¡Qué atracón nos dio Melissa!, mándale gacho a todos los afectados allá en el Caribe. La verdad, esto del clima va de pana, ni siquiera era hora de tanta bronca. Según los últimos datos oficiales, ya van 50 personas fallecidas por culpa de este huracán, dejando un reguero de destrucción que da escalofríos. Desde Haití hasta Cuba, pasando por Jamaica y República Dominicana, la cosa está bien fea, y eso que apenas estamos viendo las consecuencias.
Melissa se convirtió en uno de los ciclones más potentes que se hayan registrado, y vaya que hemos visto unos cuantos por acá en la región. El huracán tocó tierra en Jamaica como categoría 5, arrancándole el techo a muchísimas familias, dejando a medio millón de personas sin luz y colapsando hospitales y refugios. Imagínate, tener que lidiar con un desastre así encima de todas las demás penas… ¡qué carga!
En Haití, la situación es particularmente crítica. Al menos 30 personas murieron en una riada repentina en La Digue, y hay alrededor de veinte personas desaparecidas. Lo peor es que ni siquiera había impacto directo en el país, pero esas lluvias torrenciales fueron suficientes para causar estragos. ¡Qué sal! Una desgracia detrás de otra.
República Dominicana tampoco escapó ilesa, lamentablemente. Un muerto confirmado y más de un millón de personas sin acceso a agua potable. La infraestructura hídrica quedó hecha trizas por las lluvias intensas, afectando decenas de acueductos. Eso sí que es un brete, porque sin agua no hay vida, mae.
Y luego tenemos a Cuba, donde Melissa sembró la destrucción a su paso por el oriente. Millones de personas sin electricidad, pueblos enteros incomunicados y aislados, viviendas derrumbadas, cosechas arruinadas... ¡qué torta! Los equipos de emergencia tuvieron que rescatar a cientos de personas atrapadas por la crecida de ríos, una operación heroica digna de aplaudir, aunque no quita el daño hecho.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, describió la situación como “daños cuantiosos” tras una “madrugada muy compleja”. Se evacuaron 735 mil personas de las seis provincias bajo alerta ciclónica, una cifra impresionante que te hace pensar en el miedo y la incertidumbre que debieron sentir estas familias al verse obligadas a abandonar sus hogares. Más de 1,300 viviendas totalmente destruidas y miles más con daños considerables, ¡una verdadera calamidad!
Estados Unidos ha respondido enviando su Equipo Regional de Respuesta y Asistencia en Casos de Desastre (DART) para evaluar la situación, identificar las necesidades prioritarias y coordinar la ayuda humanitaria. Menos mal que siempre hay una mano amiga dispuesta a colaborar, aunque nadie espera depender de limosnas, claro. Esperamos que esta ayuda llegue rápido y eficiente a quienes más la necesitan. Y aquí, en Costa Rica, seguimos con la preocupación, vigilantes de cualquier cambio en el comportamiento de estos fenómenos climáticos, conscientes de que nosotros también somos vulnerables.
Con todo este panorama tan sombrío, uno no puede evitar preguntarse: ¿Será que realmente estamos haciendo lo suficiente para mitigar los efectos del cambio climático y proteger a nuestras comunidades frente a estos desastres naturales cada vez más frecuentes e intensos? Mándale un comentario con tus ideas sobre cómo podemos prepararnos mejor para enfrentar futuras emergencias, ¡y vamos a ver si juntos podemos aportar algo para mejorar la situación en el Caribe y en nuestro propio país!
Melissa se convirtió en uno de los ciclones más potentes que se hayan registrado, y vaya que hemos visto unos cuantos por acá en la región. El huracán tocó tierra en Jamaica como categoría 5, arrancándole el techo a muchísimas familias, dejando a medio millón de personas sin luz y colapsando hospitales y refugios. Imagínate, tener que lidiar con un desastre así encima de todas las demás penas… ¡qué carga!
En Haití, la situación es particularmente crítica. Al menos 30 personas murieron en una riada repentina en La Digue, y hay alrededor de veinte personas desaparecidas. Lo peor es que ni siquiera había impacto directo en el país, pero esas lluvias torrenciales fueron suficientes para causar estragos. ¡Qué sal! Una desgracia detrás de otra.
República Dominicana tampoco escapó ilesa, lamentablemente. Un muerto confirmado y más de un millón de personas sin acceso a agua potable. La infraestructura hídrica quedó hecha trizas por las lluvias intensas, afectando decenas de acueductos. Eso sí que es un brete, porque sin agua no hay vida, mae.
Y luego tenemos a Cuba, donde Melissa sembró la destrucción a su paso por el oriente. Millones de personas sin electricidad, pueblos enteros incomunicados y aislados, viviendas derrumbadas, cosechas arruinadas... ¡qué torta! Los equipos de emergencia tuvieron que rescatar a cientos de personas atrapadas por la crecida de ríos, una operación heroica digna de aplaudir, aunque no quita el daño hecho.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, describió la situación como “daños cuantiosos” tras una “madrugada muy compleja”. Se evacuaron 735 mil personas de las seis provincias bajo alerta ciclónica, una cifra impresionante que te hace pensar en el miedo y la incertidumbre que debieron sentir estas familias al verse obligadas a abandonar sus hogares. Más de 1,300 viviendas totalmente destruidas y miles más con daños considerables, ¡una verdadera calamidad!
Estados Unidos ha respondido enviando su Equipo Regional de Respuesta y Asistencia en Casos de Desastre (DART) para evaluar la situación, identificar las necesidades prioritarias y coordinar la ayuda humanitaria. Menos mal que siempre hay una mano amiga dispuesta a colaborar, aunque nadie espera depender de limosnas, claro. Esperamos que esta ayuda llegue rápido y eficiente a quienes más la necesitan. Y aquí, en Costa Rica, seguimos con la preocupación, vigilantes de cualquier cambio en el comportamiento de estos fenómenos climáticos, conscientes de que nosotros también somos vulnerables.
Con todo este panorama tan sombrío, uno no puede evitar preguntarse: ¿Será que realmente estamos haciendo lo suficiente para mitigar los efectos del cambio climático y proteger a nuestras comunidades frente a estos desastres naturales cada vez más frecuentes e intensos? Mándale un comentario con tus ideas sobre cómo podemos prepararnos mejor para enfrentar futuras emergencias, ¡y vamos a ver si juntos podemos aportar algo para mejorar la situación en el Caribe y en nuestro propio país!
