¡Ay, Dios mío! Esto del Centro de Alta Contención contra el Crimen Organizado (Cacco) se ha convertido en un verdadero chinchorreo mediático. Parece que nadie está de acuerdo con nada, y el pobre ministro Campos anda dando vueltas tratando de explicarle a los diputados que eso no es una 'megacárcel' como algunos quieren pintarla. ¡Qué cosas!
Como ya saben, la Asamblea Legislativa le dio luz verde a los primeros ocho mil millones de colones para empezar este brete, y ahora, el gobierno busca otros doce mil quinientos noventa y tres millones para terminarla. La idea, según dicen, es darle una solución a la creciente problemática de hacinamiento en nuestros centros penitenciarios, y también crear una infraestructura moderna que pueda servir para futuras generaciones. Pero claro, siempre hay gente que se rasca la barriga y encuentra algo que criticar.
El ministro insistió, una y otra vez, que el Cacco no es una 'megacárcel' al estilo salvadoreño, donde albergarían a 40.000 personas. “Eso es una locura”, dijo. “Aquí vamos a tener un número normal de privados de libertad, alrededor del 25% de los que tenemos actualmente”. En fin, quiere decir que se habla de unas 1.100 plazas nuevas, superando así al complejo La Reforma, que tiene 4.000. ¡Una diferencia considerable, eh!
Pero lo que realmente está causando revuelo es el plazo para construir esta cárcel: ¡195 días! Según Campos, esto es posible porque se copiará el modelo salvadoreño, donde lograron levantar una prisión para miles de reclusos en ese mismo tiempo. Claro, ahí entra el debate: ¿Será viable replicar esa velocidad en Costa Rica? Muchos ingenieros y arquitectos se preguntan cómo harán para cumplir con semejante compromiso, teniendo en cuenta nuestras regulaciones y procesos burocráticos. ¡Qué sal!”, exclaman algunos.
Y ni hablar de los planes. Están esperando el visto bueno del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) para poder licitar la obra, y dicen que tienen hasta el 10 de octubre para hacerlo. Eso significa que si todo va bien, podrían iniciar la construcción este año y terminarla el siguiente. ¡Un ritmo frenético, mi pana! Ojalá puedan cumplirlo, porque la paciencia de los ciudadanos ya está por los suelos.
Además, el diseño del nuevo centro penitenciario es bastante interesante. Tendrá cinco módulos de alojamiento, cinco consultorios médicos, ¡veinticinco aposentos de visita íntima! – que eso da mucho de qué hablar –, un edificio mixto, un puesto de control principal, un registro de visitas, siete fortines, veinte celdas de aislamiento, un edificio de bodega, un basurero y un centro de acopio. ¡Parece un mini-ciudadela!, comenta un vecino del área donde se construirá la cárcel. Una verdadera inversión en infraestructura, aunque muchos prefieren gastar en educación y salud, por supuesto.
Las reacciones a este proyecto no se han hecho esperar. Algunos políticos critican la rapidez con la que se está llevando a cabo, argumentando que podría comprometer la calidad de la construcción. Otros defienden la iniciativa, alegando que es necesaria para combatir la delincuencia organizada y mejorar la seguridad ciudadana. Y luego están los ciudadanos comunes, que se preguntan si realmente vale la pena gastar tanto dinero en una cárcel, cuando hay tantos problemas sociales que atender. ¡Una vareta interminable, mis queridos!
En fin, la construcción del Caco continúa avanzando a pesar de las críticas y controversias. Ahora, me pregunto... ¿Cree usted que el plazo de 195 días es realista considerando la complejidad del proyecto y los obstáculos burocráticos que enfrentamos en Costa Rica? ¿Deberíamos priorizar la velocidad o la calidad en este tipo de obras públicas?
Como ya saben, la Asamblea Legislativa le dio luz verde a los primeros ocho mil millones de colones para empezar este brete, y ahora, el gobierno busca otros doce mil quinientos noventa y tres millones para terminarla. La idea, según dicen, es darle una solución a la creciente problemática de hacinamiento en nuestros centros penitenciarios, y también crear una infraestructura moderna que pueda servir para futuras generaciones. Pero claro, siempre hay gente que se rasca la barriga y encuentra algo que criticar.
El ministro insistió, una y otra vez, que el Cacco no es una 'megacárcel' al estilo salvadoreño, donde albergarían a 40.000 personas. “Eso es una locura”, dijo. “Aquí vamos a tener un número normal de privados de libertad, alrededor del 25% de los que tenemos actualmente”. En fin, quiere decir que se habla de unas 1.100 plazas nuevas, superando así al complejo La Reforma, que tiene 4.000. ¡Una diferencia considerable, eh!
Pero lo que realmente está causando revuelo es el plazo para construir esta cárcel: ¡195 días! Según Campos, esto es posible porque se copiará el modelo salvadoreño, donde lograron levantar una prisión para miles de reclusos en ese mismo tiempo. Claro, ahí entra el debate: ¿Será viable replicar esa velocidad en Costa Rica? Muchos ingenieros y arquitectos se preguntan cómo harán para cumplir con semejante compromiso, teniendo en cuenta nuestras regulaciones y procesos burocráticos. ¡Qué sal!”, exclaman algunos.
Y ni hablar de los planes. Están esperando el visto bueno del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) para poder licitar la obra, y dicen que tienen hasta el 10 de octubre para hacerlo. Eso significa que si todo va bien, podrían iniciar la construcción este año y terminarla el siguiente. ¡Un ritmo frenético, mi pana! Ojalá puedan cumplirlo, porque la paciencia de los ciudadanos ya está por los suelos.
Además, el diseño del nuevo centro penitenciario es bastante interesante. Tendrá cinco módulos de alojamiento, cinco consultorios médicos, ¡veinticinco aposentos de visita íntima! – que eso da mucho de qué hablar –, un edificio mixto, un puesto de control principal, un registro de visitas, siete fortines, veinte celdas de aislamiento, un edificio de bodega, un basurero y un centro de acopio. ¡Parece un mini-ciudadela!, comenta un vecino del área donde se construirá la cárcel. Una verdadera inversión en infraestructura, aunque muchos prefieren gastar en educación y salud, por supuesto.
Las reacciones a este proyecto no se han hecho esperar. Algunos políticos critican la rapidez con la que se está llevando a cabo, argumentando que podría comprometer la calidad de la construcción. Otros defienden la iniciativa, alegando que es necesaria para combatir la delincuencia organizada y mejorar la seguridad ciudadana. Y luego están los ciudadanos comunes, que se preguntan si realmente vale la pena gastar tanto dinero en una cárcel, cuando hay tantos problemas sociales que atender. ¡Una vareta interminable, mis queridos!
En fin, la construcción del Caco continúa avanzando a pesar de las críticas y controversias. Ahora, me pregunto... ¿Cree usted que el plazo de 195 días es realista considerando la complejidad del proyecto y los obstáculos burocráticos que enfrentamos en Costa Rica? ¿Deberíamos priorizar la velocidad o la calidad en este tipo de obras públicas?
