solo una pieza más en este puzzle global por controlar la narrativa. Vivimos en un mundo donde la imagen y la opinión pública viajan a la velocidad de la luz, y la presencia de personas con gran influencia en un territorio en guerra inevitablemente se convierte en un tema político, aunque ellos no tengan intención de tomar partido. Entonces, ¿cree usted que la reacción social contra estos influencers fue exagerada, justificada, o simplemente otro síntoma de la polarización extrema que vivimos hoy en día? ¡Dígame qué piensa en el foro!
Marcos Peckel, el rey de la Confederación de Comunidades Judías en Colombia, dice que la reacción contra estos creativos de contenido no es solo una bronca política. Él cree firmemente que hay un componente de antisemitismo muy fuerte detrás de todo esto, un sentimiento que, según él, ha ido creciendo como la espuma en nuestra región. Peckel argumenta que la ferocidad de los ataques que recibieron los influencers tiene que ver con esta corriente subyacente.
Todo comenzó cuando varias figuras populares como Kika Nieto, Johanna Fadul, Mauricio Mejía y Sebastián Ospina empezaron a subir fotos y videos desde Israel. Lugares icónicos como Jerusalén, el Mar Muerto y Tel Aviv se convirtieron en el telón de fondo de sus publicaciones, generando rápidamente sospechas. Muchos se preguntaban si era una campaña organizada para mejorar la imagen de Israel en medio de la terrible guerra en Gaza. ¡Parecía sacado de una película!
Johanna Fadul, para colmo, soltó la bomba de que el viaje había sido financiado por el gobierno israelí. Aunque aclaró que ella no cobró ni un peso por las publicaciones, sus comentarios sobre la situación en Gaza encendieron aún más la polémica. Decirles a algunos que esas observaciones eran poco empáticas ante la crisis humanitaria fue poner leña al fuego. De repente, la crítica pasó de lo político a lo personal, y la cosa se puso bien fea.
Peckel hace notar que en otros lados, los creadores de contenido que visitan zonas de conflicto no sufren este tipo de reacciones tan extremas. Su punto es que la campaña de desprestigio contra los colombianos tiene un sabor diferente, especialmente cuando ves acusaciones de genocidio o colaboración con un gobierno en guerra. Eso, según él, cruza una línea muy peligrosa y nos muestra un clima de intolerancia que debemos empezar a tomar en serio.
Y no es cuento, las estadísticas lo avalan. Organizaciones que monitorean el odio en internet han reportado un aumento alarmante de incidentes antisemitas alrededor del mundo. Agosto del 2025, por ejemplo, tuvo cerca de 700 incidentes de este tipo, superando ampliamente los números del año anterior. Al mismo tiempo, las protestas en apoyo a Palestina también han escalado, creando una polarización que se siente, sobre todo, en las redes sociales. ¡Esto ya pinta complicado!
Esta discusión toda viene de raíz, del largo y doloroso conflicto entre Israel y Hamas. El sufrimiento de la gente en Gaza, documentado por tantas organizaciones internacionales, ha generado un debate global intenso, lleno de diferentes perspectivas y, por supuesto, intereses políticos. No es fácil encontrarle la vuelta a este lío.
Al final de cuentas, lo de los influencers colombianos es solo una pieza más en este puzzle global por controlar la narrativa. Vivimos en un mundo donde la imagen y la opinión pública viajan a la velocidad de la luz, y la presencia de personas con gran influencia en un territorio en guerra inevitablemente se convierte en un tema político, aunque ellos no tengan intención de tomar partido. Entonces, ¿cree usted que la reacción social contra estos influencers fue exagerada, justificada, o simplemente otro síntoma de la polarización extrema que vivimos hoy en día? ¡Dígame qué piensa en el foro!
