Seamos honestos, maes. El tema del embarazo adolescente en Tiquicia es una de esas varas que a todos nos preocupa, o al menos debería. Es un despiche silencioso que le cambia la vida a miles de güilas cada año, limitando sus oportunidades y metiéndolas en un mundo de responsabilidades para el que, seamos claros, no están listas. Pero diay, de vez en cuando, entre tanto caos y noticias que nos agüevan, la Caja se saca un as bajo la manga y nos recuerda que se pueden hacer las cosas bien. Esta vez, el aplauso se lo lleva el Hospital Calderón Guardia con una campaña que es, a todas luces, una jugada maestra.
La movida es así de simple y así de potente: la Clínica del Adolescente del Calderón está ofreciendo el implante anticonceptivo Implanon NXT —el famoso “chip”— de manera gratuita a cualquier adolescente del país entre los 13 y los 19 años. Sí, leyeron bien, cobertura nacional. No importa si usted es de Talamanca o de Upala, si cumple los requisitos, puede apuntarse. Claro, no es como ir a comprar un confite. Hay reglas: tener el seguro al día (obvio), no estar en ciertos tratamientos médicos que podrían interferir, y lo más importante, asistir a un cursito educativo obligatorio. Porque la idea no es solo poner el chunche y lavarse las manos, sino que las güilas entiendan qué es, cómo funciona y cuáles son sus derechos. ¡Qué nivel de iniciativa!
Ahora, hablemos del chunche en sí. El Implanon no es cualquier vara. Es un implante chiquitico que un médico te coloca en el brazo en cinco minutos y listo, te da protección por varios años. Libera progesterona para que el cuerpo no ovule y ¡pum!, se reduce drásticamente el riesgo de un embarazo no planificado. Lo más tuanis es que es totalmente reversible. Si en unos años la usuaria cambia de opinión, quiere tener un hijo o simplemente ya no lo quiere, se lo quitan y su cuerpo vuelve a la normalidad. Como dice la doctora Rita Peralta, la jefa detrás de esta campaña, no se trata solo de evitar embarazos, sino de “mejorar la calidad de vida de nuestras pacientes y darles herramientas reales para decidir sobre su salud reproductiva”. Eso, señores, es empoderamiento puro y duro.
“Ajá, Vane, pero ¿eso de verdad sirve o es pura hablada?”, se preguntarán algunos. Y aquí es donde la cosa se pone aún mejor. Para los que piden números y no solo buenas intenciones, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ya le puso la lupa al tema. Desde que la Caja empezó a implementar el Implanon de forma más masiva, los embarazos en menores de edad han caído un 44%. ¡Un cuarenta y cuatro por ciento! Pasamos de más de 8.000 casos en 2019 a poco más de 4.500 el año pasado. Eso no es paja, es el resultado tangible de una política pública que está funcionando. La verdad, esta campaña es una carga.
Lo que termina de amarrar todo este brete tan chiva es el acompañamiento. No es solo la parte médica. La iniciativa incluye seguimiento continuo y apoyo psicológico. Se aseguran de que las adolescentes no solo reciban el implante, sino que también entiendan a fondo sus derechos, aprendan a cuidarse y se sientan seguras. En un país donde la educación sexual sigue siendo un tema que pone a muchos a persignarse, que una institución pública tome la batuta con esta seriedad y este enfoque integral es, sin duda, una de las mejores noticias que hemos tenido en mucho tiempo. Es un paso firme para que el futuro de miles de jóvenes lo decidan ellas y no un descuido.
La pregunta que queda en el aire es: ¿Qué tan lejos debe llegar el Estado para proteger a los adolescentes, incluso si eso choca con lo que piensan algunos padres? ¿Es esta la ruta correcta o se necesita más diálogo en casa? ¡Los leo en los comentarios!
La movida es así de simple y así de potente: la Clínica del Adolescente del Calderón está ofreciendo el implante anticonceptivo Implanon NXT —el famoso “chip”— de manera gratuita a cualquier adolescente del país entre los 13 y los 19 años. Sí, leyeron bien, cobertura nacional. No importa si usted es de Talamanca o de Upala, si cumple los requisitos, puede apuntarse. Claro, no es como ir a comprar un confite. Hay reglas: tener el seguro al día (obvio), no estar en ciertos tratamientos médicos que podrían interferir, y lo más importante, asistir a un cursito educativo obligatorio. Porque la idea no es solo poner el chunche y lavarse las manos, sino que las güilas entiendan qué es, cómo funciona y cuáles son sus derechos. ¡Qué nivel de iniciativa!
Ahora, hablemos del chunche en sí. El Implanon no es cualquier vara. Es un implante chiquitico que un médico te coloca en el brazo en cinco minutos y listo, te da protección por varios años. Libera progesterona para que el cuerpo no ovule y ¡pum!, se reduce drásticamente el riesgo de un embarazo no planificado. Lo más tuanis es que es totalmente reversible. Si en unos años la usuaria cambia de opinión, quiere tener un hijo o simplemente ya no lo quiere, se lo quitan y su cuerpo vuelve a la normalidad. Como dice la doctora Rita Peralta, la jefa detrás de esta campaña, no se trata solo de evitar embarazos, sino de “mejorar la calidad de vida de nuestras pacientes y darles herramientas reales para decidir sobre su salud reproductiva”. Eso, señores, es empoderamiento puro y duro.
“Ajá, Vane, pero ¿eso de verdad sirve o es pura hablada?”, se preguntarán algunos. Y aquí es donde la cosa se pone aún mejor. Para los que piden números y no solo buenas intenciones, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ya le puso la lupa al tema. Desde que la Caja empezó a implementar el Implanon de forma más masiva, los embarazos en menores de edad han caído un 44%. ¡Un cuarenta y cuatro por ciento! Pasamos de más de 8.000 casos en 2019 a poco más de 4.500 el año pasado. Eso no es paja, es el resultado tangible de una política pública que está funcionando. La verdad, esta campaña es una carga.
Lo que termina de amarrar todo este brete tan chiva es el acompañamiento. No es solo la parte médica. La iniciativa incluye seguimiento continuo y apoyo psicológico. Se aseguran de que las adolescentes no solo reciban el implante, sino que también entiendan a fondo sus derechos, aprendan a cuidarse y se sientan seguras. En un país donde la educación sexual sigue siendo un tema que pone a muchos a persignarse, que una institución pública tome la batuta con esta seriedad y este enfoque integral es, sin duda, una de las mejores noticias que hemos tenido en mucho tiempo. Es un paso firme para que el futuro de miles de jóvenes lo decidan ellas y no un descuido.
La pregunta que queda en el aire es: ¿Qué tan lejos debe llegar el Estado para proteger a los adolescentes, incluso si eso choca con lo que piensan algunos padres? ¿Es esta la ruta correcta o se necesita más diálogo en casa? ¡Los leo en los comentarios!